Soy monaguillo preconciliar, de aquellos que ayudaban en los oficios de espaldas a los fieles y en latín. De los que cambiaban, de un lado a otro del altar, el pesado misal para que el sacerdote leyera la epístola o el evangelio. De los que ... levantaban la casulla y hacían sonar la campanilla en el momento de la consagración y de los que sujetaban la patena bajo la barbilla en el momento de la comunión. Soy de los que celebraban el día de la madre el 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción, patrona del arma de Infantería del Ejército de Tierra, y también del Cuerpo Jurídico Militar y de los capellanes castrenses. Uno de los patronazgos más populares de las Fuerzas Armadas, ya que la Inmaculada Concepción es también la patrona de España. El origen de su patronazgo sobre la Infantería española data de la Batalla de Empel de 1585, cuando soldados españoles hallaron en esa localidad holandesa una tabla oculta con la imagen de la Inmaculada, horas antes de un milagro que les dio la victoria sobre los flamencos. El patronazgo de la Inmaculada sobre el arma de Infantería fue confirmado el 12 de noviembre de 1892 por la Reina Regente María Cristina de Habsburgo.
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Por eso me costó tanto admitir que ese día en el que yo le regalaba unas flores recogidas a mi madre, o una maceta de a peseta, me lo cambiaran sin más, al primer domingo de mayo. También me cambiaron el Padre Nuestro, y el Credo. Total, que tuvimos que hacer un reciclaje rápido para adaptarnos a las nuevas formas. Colocar altares para poder oficiar de cara a los fieles, traducir los rezos a nuestro idioma y ver como los velos ya no eran obligatorios para entrar en las iglesias.
Las primeras celebraciones del Día de la Madre se remontan a la antigua Grecia, donde se le rendían honores a Rea, la madre de los dioses Zeus, Poseidón y Hades. Posteriormente los romanos llamaron a esta celebración Hilaria, cuando la adquirieron de los griegos. Se celebraba el 15 de marzo en el templo de Cibeles y durante tres días se realizaban ofrendas.Con la llegada del cristianismo se transformaron estas celebraciones para honrar a la Virgen María, la madre de Jesús. El catolicismo en Europa comenzó a honrar a la Virgen María, madre de Jesús de Nazaret, el 8 de diciembre de 1854, cuando el Papa Pío IX declaró el dogma de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María. Cada 8 de diciembre la fiesta de la Inmaculada Concepción sirvió para conmemorar a todas las progenitoras. La costumbre se mantuvo hasta los años sesenta, cuando Galerías Preciados adoptó la costumbre de celebrar el Día de la Madre en mayo, a imagen y semejanza de lo que hacen otros países. Su competidor, El Corte Inglés, mantuvo la fecha del 8 de diciembre, por lo que durante algún tiempo el Día de la Madre se celebró en España, a modo comercial, dos veces al año. Fue en 1965 cuando el Día de la Madre se estableció definitivamente el primer domingo de mayo, un mes asociado a la Virgen María, acoplándose así también las autoridades eclesiásticas. Pero lo que ha sucedido con el paso del tiempo es que el día de la madre se nos ha convertido en un asunto comercial de primer orden, cuando desde meses antes nos bombardean con anuncios comerciales acerca de esta celebración, que por cierto no hay forma humana de que tenga lugar el mismo día en todo el mundo. Son muchos los países que tienen repartido por todo el calendario esta festividad en la que lo importante es acordarse de la que nos trajo al mundo, y no lo que le compremos como regalo.
Por aquellos años finales de los sesenta y principios de los setenta, apareció con fuerza comercial, una medalla llamada «de la madre», cuya compra pocas economías podían soportar, pero que te la vendían a cómodos plazos. El asunto podría estar inspirado en la llamada, 'Medalla Milagrosa' cuya historia comienza en el año 1830, cuando la Virgen se aparece a Santa Catalina Laboure, en París. Presentándose como la Inmaculada Concepción, María estaba situada encima de una esfera y con rayos de luz brillantes saliendo de sus manos. Bajo los pies de la Madre, Santa Catalina veía una serpiente cuya cabeza era aplastada por María. Según el testimonio de Santa Catalina, una voz le exhortó: «Hay que hacer una medalla semejante a esto que estás viendo. Todas las personas que la lleven, sentirán la protección de la Virgen». Años después, San Maximiliano Kolbe, franciscano y mártir, conoció esta particular devoción mientras estudiaba en Roma, en el año 1917. Concretamente, conoció la historia de cómo se convirtió el entonces masón Alfonso de Ratisbona, gracias a la intercesión de María a través de la medalla. Después de ver transformada toda su vida, Alfonso entró a la Compañía de Jesús, que posteriormente abandonó para viajar a Jerusalén, donde fundó un convento para una congregación dedicada a la evangelización entre el pueblo judío.
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Lo que llega hasta nuestros días es que la medalla que nace tras la aparición de la Virgen Inmaculada podría haber sido el germen de la Medalla de la Madre, en la que aparece una imagen de mujer joven inspirada en la Virgen, que sostiene en sus brazos un bebé. Asunto éste que no deja de tener unas connotaciones bastantes comerciales, aunque la idea primigenia sea loable. En cualquier caso, lo importante del día de hoy, es testimoniar a las madres nuestro amor eterno. Yo creo que con eso basta.
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