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El funcionamiento del negocio era idéntico al de los restaurantes de comida rápida, pero, en lugar de hamburguesas, vendían cocaína. Cuando la banda fue desmantelada, la 'plantilla' estaba integrada por una telefonista que, presuntamente, tomaba nota de los pedidos y dos repartidores motorizados.
Además, otro ... de los supuestos componentes de la trama tenía la función de vigilar y 'dar el agua' -la alerta- si veía a las fuerzas de seguridad merodear por la inmediaciones del inmueble desde el que operaban. Al parecer, no estuvo demasiado atento y no se percató de que la Policía Nacional había establecido un dispositivo para espiar los movimientos de los presuntos narcos. Eso ocurrió en mayo de 2023 en Granada capital y, en febrero de este mismo año, el tinglado se vino abajo.
El domicilio que servía de base a los sospechosos fue registrado de madrugada y los agentes encargados de la investigación hallaron «145,60 gramos» de cocaína «valorada en 5.698,36 euros» y «que los acusados pensaban destinarla a la venta a terceras personas», relata la Fiscalía Provincial de Granada en su escrito inicial de imputación, un documento en el que atribuye a los cuatro detenidos la presunta comisión de un delito contra la salud pública y otro de pertenencia a un grupo criminal. En este sentido, y si fueran hallados culpables, cada uno de los procesados podría ser condenado a seis años y nueve meses de cárcel.
Era el final del presunto 'telecoca', que es la definición que utiliza la propia fiscalía para describir el entramado. «Los acusados realizaban ventas de sustancias estupefaciente por el sistema denominado 'telecoca', el cual, tras llamada telefónica realizada por el comprador, los acusados procedían a la entrega de la sustancia en el domicilio o lugar previamente concertado a cambio de dinero en efectivo», detalla el ministerio público.
Pero eso no podía hacerse de cualquier manera, era preciso montar una estructura bien engrasada. «Requería la previa organización y reparto de funciones entre los acusados». Así las cosas, la única mujer de la banda sería la que, supuestamente, recibía «los pedidos mediante llamada de los compradores», que luego entregaban a los clientes dos de sus compinches. Para esa tarea disponían de tres motocicletas.
Y luego estaba el vigilante que, como ya se ha dicho, parece que pudo ser el punto débil de la 'empresa', aunque también es cierto que el juzgado encargado del caso había autorizado escuchas telefónicas a los supuestos narcotraficantes.
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