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María Ángeles Fernández durante la revisión de los seis meses en Policlínica SMD. Blanca Rodríguez
El sueño de volver a tener pelo tras la enfermedad
Innovación

El sueño de volver a tener pelo tras la enfermedad

Policlínica SMD y UGR diseñan un tratamiento pionero no invasivo con sesiones de plasma y ultrasonidos para personas con alopecia por oncoterapia, lupus o estrés, entre otras patologías

Jueves, 13 de febrero 2025, 13:59

Seña de identidad y cuestión de autoestima, pero también reflejo de lo que le ocurre al cuerpo. El pelo lo es todo para muchas personas, sobre todo, para aquellas a las que se lo robó la enfermedad. Para ellas, que vuelva a crecer es un sueño que gracias a la ciencia, en algunos casos, hoy puede cumplirse. Y no solo eso, sino que para hacerlo realidad ya no hace falta ninguna intervención quirúrgica ni raparse la cabeza por completo. En Granada, un proyecto europeo ha hecho posible un tratamiento no invasivo contra la alopecia causada por terapias oncológicas, lupus o estrés, entre otras patologías.

Cuando supo que esta opción existía, y además tan cerca de casa, María Ángeles Fernández no lo dudó. Natural de Churriana de la Vega, tiene 68 años y padece alopecia areata desde hace casi veinte, enfermedad que se produce cuando el sistema inmunitario ataca los folículos pilosos. En su caso, la calvicie se centra en la diadema. «Llevo desde 2008 tratándome, pero nadie sabe la causa. Así que cuando la hija de mi pareja me contó que su tutor de tesis participaba en este estudio, quise intentarlo», comparte con IDEAL.

Detrás de este método pionero están Policlínica SMD, ubicada en el edificio I+D de Armilla, y la Universidad de Granada. Presentaron su idea en 2020 al programa de investigación e innovación Horizonte Europa y, dentro de la sección Chips JU, lograron la financiación de veintisiete patrocinadores de siete países diferentes (400.000 euros para la clínica y 900.000 para la universidad granadina). Arrancaron en 2021 con diez pacientes, seis hombres y cinco mujeres con alopecia aureata, androgénica, total, pérdida mínima y que buscaban mejorar la calidad y densidad de su pelo.

La puerta se abrió después a otros candidatos, como María Ángeles. En la primera cita, le preguntaron por qué ha perdido pelo; si está en tratamiento; qué quería conseguir, y que estaba dispuesta a sacrificar. Después, empezó la acción. Fueron cuatro sesiones de preparación y pasaron dos semanas entre una y otra. «En la primera, le sacamos plasma e hicimos mesoterapia. La segunda se centró en vitaminas y agentes reparadores para estimular el colágeno de la piel y quitar arrugas, y luego tocó otra de plasma», repasa el director del proyecto, Antoni Ignasi Cànaves.

El proceso consiste en lo siguiente: «Extraemos quince células madre foliculares una a una, las replicamos consiguiendo cerca de cincuenta millones y las implantamos mezcladas con plasma con una técnica que no requiere afeitar la cabeza», explica el director gerente de Policlínica SMD, Jorge Ruiz. Su equipo ha conseguido congelar las células, descongelarlas y poder utilizarlas. «Y lo que es mejor, nadie va a saber que te has hecho nada». Esa fue, de hecho, una de las motivaciones de María Ángeles, que en la cuarta sesión se enfrentó al quirófano.

El casco de ultrasonidos con biorreactores. Blanca Rodríguez

«Estamos estimulando el propio cuerpo añadiendo pequeñas cantidades. Son heridas milimétricas. Es como hacerse un tatuaje. Además, cogemos dos dedos de la parte de atrás para taparlo con su mismo pelo», apunta Cànaves. La intervención dura 45 minutos frente a las ocho horas de la técnica tradicional y el paciente se va a casa el mismo día.

Casco de ultrasonidos

La semana pasada, María Ángeles acudió a la consulta de seguimiento de los seis meses –también hay de tres y de un año–. El director del proyecto le colocó un casco de ultrasonidos. Tiene biorreactores y se utiliza después de la extracción y la infiltración porque ayuda a cerrar heridas y fomenta el crecimiento de los folículos «potencialmente». El que tienen ahora trabaja la zona trasera, pero están diseñando otro que cubre toda la cabeza y permite activar los emisores que interesen.

La paciente churrianera notaba cosquilleo, como un masaje. No tiene alergia nada, pero sí la piel altamente sensible. Por suerte, parece que este tratamiento noevdoso le está yendo «bien». Se siente «mucho más cómoda» y quiere que le hagan lo mismo en las cejas, «aunque con folículos de la cabeza no pararían de crecer», advirtió con gracia Cànaves (ya hay otros estudios enfocados en ello) y procedió a fotografiar desde diversos ángulos la zona de la diadema.

«Faltaría un poco de densidad, pero te ha salido un dedo más de pelo», le dijo. «Ay, ya puede funcionar. Tengo unas ganas de hacerme una coleta para atrás toda tiesa…», suspiró ella. Es cuestión de autoestima, pero también porque es muy presumida. «Estoy deseando que me salga una melena que arrastre por el suelo».

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