El 20 de noviembre de 1992 secuestraron a Maria Àngels Feliu Bassols, farmacéutica de Olot. Pasó 492 días bajo tierra. Los raptores enviaban cartas a la familia de la mujer, misivas que llegaron a manos del biólogo Manuel Crespillo Márquez (Guadix, 1966). Junto a su ... equipo analizó los restos de ADN hasta aportar una prueba clave para la resolución del caso. Manuel es, en resumen, el cabecilla de una parte esencial del C.S.I. español. Director del Departamento de Barcelona del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (INTCF), ha participado en el esclarecimiento de casos como el de las niñas de Alcasser o los etarras Lasa y Zabala; y ha colaborado para poner nombre y apellidos a los 148 fallecidos del accidente de Germanwings en los Alpes. Toda una eminencia de la genética forense en España con raíces accitanas.
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-Los que le conocen hablan muy bien de usted. ¿Es consciente de que causa esta impresión?
-No, no lo soy (risas). Serán muy amigos míos.
-Después de más de dos años de pandemia, ¿la gente ha cambiado la forma en la que ve la ciencia?
-Todo el mundo hablaba de la PCR muchas veces sin saber muy bien qué es y eso es ciencia, en definitiva. Hemos transmitido aspectos científicos a nivel divulgativo, la gente está más familiarizada con cuestiones de sanidad o higiene que tienen que ver con la ciencia.
-¿Cómo le explicaría a alguien que no sabe nada de su trabajo en qué consiste?
-Hay una serie que tiene una divulgación muy extendida que es CSI. Para empezar a explicarlo preguntarían si la han visto. Si la respuesta es sí, les diría que es algo parecido a eso y, a partir de ahí, intentaría desvirtuar un poco los mitos que aparecen en la serie que no tienen nada que ver con la realidad. Lo que hacemos es -siempre en un contexto de investigaciones judiciales- poner nuestro grano de arena para la resolución de los casos, analizando indicios biológicos de distinta naturaleza que puedan aparecer en el lugar del crimen o en el cuerpo de la víctima para establecer un vínculo con posibles sospechosos. Lo hacemos en base al estudio de una serie de zonas del genoma que nos hacen diferentes unos a otros, leemos esas zonas concretas para establecer un vínculo de conexión entre el pelo, la mancha de semen, etc. y la persona implicada.
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-¿Cuáles son esos mitos de C.S. I. que no se ajustan a la realidad?
-Yo no veo la serie, pero por lo que me cuentan da mucha rabia que cojan una muestra, la analicen y a las 24 horas lo tengan resuelto. Eso no se corresponde con la realidad, tampoco que cuando tenga un perfil genético aparezca la cara, nombre y apellidos de la persona implicada. Otro ejemplo es cuando toman una evidencia de cualquier soporte, como el picaporte de una puerta, y a partir de ahí obtienen un perfil genético, eso tampoco ocurre. Conviene dejarlo claro para no generar confusión.
-¿Una serie así ayuda al oficio o perjudica?
-A nivel divulgativo ayuda a conocer el potencial del ADN, las pruebas, etc., pero es verdad que para los profesionales que utilizan esas herramientas para resolver casos -como jueces, fiscales, abogados o médicos forenses-, si no se conocen los detalles, se pueden solicitar análisis que no son procedentes. Puede confundir en cuanto al potencial de la prueba.
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-De los cientos de casos en los que ha trabajado, ¿cuál le ha impactado más?
-Todos tienen víctima y por tanto impacto emocional, pero somos profesionales e intentamos abstraernos un poco. A mí personalmente lo que más me afecta son los casos de agresiones sexuales a menores, niños y niñas muy pequeños, por debajo de cinco o seis años, me impactan muchísimo. Aunque todos tienen su importancia.
-¿Los casos más mediáticos añaden más presión?
-Cuando es mediático se activan una serie de resortes que hacen que todo sea más rápido, aunque la implicación siempre es máxima, son profesionales de una altísima cualificación. Sí es cierto que en estos casos todo es mucho más ágil, a diferencia de un caso habitual que requiere unos tiempos que a veces se pueden demorar. Activamos protocolos que agilizan todo el proceso para dar una respuesta lo más rápida posible. Esa es la gran diferencia.
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-¿Se agilizan más porque les presionan más?
-La presión es relativa, preguntamos: ¿qué queremos, las cosas rápidas o bien hechas? Intentamos abstraernos en cuanto a la presión externa, estamos ya acostumbrados a trabajar así. Tenemos llamadas continuas de fiscales, porque cada juzgado tiene su caso y para ellos el suyo es el más importante. No nos afecta, seguimos unos estándares en materia de calidad y cumplimos con ellos en todos los casos, no solo en los mediáticos.
-¿Los casos más mediáticos han sido también los más impactantes a nivel personal o hay alguno/s en la sombra que recuerde más?
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-Hay casos que no han trascendido tanto a nivel mediático pero quedan en la retina, como los casos de agresiones sexuales múltiples. Vemos los detalles, los pormenores, las peculiaridades al analizar el ADN… y nos permiten aprender.
-De los más sonados, ¿cuál es el último en el que ha participado?
-Creo que el la manada de Sabadell -violación múltiple cometida a una joven de 18 años en 2019-, que se resolvió hace poco, o el de los atentados terroristas de La Rambla en Barcelona, que fue hace unos años.
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-¿Tiene algún tipo de contacto con las familias o permanece en el anonimato?
-No lo tenemos, ni siquiera en los casos de identificación de cadáveres. Nos mandan las muestras, analizamos y emitimos un dictamen. Estamos en la retaguardia, en la parte que no se ve. Es el médico forense el que envía la información al juzgado y este a su vez a la familia.
-¿Echa de menos ese trato directo? Que le den las gracias personalmente por un caso en el que ha trabajado tanto debe emocionar.
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-A nadie le amarga un dulce, pero asumimos esa ausencia de reconocimiento social con total normalidad. No lo echamos en falta, como empleados públicos es nuestra labor. Y posiblemente si habláramos con los familiares podría condicionar nuestra percepción del asunto, podría influir en la toma de decisiones, porque al final somos seres humanos y acaban afectándote. Nuestra imparcialidad es la que debe regir en nuestra forma de actuar y queda más preservada si ese contacto con las víctimas no existe.
-La sociedad puede pensar que la genética forense está exclusivamente ligada a la muerte, pero también es necesaria para los vivos. ¿Qué tareas son las más comunes?
-Sí, por ejemplo es muy común en el caso de paternidades, muchas relacionadas con las herencias, que hoy en día se resuelven con genética forense. No está solo relacionado con cadáveres, también con los vivos y en distintos contextos.
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-¿Hay algún área concreta en las que haya notado que ha aumentado el trabajo?
-Tras el confinamiento se produjo un incremento muy, muy importante de las agresiones sexuales. Según datos del Ministerio de Interior, estos delitos han sufrido el aumento más alto. En concreto, últimamente han crecido los casos de drogas de síntesis, lo que llamamos la sumisión química. El agresor se vale de este tipo de artilugios para doblar la voluntad de la víctima y cometer la agresión sexual. Está ocurriendo todos los fines de semana y no se está mediatizando tanto.
-¿Son más complicados de esclarecer los casos de sumisión química?
-Una agresión sexual de por sí es difícil demostrarla porque no suele haber testigos, está la víctima y el agresor, tenemos hallazgos biológicos y otros parámetros de tipo físico. En este caso es más difícil porque no hay forcejeo, hay una sumisión, con parámetros que no son evaluables.
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-Podríamos pensar que ser forense es sinónimo de trabajar con desgracias que han sucedido hace poco, pero trabaja también en casos tan interesantes y lejanos en el tiempo como la paternidad Salvador Dalí. ¿Cómo lo recuerda?
-Informamos a los juzgados y se resolvió, se determinó que la persona que estaba solicitándolo no era hija biológica. Fue hace unos años y a nivel personal reconforta, aunque para mí todos los casos son importantes.
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-Está continuamente participando en seminarios y congresos, ¿qué le motiva a invertir tanto tiempo en ellos?
-En España acudo a muchos, contribuyen a la formación y a la divulgación de la ciencia. También viajamos mucho a Centroamérica y Sudamérica porque necesitan esa formación, los especialistas no tienen las facilidades que tenemos en Europa y en la medida que podemos intentamos ayudarles. Aunque siempre digo lo mismo, nos traemos más cosas de las que dejamos allí. Ves que con mucho menos consiguen cosas increíbles.
-¿Cuál cree que es el mayor reto de la genética forense?
-Hay uno muy importante porque va a ayudar muchísimo en la resolución de casos, que es la posibilidad de conseguir las características del individuo. No estamos hablando todavía de un retrato robot, estamos todavía lejos, pero sí que tenemos una buena aproximación ya en cuanto a caracteres del color de los ojos, del pelo, de la piel… A partir de un pelo o una muestra de sangre podemos hacer una primera aproximación en esos términos. Está lejos del retrato robot, que sería perfecto, pero estamos ya ahí, hay países que ya están utilizándolo. El problema principal que vamos a encontrar es la cuestión legislativa, para usar estas herramientas genéticas hay que tener respaldo legal.
-¿En qué punto se encuentra España en esta materia?
-España tiene unos especialistas y unos laboratorios de un nivel muy alto. A nivel tecnológico contamos con equipamiento de primera línea para abordar esos retos.
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-¿Conseguiremos entonces esas herramientas tan perfectas que salen en C.S.I.?
-Yo creo que sí, lo vamos a conseguir. La metodología ya la tenemos y se está utilizando, solo nos falta ese punto final que es el apoyo legal.
-¿Qué diferencia hay entre el Instituto de Medicina Legal de Granada y el suyo?
-Son dos órganos que se complementan. En el de Granada trabajan médicos forenses y en el de Toxicología, aunque también hay, no es la categoría mayoritaria, lo que hay son biólogos, bioquímicos, químicos, farmacéuticos, etc. Los médicos forenses son los que hacen la intervención directa sobre la víctima y el Instituto de Toxicología analiza esas evidencias que nos remiten.
-Siempre se ha dicho que en Granada hay muy buena cantera de forenses.
-Así es, tiene una buena universidad y la cátedra es realmente buena.
-¿Cómo se puede formar alguien en esta materia en Granada?
-Existe el Grado en Criminología, pero hay que diferenciar entre este y Criminalística. Criminología tiene un corte más legal y más amplio, trata facetas como la psicología o aspectos sociales que afectan a víctimas y sospechosos; y Criminalística son ciencias aplicadas al esclarecimiento de hechos delictivos directamente sobre el indicio biológico.
-¿Sería interesante implantar en Granada esa formación en Criminalística?
-Por supuesto que sí, llevo mucho tiempo diciendo que hay que hacerlo y darle un corte práctico, que es lo más complicado. Tiene muchísima demanda y hay un vacío importante a nivel académico.
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-¿Qué relación guarda con Guadix?¿La frecuenta mucho?
-Estoy absolutamente vinculado, soy hijo de Guadix y voy varias veces al año. Además, mis padres viven ahí y tengo buenos amigos.
-Está usted casado y tiene tres hijos. ¿Han seguido ellos su camino?
-Tengo a Nuria, de 21 años, Carlos, de 20 y Marina, de 18. Carlos estudia Biotecnología y Marina empieza el próximo curso Biomedicina, son los que más me han seguido, por así decirlo. Nuria ha tirado por otro lado, está más vinculada a temas de farmacia.
-¿Le gusta que dos de ellos quieran seguir sus pasos?
-Quiero que vayan donde les lleve el viento, pero no me desagrada. El campo de la biociencia es impresionante por todo lo que puede contribuir a la sociedad.
-¿Qué consejo le daría a alguien que quiera seguir su camino?
-Que fuera constante, porque no es fácil. Los que nos dedicamos a esto somos afortunados, es apasionante y tiene una repercusión directa. Tienes que soñar, y para soñar tienes que ser constante en tus sueños. No hay que desfallecer nunca, la oportunidad siempre llega.
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