El Supremo ratifica las penas para los tres condenados por el crimen de Arenas del Rey

Previamente habían interpuesto un recurso de apelación contra la sentencia dictada por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, que también fue desestimada. Además, el tribunal aumentó las indemnizaciones que los condenados han de pagar a los familiares de la víctima mortal, tanto a su hijo como a sus padres, representados por el abogado Antonio Illana, del despacho Luna y Asociados; y a a su pareja, representada por el abogado Ernesto Manzano, del mismo despacho.

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El jurado popular declaró a los tres procesados culpables de un delito de asesinato consumado y de otro en grado de tentativa -dado que fue disparado otro hombre que no murió-, ya que los tres habían actuado «de forma coordinada y conforme a un plan previamente establecido». Puesto que en su cortijo-finca ya se habían producido varias sustracciones de la marihuana que allí se cultivaba, los tres acusados decidieron acabar con la vida de quiénes volviesen a intentar hacerse con ella, haciéndose con dos armas.

La sentencia dictada por la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Granada apuntó que los dos condenados varones, el dueño y el guarda de la finca, lo son, como autores de un delito de asesinato, a la pena de 17 años y seis meses de prisión, y de la tentativa, a otros nueve años. A ellos, también culpables de tenencia ilícita de armas, el juez los condena a una pena de un año y tres meses de prisión a cada uno. A la mujer, esposa del primero, se le imponen quince años y tres meses por un delito de asesinato, «estimando su menor contribución causal a la muerte», y a ocho años por asesinato en grado de tentativa.

Los hechos ocurrieron en la madrugada del 11 de octubre de 2019, cuando cuatro hombres acudieron en una furgoneta a las inmediaciones de un cortijo situado en un paraje próximo al pantano de Los Bermejales, con el fin de hacerse con la marihuana allí existente. Alertado por esos ruidos, el guarda «contactó telefónicamente» con el propietario «advirtiéndole de la presencia de intrusos en el cortijo». Él y su esposa «se desplazaron rápidamente hasta el cortijo-finca» en un todoterreno conducido por ella con «la intención de llevar a cabo el plan previamente acordado por los tres».

Según recoge la sentencia, cuando persiguieron a la víctima mortal, que huyó «despavorido» al ver que los recibían con rifles los dos condenados varones, estos proferían voces tales como «hay que matarlos a todos», indicándose «a gritos los lugares por los que tenían que continuar la búsqueda, localizándolo finalmente y disparándole con el rifle estando situados a su espalda».