Nació el octavo día de agosto del último año de la década de los cuarenta, y eso ya hacía presagiar una infancia muy apegada al terruño, su historia y costumbres. Acudió a un colegio clásico de los de entonces, de los que imprimen carácter y ... te dejan secuelas de por vida, de esas de las que no quieres separarte. Así que eso del arte y las tradiciones ya lo traía de serie. Para colmo de males, al muchacho no se le ocurrió otra cosa que dedicarse a la pintura, y ese ya fue el cataclismo, porque preso eternamente de las artes plásticas, la vida se convierte en un parto doloroso hasta el nacimiento artístico, y un calvario durante el crecimiento personal, para poder expresar todo lo que tu mente te dicta.
Publicidad
Hasta tal punto el asunto es intrincado que, a pesar de mis estudios de Bellas Artes, hace mucho tiempo que desistí de la tentación de tildar su estilo con los titulares al uso que encasillan al artista para que su obra sea explicada a la usanza costumbrista, así que solo diré en mi propia defensa que Manuel Ruiz Ruiz, granadino hasta los tuétanos, es pintor con estilo propio, inventado por él, y el que quiera más, que hable con el personaje en cuestión.
Conocí a Manuel Ruiz al principio de los años ochenta del siglo pasado, cuando fui a visitar su exposición en La Casa de Los Tiros para realizar mi posterior crítica en Patria y en la revista madrileña especializada Crítica de Arte. Fue en esta misma exposición donde conocí a mi mujer y madre de mis hijos, por lo tanto, a lo largo de tantos años, he pasado por situaciones en las que he querido estrangularlo –cosa que ha impedido nuestro común amigo, el ilustre fotógrafo Juan Ortiz, que me lo ha quitado de las manos– y otras lo he amado intensamente. Dado que todavía mi mujer y yo seguimos juntos criando a nuestros nietos, deben saber los que esto leen que la vida del artista no corre peligro. Sigue vivito, coleando y pintando. Es más, de manera muy frecuente suele invitarme a café o a copa de vino, dependiendo de la hora en que nos vemos. El mundo del arte puede estar tranquilo.
Pero a lo que iba, que ya por entonces Manuel Ruiz era un artista muy conocido en el extranjero, incluso premiado en varias ocasiones, y su obra muy valorada, mientras que aquí en su tierra todavía había que explicarle a mucha gente quién era y a qué se dedicaba. No es la primera vez que esto ocurre con un ilustre nuestro, pero que se repita en el tiempo es muy mosqueante. Eso de que tengas que venir triunfador de fuera para que te reconozcan en tu tierra al día de hoy sigue pasando, cada vez menos, pero pasa.
Publicidad
Manuel Ruiz tiene como fondo de inspiración su tierra y lo que ella significa para la historia. En su obra están la Alhambra y el Albaicín, Lorca, el flamenco, los toros y los personajes de la tierra, junto a la Semana Santa, el Corpus o el Día de la Cruz, y para eso hace algo imprescindible que no todos abordan en estos tiempos… Lee. Algo tan sencillo pero tan necesario para llenar una obra en cualquiera de las facetas que se abordan en las bellas artes y la pintura de Manuel Ruiz es una de ellas. No es la primera vez que en estas páginas me hago eco de una frase pronunciada por nuestro subdirector, Quico Chirino, en Canal Sur TV: «Hoy en día hay quien escribe más libros de los que ha leído». Y eso convendrán conmigo que es muy peligroso.
Sin leer hasta la saciedad, Manuel Ruiz no hubiera dejado para la historia la cantidad ingente de ediciones a disposición de todo el que quiera consultarlas, nacidas de su paso por el Gabinete Pedagógico de Bellas Artes de la institución autonómica, referentes a Granada, su paisaje, monumentos y personajes que la han poblado y han hecho de ella una pieza fundamental e imprescindible de la corona española.
Publicidad
Cualquier producto que pinte le sirve. Cualquier superficie que se deje, también. Un lienzo, un papel, un tablero de madera pueden soportar su creación, lo mismo que una piedra del río Darro u otra del Genil, que en esto no tiene manías. Si ustedes supieran lo que llega a hacer con una botella de vino vacía, no llevarían las suyas al contenedor verde. Cuando un artista llega a la madurez –como es el caso– y ningún medio expresivo le supone un obstáculo para crear es mejor quitarse de en medio y dejarlo solo, no vaya a ser que nos salpique, que de toda la vida de Dios se ha dicho que el creador artístico necesita de su espacio y su silencio para abordar la obra con garantías de éxito. Y Manuel Ruiz Ruiz lo tiene. Que él se lo crea ya no depende de nosotros.
Es más fácil escribir aquí los países del mundo donde no ha expuesto que donde sí. Me quedo sin espacio para relatar los premios y honores concedidos a su persona, los galardones a su obra y el reconocimiento a una trayectoria, de estilo y lenguaje plástico personalísimo, que le ha llevado a ocupar un lugar de privilegio entre los creadores granadinos de la segunda mitad del siglo pasado hasta nuestros días. Y, además, no levita, suele andar por la acera muy pegado al suelo. Ese es Manuel Ruiz al cuadrado.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
El pueblo de Castilla y León que se congela a 7,1 grados bajo cero
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.