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Algunos de los granadinos que ayer se movieron entre municipios. ideal
Confinamiento perimetral | La Granada que cruza 'las fronteras'

Dudas y salvoconductos para cruzar las 'fronteras' de Granada

Trabajadores y familias se movieron de un municipio a otro con «los papeles en la mano» y con «cierta curiosidad»

Martes, 27 de octubre 2020, 01:34

Media Granada se despertó este lunes al otro lado de la frontera. Debían pasar de una orilla del confinamiento a la otra, una travesía que generó durante el fin de semana un montón de preguntas que se seguían removiendo con el café de la mañana. El domingo por la noche hubo un cruce de whatsapps constante, como un tiroteo del viejo oeste, en el que se lanzaban preguntas y se suponían respuestas para resolver las distintas situaciones: ¿Necesito un documento para acreditar que trabajo? ¿Podré llevar a los niños al cole sin problema? ¿Y si me paran y llego tarde, estoy disculpado? ¿Podré volver a casa? ¿Y si...? Una interminable batería de dudas y nervios que se disiparon fulminantemente a las ocho de la mañana: «Nada de nada. No hemos visto absolutamente nada distinto. Todo ha sido como siempre».

Javier y Antonio son repartidores y montadores de muebles. Pasadas las nueve de la mañana, salieron de la nave de Albolote y entraron en Granada para entregar varios pedidos. «Ya te digo, que no nos hemos encontrado ni una frontera de nada», dice Javier, que más que nervioso, confiesa que está «asustado con todo este tema del virus». «Voy a muchas casas todos los días –comenta– y tengo a mucha gente a mi alrededor, personas mayores. Así que todas las medidas me parecen pocas». Antonio, a su lado, asiente con severidad y añade: «Nos parecen muy bien las medidas, pero que se hagan de verdad. ¡Me esperaba algún control! Por lo menos en las salidas, que yo vivo en Maracena y no había nada. Debería haber más controles, que la gente aprovecha las horas de trabajar para cruzarse de un pueblo a otro y hacer lo que le dé la gana». Ellos, con sus papeles preparados y cargados de muebles en el camión, pertenecen al grupo de granadinos que pasó la noche intentando entender la nueva normativa: «Mi cara cuando acabé de leer lo del BOE era la misma que cuando empecé a leerlo», ríe Antonio.

Antonio y Javier.

«La gente aprovecha las horas de trabajar para cruzarse de un pueblo a otro y hacer lo que le dé la gana»

Antonio

José y Nuria Martín partieron de su hogar, en Calicasas, a las ocho de la mañana. Ambos son autónomos y viven a ritmo de rock: «De casa fuimos a Albolote, a recoger el pan que vende Nuria en su tienda de alimentación, Supermercado Nuria, en Atarfe. Cuando llegamos allí, me fui a comprar frutas y verduras para la tienda a la zona de MercaGranada, luego dejé la compra y me fui a a mi tienda de instrumentos musicales, EpkMúsica, también en Atarfe». Ambos coinciden en que, quizás, había algo menos de tráfico en la ruta habitual. «Pero no hemos visto, ni a la ida ni a la vuelta a casa, un solo control policial –dice José–, algo que sí había en el anterior confinamiento, donde teníamos que enseñar la documentación del trabajo para pasar». La restricción de movilidad sí que les ha impedido retomar los ensayos con su orquesta, la Orquesta Époka. «Para el mundo de las orquestas y las verbenas, si no hay ninguna ayuda, la mayoría estamos abocadas a desaparecer».

José y Nuria, saliendo de Calicasas.

«No hemos visto, ni a la ida ni a la vuelta, un solo control policial, algo que sí había en el anterior confinamiento, donde teníamos que enseñar la documentación»

José Martín

Luis Arronte fue de los que decidió salir de Cenes a Armilla «a primerísima hora de la mañana, para evitar problemas». Pero lo cierto es que se encontró «el tráfico de siempre y nada especial». Sin embargo, Arronte teme algún problema en el resto de la semana: «Tengo cita en el SEPE y no tengo ningún papel que lo acredite. También tengo que ir al centro de salud, en el Realejo, a ponerme la vacuna de la gripe. Y además, tengo que recoger a mi hijo del entrenamiento, en Granada, y volver a casa... A ver qué me encuentro esta semana», termina.

«A ver qué me encuentro esta semana»

Luis arronte

Alberto Ruiz tiene 13 años y se llama igual que su padre, contable de 37. Alberto vive en Atarfe y va al colegio Virgen de Gracia, en el centro de Granada. Todas las mañanas, Alberto padre lleva a Alberto hijo y a dos compañeros más hasta la parada de metro de Albolote. Luego, los tres viajan hasta Recogidas y caminan al centro educativo. «Hemos pasado todo el fin de semana pensando qué hacer si paraban al niño. No lleva ni un triste documento... Pero no ha pasado nada», dice el padre. «Yo no he notado nada distinto. Parecía un día normal, la verdad», replica el hijo. El jefe de estudios ya les ha preparado un documento para los próximos días, pero la idea de encontrarse con una patrulla de policía por la mañana les tiene un tanto intrigados: «Si me paran me tengo que deshacer en explicaciones para decir que llevo a tres niños al metro y luego vuelvo. Tengo justificante del trabajo, pero no para llevar al colegio a mi hijo. Es un poco lioso y engorroso, sientes que lo estás haciendo mal. Es esa sensación de que se va improvisando y eso genera intranquilidad. Demonios, que mi hijo es responsable pero no deja de tener 13 años. ¿Tiene mi hijo que explicar la situación?».

Alberto Ruiz, camino del cole.

«Tengo justificante del trabajo, pero no para llevar al colegio a mi hijo. Es un poco lioso y engorroso»

Alberto Ruiz

Inés García.
Imagen - Inés García.

La familia de José Miguel Vallejo, responsable de calidad en Axesor, vive cerca del Pantano de Cubillas y van al colegio Maristas. «Por la mañana había algo menos de tráfico, pero algo muy normal. Por la noche sí que lo notamos, todo mucho más fluido. No sé qué pasará el resto de la semana con las actividades extraescolares, aunque tenemos justificantes de todo». Inés García, maestra de Infantil en un colegio del área metropolitana, salió de Granada con incertidumbre: «¿Me pararán? Ayer nos dijeron que cogiéramos del portal docente los nombramientos, para demostrar que trabajamos en el cole. Pero nada... la misma cantidad de gente de cualquier día; ayer mucha alarma y hoy la cosa tranquila. Igual mañana pasa algo».

Alberto López es profesor autónomo. Tiene más de treinta alumnos en su academia que vienen de distintos pueblos: Armilla, Gabias, Churriana, Alhendín, Cenes... «Les he mandado justificantes a todos, para que puedan venir a mis clases», dice. Ayer por la tarde, sólo pararon a una de sus alumnas, que curiosamente se movía dentro de Granada: «Ha dicho que iba a la academia y no le han pedido más explicaciones». López, por otro lado, piensa en los profesores particulares, limpiadoras del hogar y otras profesiones que no tienen contrato. «Esos compañeros están desprotegidos, necesitan trabajar y no tienen justificación».

Alberto López, en plena clase.

«Han parado a una alumna. Ha dicho que iba a la academia y no le han pedido más explicaciones»

Alberto López

Paco Rubio viaja todos los días a Motril. El domingo, su grupo de whatsapp echaba humo. Paco trabaja en el equipo de Orientación Educativa del municipio y asegura que las medidas no le preocupan. «Tengo un amigo hospitalizado, un profesor de 44 años, deportista, con dificultades para respirar. Que me pare la policía no me pone nervioso. Estoy nervioso por la exposición que sufrimos día a día. Estas medidas son fundamentales... A ver si terminamos esta evaluación», suspira.

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