Nos parece que vivimos en un Universo perfecto en el que un creador muestra su sabiduría de matemático omnisapiente. Pero esa imagen no es real. Nuestro Universo cambia porque evoluciona
leandro sequeiros san román
Domingo, 24 de enero 2021, 23:10
EN estos días nos sentimos bajo la amenaza de los terremotos. En el imaginario colectivo de nuestra sociedad anida la imagen de que vivimos en un Universo que se asemeja mucho a una máquina perfectamente engrasada que funciona a la perfección. Todos necesitamos sentirnos seguros. ... En tiempos de pandemia, de crisis económica, de crisis ambiental, de crisis política, necesitamos sentirnos seguros. Nos es muy difícil imaginar un Universo imperfecto, enigmático, con un 80% de materia oscura. Un universo casi chapucero. Pero nos parece demostrado que el llamado orden cósmico, regido por perfectas ecuaciones matemáticas, apenas deja resquicios al desorden, al error, al fallo mecánico. Nos parece que vivimos en un Universo perfecto en el que un creador muestra su sabiduría de matemático omnisapiente. Pero esa imagen no es real. Nuestro Universo cambia porque evoluciona. La Tierra cambia porque evoluciona. El cambio es consustancial con la realidad física y biológica.
En nuestro Universo, aparentemente perfecto, existen aparentes fallos matemáticos, físicos y geométricos y, episódicamente al Universo y a la Tierra les afectan las que podíamos llamar catástrofes de potencia inimaginable. Desde nuestra percepción de seres humanos, el planeta Tierra parece ser frágil, vulnerable y voluble, inestable e imprevisible desde hace 4.500 millones de años. Uno de los ejemplos que ponemos los geobiólogos es el hecho de las cinco terribles extinciones en masa que casi arrasaron la vida en el planeta, a las que se unen otras muchas crisis imprevistas y otras episódicas. Y ahora se habla ya entre los científicos de la sexta extinción. No se trata con esto de agitar el miedo. Sino de afrontar con madurez la fragilidad imprevisible y la vulnerabilidad del universo, del sistema solar, del planeta tierra, de los ecosistemas y de la vida humana y de sus producciones culturales, tecnológicas y científicas. La pandemia de la Covid-19 nos debe hacer conscientes de que, como decía un amigo fallecido, «vivimos de milagro». Y esta es la base de nuestra grandeza como seres humanos pensantes.
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