Cecilio Martín encarna la figura del maestro apasionado que enseña por vocación. Lleva 32 años en el mundo de la educación, ejerciendo su profesión con la misma ilusión que el primer día. Hace ya una década que asumió el cargo de director en el CEIP Atalaya, y desde entonces no ha dejado de impulsar a todos los alumnos que pasan año tras año por sus aulas.
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-¿Qué se siente al llevar más de tres décadas enseñando?
-Mucha satisfacción. Veo a ex alumnos que a día de hoy son médicos, maestros, trabajadores en general, que tienen su vida hecha y es muy satisfactorio ver que son personas plenas, adultas, con su vida. Estoy satisfecho con la labor realizada durante los primeros años en el colegio. Ser maestro es un trabajo duro.
-¿Está infravalorado el trabajo del maestro?
-Muchísimo. Ser maestro es muy duro. El esfuerzo mental y la implicación emocional desgastan y eso la sociedad no lo ve. De ahí que la crítica más habitual sea que tenemos demasiadas vacaciones. La sociedad no reconoce la labor del profesor ni lo importante que es la enseñanza.
-¿Qué retos plantea este curso?
-Seguir con la educación siempre es todo un reto. El primer día de curso todos los profesores nos disfrazamos de capitanes de barco y cada clase la adornamos como un buque. Con esto queríamos transmitir ilusión a los niños y mostrarles que somos un equipo. Pero el reto más importante es que sean felices y aprendan para mejorar la sociedad.
-Francia ha prohibido el uso de los móviles a los niños en los colegios. ¿Cómo valora esta medida?
-Prohibir nunca es bueno. Hay que educar en su uso para que lo utilicen correctamente y deben tener la supervisión de un adulto. Además, hoy en día un móvil es una herramienta de clase muy potente. Aun así, es cierto que aquí no dejamos a los alumnos que usen el móvil en clase. De hecho, tienen prohibido traerlo al colegio para evitar el riesgo de que se lo quiten unos a otros; un móvil cuesta mucho dinero.
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-¿A qué edad recomendaría el uso de móviles en niños?
-Una cosa es usar o aprender a utilizar el móvil como herramienta educativa y de comunicación y otra distinta es ser usuario de redes sociales o WhatsApp. Creo que hasta los 14 años no recomendaría esto último. Antes es mejor fomentar los juegos tradicionales para que mejoren las interacciones entre ellos. El problema es Internet, que está abierto a todos los públicos sin filtros y eso puede suponer un peligro de ludopatía, pederastia... Por eso educamos en responsabilidad a través de cursos con la Guardia Civil sobre ciberacoso.
-¿Hay acoso a estas edades?
-Se dan casos puntuales, pero no con la misma entidad que en Secundaria. Creo que estos comportamientos son parte de lo que nos queda de la condición de animales, pero sí que tenemos un protocolo de actuación establecido que se pone en marcha si hay algún indicio. Traemos a expertos a hablar del tema, tenemos libros sobre el acoso escolar y seguimos el Plan de Seguridad en Escuelas del Ministerio del Interior.
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-¿Los niños están sobreprotegidos?
-La superprotección de los niños no es buena y cada vez es más común en los padres. A los niños hay que dejarlos libres, que jueguen y aprendan por sí mismos. Cada vez se oye más «no te ensucies, no corras que te harás daño» y a la larga no es bueno. Un niño debe experimentar. Si no se deja que aprenda a interrelacionarse por sí solo en diferentes contextos y está tutelado las 24 horas al día, puede arrastrar déficit como la falta de autonomía. Es normal que corra, se caiga y se haga una brecha, pero luego se curará y habrá aprendido la lección.
-¿Qué relación se debe establecer entre padres e hijos?
-La relación entre padres e hijos es buena cuando las funciones de cada uno están claras y se conocen las normas, los deberes y las obligaciones de ambas partes. Hay contadas excepciones en las que los padres se creen colegas de sus hijos y no pueden serlo, porque entonces el niño estaría huérfano. Los padres están para educar, asesorar, corregir, siempre con respeto, pero no pueden ser amigos.
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-¿Hasta qué punto los padres deben ayudar con los deberes?
-Los padres han de hacer un seguimiento y comprobar que su hijo hace los deberes. Es recomendable que muestren ilusión por los progresos que hace. Hay que motivarlo, animarlo, asesorarlo y ayudarlo en lo que necesite enseñándole a ser autónomo.
- ¿Está a favor de los deberes en casa?
- A favor de los deberes sí, pero con cierta mesura para habituar al alumno al trabajo. Lo que no es normal es que después del colegio pasen cuatro horas al día haciendo deberes. Un niño de sexto de Primaria no debería estar más de una hora al día ocupado con los deberes, los niños tienen que jugar. El problema es que se entienden los deberes como una tarea de boli y libreta y eso es tedioso. Los deberes pueden ser leer un cuento o escribirlo, que haya interacción.
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-Siempre se compara el sistema educativo español con el finlandés. ¿Es justa esta comparación?
- A través del programa Erasmus+ he viajado a Finlandia, Estonia y otros países para ver su sistema educativo y en organización son similares. Sí que tienen una rutina de trabajo muy buena, pero hay muchos otros aspectos en los que los superamos. Quizá el éxito de estos programas educativos en realidad recae en el éxito de su sistema social, ya que tienen más recursos y allí las familias desfavorecidas son meramente testimoniales.
-¿Es comparable la inclusión de alumnos con diversidad?
-En Estonia, por ejemplo, no hay integración de alumnos con autismo o alguna discapacidad, están segregados, pero en España destaca la inclusión. Es cierto que allí las clases no están tan masificadas, pero aquí se tiene en cuenta la diversidad. Las leyes en España promueven la escuela inclusiva, que no dificulta que los mejores triunfen y es positivo para quienes tienen alguna diversidad.
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- ¿El sistema educativo es competitivo?
- Por desgracia, la escuela es más competitiva de lo que deseamos, supongo que, en parte, por el sistema de calificación. Los maestros no queremos que sea competitiva, pero la sociedad habla de notas para los mejores. La escuela básica no es tan competitiva, pero sí que habría que rectificar los planes de estudios para enseñar a aprender, no a competir.
- ¿El castigo educa?
- En primer lugar, el castigo físico queda excluido. El plan de convivencia del colegio define medidas correctoras para conductas contrarias. La supresión de alguna actividad extraescolar, un apercibimiento como enviar una carta a sus padres y una amonestación oral son algunas de ellas. Si es reiterado, el alumno verá que actuar contra la norma tiene consecuencias. Además, tenemos un programa de mediación en el que los alumnos de sexto median en los conflictos para que entiendan el valor de las reglas.
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-¿Cree que los niños hacen demasiadas actividades extraescolares?
- Sí, están sobrecargados de actividades. Hay niños que tienen un horario como si fueran adultos. Los padres sufren con la intención de que sus hijos tengan y hagan de todo. ¿Cuándo les queda tiempo para jugar? Idiomas, deportes, música... La agenda se aprieta de actividades y los niños se cansan y pierden el interés.
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