No existe un acto de mayor libertad y valentía que el de disponer de la vida propia en el instante preciso, que es mucho más que un caballo con jinete en lo alto de un reloj consistorial. Debe ser terrible seguir viviendo sin verle sentido ... a la vida. Algo así debió sentir Ángel Ganivet, tan lejos de su Granada y de su Fuente del Avellano, cuya cofradía fundó tras beber agua, girar el cuello y contemplar la belleza de un Sacromonte gitano colocado en el paisaje para él y sus contertulios.

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La poeta que se sumergió en el mar de La Plata cuando –según ella– ya había llegado a su meta se llamaba Alfonsina Storni. Los que nacimos después de 1938 supimos de ella por una canción que dulcifica un poco los últimos instantes de su vida.

«Por la blanda arena que lame el mar

su pequeña huella no vuelve más,

un sendero solo de pena y silencio llegó

hasta el agua profunda».

'Alfonsina y el mar' es una zamba compuesta por el pianista argentino Ariel Ramírez y el escritor Félix Luna. Se publicó por primera vez en el disco de Mercedes Sosa 'Mujeres argentinas (1969)'. Y no se trata de la carta póstuma de la poeta. Aunque Ariel Ramírez no conoció directamente a la poetisa, esta fue alumna de su padre, Zenón Ramírez, quien transmitió a su hijo el drama de Alfonsina Storni. Y la canción nace como homenaje a quién voluntariamente se fue, sin dejar nada escrito.

«Una voz antigua de viento y de sal

te requiebra el alma y la está llevando

y te vas hacia allá como en sueños,

dormida, Alfonsina, vestida de mar».

ÁNGEL LUÍS

En 1972, cuando Carlos Cano y Enrique Morente se van a París a mostrar las credenciales de un 'Manifiesto Canción del Sur' forjado por Juan de Loxa, se produce la incorporación al movimiento de la canción protesta andaluza de Ángel Luis Luque, mi vecino del balcón de enfrente en la calle san Matías. Con él compartí tantas madrugadas de verano, de uno a otro lado de la calle, hablando de política, música y poesía. Ángel Luis definía al manifiesto como un posicionamiento ideológico revolucionario al servicio de la causa andaluza y su música y actitud en el escenario fueron siempre congruentes con esta posición reivindicativa. Entre sus temas destaca especialmente 'A vosotros', que está basado en un poema de Pessoa y que se convirtió en un verdadero himno a la solidaridad y la lucha por la libertad. Luque nunca llegó a grabar este tema, pero sí lo hizo Enrique Moratalla años más tarde. Y no lo hizo porque decidió marcharse en el instante preciso que él lo decidió después de su paso por tareas municipales en democracia, de llenar los cajones de su mesa con canciones jamás grabadas, después de una y otra vez afinar su guitarra, que en algún momento le dio la espalda sin que él lo aceptara. Un buen día se bajó a la costa y, después de una noche en vela en las que las cartas no salieron, le dio un beso a su madre muy temprano y le dijo: «Voy a por churros para desayunar». Y no volvió. Aun así, yo sigo en mi balcón de San Matías cada noche de verano esperando que el suyo lo abra encendiendo un cigarrillo y diciéndome… ¿Niño, ¿qué? Y así continuar nuestra charla a la luz de las estrellas.

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«QISQUETE»

Embutido en aquellas botas camperas, pantalones vaqueros, gorrilla soviética y gafas redondas a lo John Lennon, Javier Egea acotó sus dominios muy pronto, y solo traspasaron los límites del cerco, aquellos a quien él les dio visado de camaradas. Copa de brandy en una mano, cigarrillo en la otra, declamaba el devenir de tiempos mejores, en madrugadas de 'Tertulia' con el fondo de Violeta Parra o Facundo Cabral. Cuando te miraba, te estaba haciendo una radiografía. Era como un escáner cerebral y como los resultados no fueran los que el pretendía, ya te podías dar por muerto.

Publicó pocos libros de poesía: Serena luz del viento (1974); A boca de parir (1976); Troppo Mare (1980); Paseo de los tristes (1982); La otra sentimentalidad (1983 junto a Luis García Montero y Álvaro Salvador); Argentina 78 (1977, editado en 1983 por 'La Tertulia'); y Raro de Luna (1990). Gran admirador de Rafael Alberti, también publicó en 1982 junto a Luis García Montero el librito Manifiesto Albertista, que ambos leyeron en presencia del poeta gaditano en el local 'La Tertulia' en 1982. Al morir, dejó incompleto un libro que, al parecer, iba a titularse Sonetos del diente de oro, los cuales fueron publicados en 2006 por la editorial I&CILE, con reproducción en facsímil.

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Javier Egea no fue un poeta 'académico', sino que más bien fue un poeta a pie de calle que vivió en íntima relación con la poesía. Comprometido con la izquierda, su poesía puede ponerse en relación con las teorías literarias desarrolladas por el catedrático de la Universidad de Granada Juan Carlos Rodríguez Gómez. Participó en numerosos actos culturales y políticos:recitales poéticos por toda España, en Cuba y Argentina y realizaba actuaciones musicales y poéticas con la actriz argentina Susana Oviedo, con textos de García Lorca, Alberti y María Teresa León, Bertolt Brecht o Garcilaso de la Vega. Fue también guía de la Casa-museo de Federico García Lorca en la Huerta de San Vicente de Granada.

El caso es que, como conversador, lo recuerdo como un ilustre polemista. Iba con la disconformidad por bandera, que ahora cumple sus bodas de plata voluntarias con la gloria, y que nos dejó muchos deberes para hacer. Así que… a trabajar, chicos.

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