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Carlos Ruiz Cosano, tremolando el Estandarte, en la Capilla Real.

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Carlos Ruiz Cosano, tremolando el Estandarte, en la Capilla Real. FERMÍN RODRÍGUEZ
2 de enero en Granada

La Toma de los tres años

Miles de granadinos acuden a la tradicional fiesta, que se celebró con total normalidad por primera vez desde la pandemia

Lunes, 2 de enero 2023

«¡Granada!», exclamó la concejala Eva Martín, unos minutos antes de las dos de la tarde, tremolando el pendón de la Toma. La respuesta tardó en llegar un largo segundo, un instante silencioso en el que casi se pudo escuchar el pensamiento que rebotaba entre los miles de asistentes, en la Plaza del Carmen: «¿Granada qué? Uf, si yo te contara...». «¡Granada!», repitió Martín, como la madre que despierta al niño de una pesadilla, en mitad de la noche. Y Granada echó la vista atrás y recordó la última vez que respondió a esta pregunta tan concreta: el 2 de enero de 2020, apenas dos meses antes de que el mundo nos abofeteara con un chulesco y contagioso «qué-de-qué-19». «¡Granada!». El tercer grito de Martín concluyó el hechizo y Granada volvió a un presente con aires de 'como decíamos ayer': «¡Por los ínclitos Reyes Católicos, don Fernando V de Aragón y doña Isabel de Castilla! ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva Andalucía! ¡Viva Granada!».

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La Toma de Granada volvió a su esencia, tres años después: una fiesta entrañable y arraigada en la tradición familiar. Una tradición que ha saltado de generación en generación desde el 2 de enero de 1492, cuando Boabdil entregó las llaves de la ciudad a Isabel y Fernando. Una fiesta que nunca se había interrumpido hasta la pandemia, palabra que se esquivó conscientemente durante toda la mañana. La cita arrancó puntual, a eso de las once, con los primeros granadinos que se congregaron al rededor del centenar de legionarios que formaban en el centro de la Plaza del Carmen.

Desde ese momento, en una de las esquinas de la plaza, una decena de personas comenzó a soplar insistentemente unos silbatos para mostrar su desacuerdo con la fiesta. «Toma no, Mariana sí», se leía en sus pancartas. Sin embargo, el ambiente en el resto de la plaza era de absoluta cordialidad, con algún espacio, incluso, para la broma: «Esos no han pasado el covid -dijo una señora, señalando a los pitos-. ¡Qué capacidad pulmonar!».

Imagen principal - La Toma de los tres años
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El pitido se perdió en la algarabía, unos minutos después, cuando la corneta y la banda de la legión tocaron el himno de España. «¡Viva la legión!», gritaban por la plaza. Desde el cielo, un dron grababa los primeros compases de una tradición con los tiempos muy marcados. A las once y media, puntal, tras recibir los honores el Estandarte Real en la Plaza del Carmen, la comitiva institucional marchó hacia la Capilla Real.

En cabeza iban el Teniente General del Madoc, José Manuel de la Esperanza, y el alcalde de Granada, Francisco Cuenca. «Celebramos el día de la Toma desde el respeto y la convivencia -subrayó Cuenca-. La mayoría de los granadinos hemos pasado alguna vez por esta Plaza del Carmen para ver cómo se tremola el pendón».

De la Esperanza y Cuenca, en la Plaza del Carmen. FERMÍN RODRÍGUEZ

A paso rápido, la comitiva llegó a la Catedral, acompañados por cientos de granadinos en el trayecto. En el interior les esperaba el arzobispo, José María Gil Tamayo, que ofició la misa. «Me da mucha alegría celebrar esta eucaristía -dijo, tras la lectura de las bodas de Caná-. A lo largo de la vida celebramos muchos acontecimientos importantes y también hechos decisivos en la historia, hechos que nos han marcado».

«La historia -siguió- son hechos y no cabe discusión sobre los hechos. Para Granada es un hecho decisivo la conquista: marca su historia, su cultura, su manera de entender la vida». Gil Tamayo lamentó que se «ideologice la historia saltándose la verdad de los hecho» e insistió en que «la Toma de Granada es una llamada a la unidad, a aceptar las diferencias, a encontrar lo que nos une y a trabajar por el bien e común».

Llegada a la Catedral. F. R.
Imagen principal - Llegada a la Catedral.
Imagen secundaria 1 - Llegada a la Catedral.
Imagen secundaria 2 - Llegada a la Catedral.

Al terminar la misa, la comitiva se trasladó al Aula Regia, donde el concejal Carlos Ruiz Cosano tremoló el Estandarte Real, manteniendo viva la antorcha que se encendió hace 531 años. Mientras el concejal realizaba el gesto, dos niños de 10 años, los pajes Luis y Daniel, silbaban el himno de España en la entrada de la sala, cargados con el bastón y la espada. Ellos fueron los encargados de liderar el retorno a la Plaza del Carmen por una Gran Vía ocupada por miles de personas con los móviles en ristre. «Y sin mascarillas ¿te has fijado? -preguntaba una señora a su hija-. Parece que fue hace tanto tiempo...».

La procesión, en su regreso a la Plaza del Carmen. FERMÍN RODRÍGUEZ

A las 13.35 no cabía un alfiler en la Plaza del Carmen. La concejala Eva Martín fue la encargada de subir al balcón del Consistorio para cerrar la jornada. En esa subida, otra vez, los pitidos de la esquina retumbaron con insistencia hasta que, nuevamente, la banda municipal, los legionarios y el himno de España recobró la melodía esperada. Entonces fue cuando Eva Martín salió al balcón y gritó, tres años después y tan bien acompañada, aquello de «¡Granada!».

Y todos, un segundo después, respondieron «¡qué!».

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