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El presidente Leopoldo Calvo-Sotelo preside la tribuna de la Semana Santa junto a Sánchez Faba. Orfer
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Crónicas granadinas

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Domingo, 19 de marzo 2023, 00:13

Pese al eco social y mediático que tienen otras semanas santas, la granadina siempre ha tenido un atractivo muy especial, aunque nosotros no hemos proclamado sus virtudes hasta hace bien poco. La hemos vivido tradicionalmente como algo muy nuestro e íntimo, y nos hemos conformado ... con la opinión positiva de quienes la descubrían con gran sorpresa, pese a nuestro recato al proclamarla. Por dar solo un par de detalles, no existe una riqueza imaginera como la nuestra, ni un paisaje por el que discurran las procesiones de tanta historia y belleza. Hay quién mataría –eufemísticamente– por tener una hermandad en un barrio como el Albaicín, pasando por los Grifos de San José, otra pasando por las cuevas del Sacromonte, rociada de saetas, con hogueras y bengalas, o la majestuosidad solemne de la virgen alhambreña, horadando el recinto nazarí, por sólo poner algunos ejemplos, entre los que no escaparía el Cristo de la Misericordia, por la Carrera del Dauro con su Granada apagada, y el acompañamiento solitario de un timbal destemplado en cabeza de procesión. Creo que, con estos detalles, no es posible la comparación con ninguna otra Semana Santa. De ahí que hasta la Casa Real haya mostrado más de una vez su apoyo a nuestra liturgia en las calles, otorgando el título de Real a varias de nuestras cofradías e incluso asistiendo a alguno de nuestros desfiles en tiempos pretéritos.

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