He perdido la cuenta de las veces que han estado a punto de atropellarme yendo tranquilamente andando por la acera. Hablo de esos cacharros diabólicos llamados patinetes eléctricos que han tomado la ciudad a modo de una jungla. De esos desaprensivos que te adelantan por ... la espalda, sin que puedas escucharlos ni esquivarlos. Hace unos días una criatura de estas, tan habituales ahora por nuestras calles, estuvo a punto de tirarme al suelo, pasándome por detrás –por la acera lógicamente– me golpeó con la mochila que llevaba. Pienso que esto no nos lo hemos tomado en serio y, esta gente que campa a sus anchas, sin respetar a los demás deberían someterse a algún tipo de legislación que nos proteja.

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No hablo de los patinetes de acción humana, que se mueven a una velocidad prudente que es la que tu pierna le puede impulsar. Hablo de los eléctricos que alcanzan velocidades muy superiores a las de un ciclomotor, por poner un ejemplo, y esto raya en la hilaridad. El otro día, yendo en mi coche por la circunvalación, observé como uno de estos patinetes alcanzaba una velocidad superior a los 100 km/h, saliendo disparado del acceso de Recogidas, adelantando por la derecha a todos los vehículos y desapareciendo por la salida de la Chana. A mí me parece que esto no es normal, teniendo en cuenta que lo mismo circulan en dirección prohibida por cualquier calle, por las aceras, entre los coches, y, sobre todo, entre los peatones que vamos tranquilamente por nuestra acera.

Llevo todos los días al colegio a mi nieto y, observo con hilaridad como algunos padres y madres llevan a sus hijos a clase en este tipo de artilugios, compartiendo un espacio mínimo a una velocidad considerable, poniendo en peligro la vida suya propia, la de sus hijos y, la de los demás que estamos alrededor. En ocasiones extremas he visto patinetes eléctricos tripulados por adolescentes en compañía incluso de hasta dos amigos. Creo sinceramente que la autoridad competente no se ha tomado esto en serio todavía y, la estadística va aumentando con personas atropelladas y conductores de patinetes accidentados.

BICICLETAS

Esta nueva moda del patinete eléctrico ha venido a colonizarnos fuera de toda ley y reglamento, cuando todavía no habíamos solucionado el tema de las bicicletas. Esas que van a toda velocidad por la acera, por la calzada en dirección prohibida, haciendo el caballito y –yo me atrevería a decir que muchas veces hasta el gamberro– con toda impunidad. Y en este apartado también incluyo a aquellos ciclistas de cierta edad que utilizan la bicicleta como su deporte sin respetar las direcciones prohibidas ni las aceras ni el número de ellos que deben ir en paralelo. No son pocas las discusiones entre automovilistas y ciclistas que he presenciado a lo largo de mi vida, porque estos no respetan a los vehículos ni a los peatones y, lo peor del caso es que estoy seguro de que el 90% de ellos, tienen carné de conducir y utilizan vehículo propio, pero es ponerse el culote, el casco, y montarse en la bicicleta, y olvidarse de las normas más elementales que existen para todos en la circulación vial. Aquí incluyo a aquellos que en calles estrechas donde no puedes adelantarlos, van a su bola sin tener en cuenta la cola de coches que llevan detrás. Incluso en alguna ocasión he comprobado que si les adviertes con el claxon se dedican a hacer caballitos o hacer que el vehículo se frene o zigzaguee, para aumentar así la cola de vehículos que llevan detrás.

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Así que, de esta manera, nuestras calles y carreteras se han convertido en los últimos tiempos, en una especie de jungla en la que cada cual hace de su capa un sayo, sin respetar a los demás usuarios. Observo bicicletas y patinetes dentro de los parques donde hay niños pequeños, cuando a la entrada de los mismos se observan señales de obligado cumplimiento que impiden que este tipo de vehículos entren al recinto. El asunto es tan preocupante que uno ya no sale a la calle tranquilo, pensando en que en algún momento alguno de estos desaprensivos te obligue a apearte de la acera o te adelanta por detrás dándote un susto de muerte. Y no se te ocurra decirles nada porque, en el mejor de los casos, se vuelven y te hacen una peineta. Pero hay otros mucho más osados qué te insultan e incluso se paran y te desafían a una pelea barriobajera y callejera.

MATRÍCULA PARA TODOS

Pertenezco a una generación en la que las bicicletas llevaban su matrícula y, no entiendo por qué, no sigue vigente. La matrícula identifica al propietario, y, además, no me parece excesivo que se contara con un seguro para evitar conflictos en caso de accidente.

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En mis tiempos, los carteros iban en bicicletas identificadas con su matrícula y con un enorme letrero pendiendo del cuadro en el que se podía leer, 'Correos y Telégrafos'. También la Guardia Civil utilizaba las bicicletas para su desplazamiento, con su correspondiente matrícula y cartel identificativo. A mí me parece que no sería excesivo el obligar a los propietarios de patinetes y bicicletas que volviéramos al siglo pasado y cada uno llevara su vehículo matriculado y, además, fuera portador de un seguro que puede evitar riesgos mayores. Cualquier tiempo pasado no fue mejor, pero a mí me parece que entonces las cosas se hacían con mayor lógica. Lo de ahora me parece un despropósito que alguien debería parar y reglamentar de manera que incluyera una formación cívica mayor y una mejor educación. No solamente me refiero a la vial, si no a la humana, así evitaríamos sustos y accidentes, a los que todos estamos expuestos desde que ponemos un pie en la calle.

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