![El arquitecto Pedro Salmerón supervisa los trabajos que se acometen en el flanco de plaza de las Pasiegas.](https://s2.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202102/17/media/cortadas/pinaculos%20pepe%20(39)-khSD-U130550314026OQC-624x385@Ideal.jpg)
![El arquitecto Pedro Salmerón supervisa los trabajos que se acometen en el flanco de plaza de las Pasiegas.](https://s2.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202102/17/media/cortadas/pinaculos%20pepe%20(39)-khSD-U130550314026OQC-624x385@Ideal.jpg)
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El suelo ya venía moviéndose en Granada desde diciembre. En principio, poca cosa. En enero los temblores fueron a más. Hasta que llegaron las once de la noche del martes 26 y, en apenas media hora, se sucedieron tres fuertes sacudidas de magnitud superior a ... cuatro con epicentro en plena Vega, en el sistema de fallas del triángulo que conforman los municipios de Santa Fe, Atarfe y Chauchina. Susto mayúsculo y familias a los descampados por miedo a las réplicas, que se contaron por cientos.
Pues bien, justo en ese momento el arquitecto conservador de la Catedral de Granada, Pedro Salmerón, ya era perfectamente consciente de que habría daños en los elementos más sensibles a los seísmos, los pináculos y las cornisas, y que se requeriría una inspección urgente y una actuación igual de urgente. Los hechos le dieron la razón tres días después, cuando fue preciso acordonar la plaza de las Pasiegas porque se habían precipitado dos fragmentos que comprometían la seguridad de los viandantes –hablamos de una de las zonas más concurridas de la capital–.
El peritaje realizado con una grúa telescópica, en la que intervino el propio Pedro Salmerón, confirmó el fin de semana del 30 y 31 que, en efecto, había que acometer a la mayor brevedad tareas preventivas de conservación. ¿El objetivo? Evitar que alguno de estos elementos más sensibles se pudiera venir abajo ante la hipótesis más que verosímil de que el enjambre sísmico se prolongue durante un tiempo –resulta imposible adelantar una fecha ni tan siquiera de forma aproximada–. En este punto conviene aclarar que un pináculo es una masa de piedra esculpida que, en el caso de la Catedral, puede pesar hasta 2,4 toneladas y medir cerca de dos metros. Imagínese el peligro si se desploma uno de ellos desde treinta y cinco metros, que es exactamente la altura que va de la base a los tejados de la fachada principal.
Rápidamente se montaron los andamios y... hasta hoy. Bueno, en realidad hasta finales de marzo, que es hasta cuando se puede prolongar la intervención, según las estimaciones que realiza el propio Pedro Salmerón. «Ahora mismo hemos desmontado total o parcialmente cinco pináculos que entrañaban riesgo, aunque seguro que habrá que intervenir más de diez de los treinta que hay en todo el perímetro de las cubiertas (en total hay en torno a un centenar)», explica Pedro Salmerón. En efecto, 'desmontar' porque el procedimiento pasa por retirar la pieza, cortando el fuste con una sierra –una operación que puede durar unas dos horas– para después volver a montar, pero colocando un vástago de hierro forjado de unos cuatro centímetros de ancho, desde el fuste hasta el remate, para propiciar una mayor sujeción cuando Granada vuelva a tambalearse.
De forma paralela, se está inyectando resina acrílica en las pequeñas grietas y en los surcos que hay en la base de los pináculos. Un trabajo perfectamente coordinado. «Lo importante es sujetar y posteriormente, cuando hagamos un examen más detenido, determinar si tenemos que quitar todo el bloque o sólo una parte», comenta Salmerón. En caso de vibración la parte más sensible es los remates, que sufren lo que técnicamente se conoce como 'efecto látigo'.
Aunque la Catedral se comenzó a construir en el siglo XVI –la primera piedra se colocó el 25 de marzo de 1523–, la mayor parte de los pináculos actuales fueron colocados ahí con posterioridad por razones muy parecidas a las actuales, porque su sostenibilidad estaba comprometida por la acción de fenómenos naturales como los terremotos o por la incidencia de agentes meteorológicos –fundamentalmente el viento–. La mayoría datan del siglo XIX, aunque también los hay mucho más recientes, de después de la Guerra Civil. Algunos fabricados en mortero de cemento. «Éstos presentan el problema de que el material fija fuerte, pero no es la mejor solución para disipar la energía», dice Salmerón.
¿Cuánto costarán estos trabajos? Aún es pronto para determinar una cantidad, «pero a buen seguro que serán varios cientos de miles de euros», calcula. «En los últimos quince años –añade– todas las inversiones las ha realizado la curia con sus propios recursos, pero ahora habrá que llamar a las puertas de otras administraciones como la Junta de Andalucía y el Gobierno central, ya que hablamos de un patrimonio de enorme valor que transciende la función solo religiosa y de culto».
Respecto a la estatua de San Miguel, asida a la Catedral por una bovedilla y un pequeño fuste, Pedro Salmerón ha indicado que no se observan imperfecciones que, en principio, hagan temer por su derrumbe.Era uno de los elementos que más preocupaban.
Una vez que se acabe con el flanco de las Pasiegas, se continuará por los laterales de la seo, las calles Cárcel Baja y Oficios. Hay preocupación por cómo hayan podido afectar los terremotos a la crestería y los pináculos de la Capilla Real, uno de los ejemplos más representativos de gótico tardío en España. Estas 'agujas', que tienen una función puramente ornamental, constituyen un conjunto de especial interés que proporciona sensación de ligereza a la coronación de las fábricas.
La intervención de urgencia que está acometiendo la curia ha empezado por el flanco de la fachada principal, el que da a la plaza de las Pasiegas. Aquí es donde se produjeron los dos desprendimientos de fragmentos de pináculos que encendieron todas las alarmas.
El arquitecto Pedro Salmerón explica que se realizará un diagnóstico de toda la zona perimetral de la Catedral, lo que implicará la revisión de los laterales que dan a las calles Cárcel Baja y Oficios. La intención es que las zonas de paso que hoy están cortadas queden expeditas en el plazo de una semana o diez días, calcula Salmerón.
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