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Gracia Martín es una enferma granadina de fibromialgia. Presenta un grado severo de esta patología y otras muchas dolencias. Tiene 54 años, vive en La ... Zubia y desde hace poco es pensionista gracias al abrazo de la Justicia. Es, probablemente, de los pocos abrazos que no le han dolido desde que cayó enferma, hace siete u ocho años. Vive con un rosario de pastillas prescritas. También con morfina. Todo le duele. No puede, por ejemplo, ponerse tirantes, porque le taladran la piel. Hasta las lágrimas le queman cuando enjuagan sus mejillas. Ya, como ella misma dice, intenta no llorar por eso.
Gracia acaba de obtener la incapacidad permanente absoluta gracias a una sentencia de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Ceuta y Melilla (TSJA). Este reconocimiento supondrá que perciba una pensión del cien por cien de la base reguladora de su salario.
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La batalla en los juzgados no ha sido corta ni fácil. El primer órgano donde aterrizó la demanda, el Juzgado de lo Social número 5 de Granada, le dio la espalda: desestimó sus petición. Pero ahora, tres años después, gracias a la insistencia de su abogado, Miguel Garrido, que no dudó en recurrir y aportar todos los informes médicos necesarios, ha logrado que se reconozca que Gracia no puede tirar de su vida.
El fallo del TSJA, fechado el 21 de abril y que ya es firme, admite que esta granadina «presenta una pluripatología que le produce una importante afectación en la esfera física y mental con repercusión en su vida diaria y comportamiento social». Es más, reconoce que «su capacidad funcional se encuentra muy reducida» y no puede desempeñar una actividad laboral «con un mínimo de eficacia y rendimiento».
Gracia ha hecho muchas cosas diferentes a lo largo de su vida, como recuerda. Ha trabajado en la hostelería, de ayudante de forense... y en sus últimos años ha sido empresaria. Tenía dos comercios en la capital granadina (uno de muebles y otro de patinetes) que, por su estado físico y psíquico, tuvo que dejar de atender. Ahora no ve el futuro claro y está incluso dispuesta a prescindir de él.
Gracia Martín
Paciente
«El tratamiento que sigo es un poco complicado porque tengo también mucha sensibilidad química y todos los medicamentos no me sientan bien (...). Ahora me han mandado morfina y tengo que tomarla sí o sí por los desmayos y no me sienta bien. Es todo un poquito caos», detalla la mujer.
Miguel Garrido Belmonte, de la Asesoría Garrido Navarro de Armilla, es el abogado de Gracia Martín y un jurista experto en este tipo de procesos judiciales. El de Gracia, como indica, se ha dilatado mucho. El estado de salud de su cliente ya estaba muy deteriorado al principio y, durante ese tiempo, «se ha ido agravando más» por meses. El jurista recuerda que en un principio denegaron a su cliente tanto la incapacidad total como la absoluta, pero la Sala de lo Social del TSJA ha acogido sus pretensiones «en una sentencia bastante buena y bien fundamentada». Sobre la intención de su cliente de pedir la eutanasia, el jurista se muestra convencido de que él y su entorno la convencerán para que siga luchando y abandone esa idea.
Garrido enfatiza la relevancia de la victoria legal de Gracia, pues ha sido el TSJA el que ha revocado la sentencia en su día dictada por un juzgado de lo Social de Granada. Este había desestimado el 22 de junio del año pasado la demanda de la granadina contra el Instituto Nacional de la Seguridad Social y la Tesorería General de la Seguridad Social, al concluir que el historial médico de esta paciente recogía una batería de patologías, «algunas de ellas en evolución», que no habían sido evaluadas por el médico evaluador. Tenía igualmente en cuenta el «trastorno de somatización» que presentaba. «Legalmente supone una victoria bastante buena y aparte de eso también en consideración a los demás que padecen la fibromialgia, ya que es una victoria conseguida en la Sala de lo Social del TSJA», destaca el abogado.
Los estragos de la fibromialgia han limitado en ocasiones hasta las muestras de cariño que Gracia da o recibe;el dolor que le produce la presión sobre su cuerpo se ha convertido en un freno al afecto. «A veces tengo que evitar besos porque me duele la cara. De hecho hoy tengo la cara hinchada», comenta. Un simple roce puede ser un latigazo.
La fibromialgia severa le ha limitado «en todo» en su día a día. Ha hecho casi desaparecer su vida social y ha provocado mucha incomprensión en su alrededor. «Te quedas encerrada (...). Me siento como en una cárcel, que no sé lo que es porque nunca estuve, pero en una cárcel sin delinquir».
Para Gracia su lucha judicial para lograr que le reconocieran incapaz «ha sido dura, no... durísima». Pero el TSJA ha reconocido finalmente su débil estado de salud, así como que su empeoramiento ha sido progresivo. Admite que sus dolencias se han agravado desde que interpuso la demanda en 2019.
Además de fibromialgia severa, «con 18 puntos positivos», Gracia presenta fatiga crónica también severa, antecedentes de poliomelitis en la infancia, lumbalgia, cefalea crónica diaria, síndrome ansioso depresivo, etc.
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