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El Ayuntamiento de la capital anunció hace diez días que descartaba ampliar la 'zona 30' a toda la ciudad por motivos técnicos. Rompió así con la idea del anterior equipo de gobierno, que pretendía extender a todas las calles de la ciudad la prohibición de circular a más de 30 kilómetros por hora ... , especialmente en las jornadas en las que los índices de contaminación superasen los límites establecidos. El modelo descrito en septiembre por el concejal de Movilidad, César Díaz, contempla por tanto un mapa mixto: calles que mantendrán las señales de 30 que se comenzaron a instalar en 2014 y otras que seguirán en la norma de 50 por hora.
El motivo, argumentó el concejal, es doble. Los técnicos anticipan que reducir la velocidad a 30 en todo el casco urbano provocaría un mayor índice de accidentalidad. Y por otro lado, la medida no cumpliría con el objetivo principal que persigue: reducir la contaminación. Al circular a menor ritmo, los conductores tendrían que cambiar de marcha con más frecuencia. Estos cambios eleva la emisión de gases. Lo mismo sucede si el coche circula en marchas cortas con altas revoluciones.
Ayer, el grupo municipal socialista reabrió el debate acerca de las 'zonas 30'. El motivo es la pugna entre dos tipos de contaminante: partículas de polvo y gases. En la comisión de Movilidad, la concejala Raquel Ruz pidió información al equipo de gobierno acerca de los motivos para desechar el objetivo de limitar la velocidad en todo el casco urbano.
La que fuera responsable del área argumentó que la limitación a 30 está recogida en el plan de calidad del aire de la ciudad, que se aprobó en pleno. El documento definitivo tiene fecha de 24 de noviembre de 2017. En el apartado de medidas a adoptar, el texto recoge dos apéndices que, según el cronograma, ya deberían haberse ejecutado. Uno de ellos habla de «establecer un protocolo de restricción al tráfico rodado en función de los niveles de contaminación, la zona y tipo de vehículo». Yespecifica:«Progresiva limitación de la velocidad para los vehículos (30km/h) en el casco urbano». En otro apartado, el plan habla de controlar la velocidad con radar o presencia policial «especialmente en las zonas 30».
El motivo, explicó Ruz ayer, es que los coches, cuando circulan rondando los 50 kilómetros por hora, 'levantan' más partículas de la calzada que cuando ruedan a velocidades inferiores a los 30. Estas partículas en suspensión son uno los factores que encienden en rojo los indicadores de contaminación en la ciudad, especialmente en las épocas en las que son comunes las nubes de polvo sahariano.
En definitiva, la limitación a 30 supondría un incremento de los gases contaminantes según los informes técnicos, que contradicen al plan de calidad, y la limitación a 50 conllevaría más partículas en suspensión.
Para César Díaz, la limitación de la velocidad no es una decisión política, sino técnica. El edil está «absolutamente comprometido y decidido a actuar con lo que técnicamente se considere más acertado para mejorar la calidad del aire que respiramos», señala. «Pero no deja de ser paradójico que la persona responsable de la flota de autobuses públicos más contaminantes de la historia de Granada sea quien dé lecciones», señaló ayer a IDEAL.
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