S i los dioses lo creen propicio, en un par de meses cumpliré los setenta, que para un niño enclenque, criado a base de leche en polvo americana y, botellas de 'Calcio 20', no está nada mal, si tenemos en cuenta que cuando nací nadie ... daba un duro por mí. Cogí las payuelas, el sarampión, la tosferina, la polio jugueteó conmigo y hasta la tuberculosis me cercó un buen día en que comenzaron a darme pastillas de 'Hydracida' por un tubo. Después me ha visitado el cáncer. En fin que, si tenemos en cuenta que mi padre murió con 67 años, debo sentirme un privilegiado de haber llegado hasta aquí, por lo que doy gracias al cielo y a todo aquel que lleve una bata blanca o un pijama verde. Yo ahí lo dejo.
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El caso es que todo esto viene a colación, porque estar más cerca de los setenta que de los sesenta, a estas alturas de la película, me ha permitido vivir – entre otras cosas – ediciones y actuaciones de nuestro Festival Internacional de Música y Danza, que forman parte de la historia de la humanidad, como páginas imborrables de la música y la danza. Apartado éste en el que incluyo los Cursos Manuel de Falla, sobre todo los dirigidos por don Antonio Iglesias, de perpetuo recuerdo. Pertenezco a una generación que comenzaba a disfrutar de las ediciones de nuestro Festival Internacional, con la conferencia inaugural en el patio de la Casa de Los Tiros, que impartía el ex militar y crítico musical de ABC, don Antonio Fernández Cid, la misma tarde en que comenzaban los conciertos en Carlos V.
He tenido la oportunidad de ver los mejores ballets de todo el mundo pasar por el Generalife, algunos con la música enlatada, pero allí estaban. Los nacionales bajo la dirección de Gades o José Antonio. Los contemporáneos de primer orden como el 'Siglo XX' de Maurice Bejart, con Víctor Ullate como primer bailarín. Las mejores sopranos y los mejores tenores, los mejores directores de orquesta, junto a las más importantes formaciones, los mejores solistas, y he tenido la oportunidad de disfrutar de todo aquel que ha sido algo en el mundo del pentagrama, nacido en nuestra tierra, o venido de fuera pero muy vivido aquí, como fue el caso del malagueño Jesús López Cobos, que cuando su tierra no tenía Universidad, tuvo que venirse a estudiar aquí, y fue aquí donde nació su vocación musical, llegando incluso a fundar Juventudes Musicales en Granada, y luego llevar una trayectoria ejemplar como director, al mando de las mejores orquestas del mundo.
Si en el panorama de la música culta, de la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días, tenemos que destacar algún paisano, entre otros coincidirán conmigo que tanto la pianista Maribel Calvín, como el director de orquesta Miguel Ángel Gómez Martínez, son dos de nuestro ilustres embajadores musicales por el mundo, cuyo palmarés está fuera de toda duda y hasta de cualquier valoración que no sea la máxima alcanzada en un escenario antes los públicos más exigentes.
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Se trata de dos niños prodigios. Ella daba conciertos a los siete años, y él dirigió la banda municipal de Granada con ocho. Maribel, después de una ausencia de los escenarios de quince años, reapareció en Granada en mayo de 1981 como solista de la Orquesta Sinfónica de RTVE. Su interpretación de 'Noches en los Jardines de España' de Manuel de Falla, en concierto organizado por el Ayuntamiento de la ciudad, supuso un reingreso triunfal al mundo artístico del que se había alejado voluntariamente por motivos familiares. Siguieron actuaciones de gran éxito en el Teatro Colón de Buenos Aires en dos conciertos con la orquesta titular; en el Festival Internacional de Música y Danza de Granada, en el Teatro Real de Madrid en diversas ocasiones, en la Philarmonie de Berlín, en Hamburgo, Essen, Bremen, Mannheim, Alemania. Además de nuevos conciertos y grabaciones con la Orquesta Sinfónica de la Radio de Basilea, en Suiza, y en los Estados Unidos. Ha sido solista de la Orquesta Nacional de España, de la Orquesta Sinfónica de Radio Televisión Española, de la Sinfónica de Madrid, Filarmónica de Buenos Aires, Sinfónica de Berlín, Sinfónica de Hamburgo, Orquesta de la Academia Nacional de Música de Mannheim, una de las más antiguas y prestigiosas orquestas europeas, en la que Mozart estrenó algunas de sus obras.
En cuanto a Miguel Ángel, su debut como director está datado en Sankt Pölten, cerca de Viena, en 1973, y a continuación actuó en Lucerna y Berlín, donde dirigió Fidelio, de Beethoven. En España se presentó por primera vez en 1975, en el Festival de Música y Danza de Granada, su tierra, que siempre lo acoge con el cariño y la valoración que un genio como él se merece. A partir de ahí comenzó una carrera que lo ha llevado a ser director titular y artístico de numerosas orquestas internacionales como, la Opera de Viena (1976-1982), de la que fue distinguido posteriormente como director invitado permanente; director titular de la orquesta de Radio Televisión Española (RTVE) (1984-1987) en la cual sucedió a Enrique García Asensio y Odón Alonso. En 1987 anunció su intención de no renovar su contrato al no cumplirse una serie de mejoras para los músicos, como mayor retribución y mejor imagen, pese a lo cual, años más tarde ha vuelto a la titularidad de esta prestigiosa formación.
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Se trata de dos ilustres de nuestra tierra, que como recoge la foto de Juan Ortiz, también son reconocidos por la decana de las peñas flamencas, La Platería, que una noche nombró socio de honor al director de orquesta, que estuvo acompañado por su amiga, Maribel Calvín. Son dos de los imprescindibles de nuestro festival.
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