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Mis primeros recuerdos de la TV son los funerales del Papa Pío XII, en aquel televisor de madera que proyectaba las imágenes en blanco y ... negro, el posterior cónclave para elegir a Juan XXIII y el Concilio Vaticano II. Son cosas que se siguieron desde casa con mucha expectación. Para los niños, entonces teníamos poco, por las tardes había un programa de marionetas cuya canción decía: ¡En la casa de Pepito, iaiaoooo!, y también estaban, Boliche y Chapinete en su programa, 'Silla de Pista'. Como entretenimiento teníamos, La Casa de los Martínez, con Pepe Rubio y Florinda Chico y, a partir de ahí, entrábamos en una televisión, a mi juicio, más elaborada que la de ahora, en la que yo podría destacar, por ejemplo, el teatro con su programa, Estudio 1, las Historias para no Dormir, de Chicho Ibáñez Serrador, y los programas divulgativos de Félix Rodríguez de la Fuente. Era una televisión de pocas horas y poco recorrido, con su carta de ajuste y su cierre por la noche, con 'El alma se serena', pero en la que se cuidaban mucho los formatos y sobre todo se trataba de divulgar cultura y educación.
Ahora que tenemos tanta oferta de canales y plataformas, a mí se me hace muy difícil ver la televisión, en principio, porque la mayoría de los programas me sobran, no me aportan nada, yo no quiero saber nada de La Isla de Tentaciones, ni de Gran Hermano, ni de shows al uso que no me aportan nada, busco algún contenido, busco algo que me he enriquezca y a veces me es difícil encontrarlo, en esta gran oferta que tenemos ahora que, paradójicamente, cuando nos ponemos ante el televisor para elegir, por ejemplo, una película, la oferta es tan extremadamente extensa que, tardamos dos horas en elegir una para ver, cuando no dura más de hora y cuarto. Estamos asistiendo a una especie de carnaval televisivo en el que, cada día es más difícil encontrar algún programa atractivo que te convenza y sobre todo que te aporte algo.
Uno de los programas infantiles que más historia hizo fue, el de Los Chiripitifláuticos. Valentina y toda su recua de personajes claves en la vida de aquellos niños como, El Capitán Tan, el Tío Aquiles y los malvados Hermanos Malasombra. El primer programa fue emitido por Televisión Española en 1966 y se mantuvo en antena durante 6 años ininterrumpidos, y en una segunda etapa duró dos años, de 1974 al 76, con mayor protagonismo de Paquito Cano, el genial, Locomotoro. Alguno dice que el éxito se atribuye porque aquí entonces, no había más que una cadena, que no había competencia televisiva, pero sin duda, era también un programa de calidad, los personajes estaban muy logrados y, se elaboraban cuidadosamente todos los guiones en cada capítulo. Se grababan canciones para cada uno de ellos y se cuidaba hasta el más mínimo detalle de la coreografía, y los actores mismos, se divertían muchísimo. No costó nada adaptarse a Valentina a pesar de que nunca había trabajado como actriz. Óscar Banegas el creador de los personajes, era amigo de su familia y en cierta medida, recreó en Valentina un personaje a su medida, le incorporó muchos rasgos de su propia personalidad.
Lo mismo podría decir del gran concurso de los 60, Cesta y Puntos, con guión de Enrique Domínguez Millán y la presentación de Daniel Vindel, un excelente locutor radiofónico que bordaría hasta la perfección el papel de conductor de este concurso que, llenó la alegría de los hogares desarrollistas de los 60. Pionero de la radio deportiva su, 'Antorcha Deportiva' fue el primer programa de radio que cubría la tarde de los domingos, con retransmisiones de la Liga de Fútbol. Cesta y Puntos tuvo su precedente en un espacio similar que realizaba Vindel en radio España, y por el que recibió el Premio Nacional de Radiodifusión en 1964. El impacto de Cesta y Puntos fue impresionante y, se mantuvo en antena hasta 1971. Vindel se convirtió en un hombre concurso y sus trabajos posteriores en televisión siempre se orientaron desde esta perspectiva. Así tras este éxito, se ocupó de la presentación de Subasta de Triunfos, para pasar a continuación a, Camino del Récord, el último programa que presentó fue, Torneo, aunque lo vimos colaborando en un programa hípico, Al Galope, que presentaba en compañía de Marisa Abad, una profesional muy correcta, que se tragó la vorágine del ente público. Vindel en 1965 recibiría el Premio Nacional de Radio y Televisión por su trabajo en la Olimpiada del Saber, y un año después, repite galardón por Cesta y Puntos. La dinámica del programa era muy sencilla, los contendientes son equipos de jóvenes estudiantes de bachillerato que, representan a su colegio. La fórmula de un encuentro de baloncesto en el que, los fallos de la respuesta del contrario son anotados como puntos propios. Se cambia en la segunda temporada por, cómputo directo de aciertos y se transforman las preguntas que cada colegio traía preparadas para las personales del contrario, para que reciban el rizo de la rareza, y la dificultad por preguntas elaboradas por el programa. El concurso es un auténtico boom que, provoca la recepción de regalos comerciales que inflan los premios hasta límites importantes.
Eran unos tiempos en los que padres dejaban a sus hijos ver la tele, sin temor, y si saltaba la alarma de ver aparecer en la esquina de la pantalla los dos rombos, pues, niños a la cama con la Familia Telerín.
Yo ahora, lo primero que les prohibiría a mis hijos es, ver el telediario.
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