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Una profesora de la guardería Galopines de Albolote toma la temperatura a un pequeño antes de entrar. Pepe Marín
«Este susto en Albolote nos va a servir como toque de atención, nos estábamos relajando»

«Este susto en Albolote nos va a servir como toque de atención, nos estábamos relajando»

Sin confinarse pero en alerta, Albolote mantuvo la actividad de un día normal mientras 40 vecinos desfilaron por el centro de salud para hacerse las pruebas

Viernes, 4 de septiembre 2020, 08:57

«Espere señora por favor, es por su salud. Estamos extremando las precauciones por lo de Albolote». La cajera de Cash Zurita recordaba amablemente a una clienta mayor la necesidad de guardar la separación en la cola e invitaba al que en esos momentos estaba pagando a limpiarse las manos con gel hidroalcohólico de nuevo. Son las precauciones de todos los días, pero ayer, tras el bando del alcalde que puso Albolote en alerta, no se le iban ni un momento de la cabeza.

A simple vista, la restricción del control en los edificios municipales y los medios de comunicación que entrevistaban al alcalde en la plaza eran ayer la única novedad con respeto a cualquier otro día de la nueva normalidad. Las calles mantenían la actividad, todos los negocios del pueblo estaban abiertos y los vecinos subían y bajaban de la parada del metro, mientras dos operarios sudaban gota gorda para desinfectar un vagón cada tres minutos.

Los alboloteños no se tomaron al pie de la letra la petición de autoconfinarse, pero sí tomaron buena nota de la llamada de atención del alcalde y volvieron a subir ayer la guardia. En la terraza del Andrés Café, Rocío y Delia, compañeras de trabajo, desayunaban como cualquier otro día, pero con más miedo y precauciones. «Es una llamada de atención y por supuesto que la vamos a tener en cuenta», coincidían.

El centro de salud

Alrededor de las diez de la mañana, a las puertas del centro de salud de la localidad se concentraba una decena de pacientes, aguardando para ser atendidos de esas dolencias comunes que aparecen en los libros de medicina y que estos días parecen haber pasado a un segundo plano. «Yo es que tenía que venir para curarme porque me han operado de una hernia», justificaba Francisco. «Yo tenía la cita para la vacuna del niño y no he querido perderla, me enteré anoche del bando y si hay que confinarse lo haremos», apuntaba otra disciplinada vecina.

Alrededor del mediodía, por la caseta que se ha instalado junto al centro de salud desfilaron unos cuarenta alboloteños, a los que Salud había citado para las pruebas del coronavirus. La imagen de los sanitarios con los asfixiantes equipos de protección volvió a recordarles que el peligro sigue ahí.

También en las guarderías de Albolote ayer fue un día de más recelo para los padres. «Algunos han decidido no traer a los niños, pero la mayoría sí han venido», explicaban las responsables de la escuela infantil Galopín, mientras cumplían a rajatabla con el protocolo de seguridad para los pequeños en la entrada. Control de temperatura, limpieza de zapatos y de manos. Desde la puerta de Galopín, Inmaculada una de las mamás, despedía a sus dos pequeños: «Los traigo porque tengo un negocio y hay que seguir funcionando, pero este susto nos va a servir como toque de atención . Nos estábamos relajando con el verano».

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