El caso del espantoso crimen de Marina, una joven de solo 18 años que fue asesinada a golpes y puñaladas por su novia en Motril, ha quedado definitivamente cerrado. El Tribunal Supremo, la máxima instancia penal de España, ha dictado una sentencia en la que ratifica que la acusada, Yasmina M. R., causó deliberadamente un sufrimiento «inhumano» a la víctima, es decir, que se encarnizó con ella. La procesada, que fue juzgada por un tribunal popular, recurrió para que la justicia le librarse de la agravante de ensañamiento, pero no ha conseguido su objetivo.
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En este sentido, la convicta alegó que mató a su compañera sentimental en poco «más de un minuto», lo que sería incompatible con haber infligido un «exceso de daño» a la infortunada joven, que acababa de alcanzar la mayoría de edad cuando Yasmina acabó con su vida.
Sin embargo, el Supremo ha rechazado ahora los argumentos de la asesina y recuerda el contenido del veredicto del jurado, que «declaró probado» que la encausada «asestó al menos trece puñaladas» a su pareja, una feroz agresión que causó su fallecimiento. «La intención , con la reiteración de las puñaladas, además de acabar con la vida» de Marina, «era hacerla sufrir cruel e innecesariamente».
El Supremo comparte esa conclusión y recuerda que el cadáver de la joven presentaba «dos tipos de lesiones: las provocadas por el cuchillo a lo largo de distintas partes del cuerpo y otras que son efecto de golpes contundentes con un objeto romo, como pueden ser puñetazos» o patadas. Para la ponente de la sentencia, la magistrada Ana María Ferrer, esos golpes «sólo podían aumentar el daño físico».
Además, recuerda que la propia condenada reconoció ante el fiscal que, tras propinar un puntapié en la cara a Marina, le tapó la boca «con una mano mientras con la otra seguía dando puñaladas», un detalle que descartaría que el primer ataque «fuese» el que «resultó letal y pudiera dejar casi inmediatamente inconsciente a la víctima, y permite entender que, por breve que fuera, durante la agresión la acusada reiteraba los actos lesivos con intención de provocar sufrimiento».
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El suceso ocurrió a las trece horas del 12 de abril de 2021 en un cortijo de Motril en el que ambas convivían. Después de asesinar a Marina, Yasmina, que había esnifado cocaína, intentó ocultar el cadáver con la ayuda de un hombre que fue absuelto por su incapacidad para comprender lo que hizo.
Al día siguiente, Yasmina se acercó hasta la Comisaría de Policía de la ciudad costera y confesó el crimen.
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