
UCIs para bares
Su vital importancia para la ciudad hace necesarias medidas urgentes para preservar este patrimonio y librar de la ruina económica a estos negocios
Miguel Cabrera del Moral
Sábado, 23 de mayo 2020, 02:31
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Miguel Cabrera del Moral
Sábado, 23 de mayo 2020, 02:31
En esta fase 1 de la denominada 'nueva normalidad' parece que en Granada nuestro turismo y hostelería se erigen como los sectores más castigados. La ... hostelería en la capital representa el 14,4% del PIB de la ciudad. Este sector no sólo es importante en lo económico, sino que es parte esencial de la identidad granadina y de su acervo cultural y gastronómico, las tapas constituyen uno de los principales referentes de la marca Granada.
Su vital importancia para la ciudad hace necesarias medidas urgentes para preservar este patrimonio y librar de la ruina económica a estos negocios. El factor tiempo es primordial, bastan unos pocos días para arruinar un negocio y se requieren meses para su reconstrucción. Y ésta pudiera no darse nunca, en un contexto de decrecimiento económico, escaso turismo, universitarios con clases telemáticas y restricciones sanitarias. Conviene por tanto restablecer cuanto antes el flujo monetario suficiente a estos locales para mantenerlos con vida, aunque sea en estado convaleciente, pues el coste de dejarlos morir sería mayor si cabe. Sin embargo, pasan los días y muchos de ellos siguen sin poder abrir.
Granada capital, cuenta aproximadamente con 1.500 bares, a los que únicamente se les permite abrir sus terrazas al 50% de su capacidad, lo que para muchos es insuficiente para asegurar la rentabilidad. Además, esta medida inicial deja en desventaja a otros muchos negocios que no disponen de estas terrazas. En total en Granada hay 964 terrazas autorizadas, lo que según nuestras estimaciones dejaría sin poder iniciar su actividad a unos 536 locales.
En buenas circunstancias una terraza al 50% representa aproximadamente tres mesas. Haciendo una estimación sencilla de un escenario ideal, es decir suponiendo unas 11 horas de actividad, con una ocupación de 45 minutos por grupo de clientes, con las mesas al máximo de cuatro personas, y siendo el gasto medio por persona el estimado en el anuario de restauración organizada de 2018, 4,88 euros por cliente, el ingreso diario de estas terrazas haría un total de 860 euros. Sin embargo, parece más realista considerar un ingreso de la mitad del ideal, unos 430 euros diarios. Con esta estimación contar con una mesa más supone un incremento de 140 euros adicionales. La diferencia se aprecia mejor en la recaudación mensual que ascendería a 4.200 euros adicionales. Es decir, en este contexto una mesa de terraza puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte del negocio.
Dicho esto, queda de manifiesto que la posibilidad de contar con un espacio de terraza al aire libre y mesas suficientes se convierte en un recurso valiosísimo. Por suerte, a diferencia de otros, es un recurso de muy fácil obtención pues sólo requiere de la habilitación de espacios suficientes como para poder desarrollar la actividad hostelera al aire libre.
La intención, por tanto, de estas líneas es hacer las siguientes propuestas al Ayuntamiento de Granada para que proporcione a los negocios este recurso. Por un lado, la sugerencia más evidente es la flexibilización de la ordenanza municipal para el incremento del espacio ocupable por las terrazas ya existentes.
Sin embargo, centraré mi atención en una medida menos evidente y pensada principalmente para aquellos locales que no tienen acceso a una terraza en estos momentos. La idea que propongo consistiría en la creación de lo que he venido a denominar 'bares de campaña'. Estos bares no son novedosos para la sociedad granadina, pues por el Día de la Cruz se montan decenas de barras portátiles en plazas y patios a los pies de una cruz de claveles. Y, por tanto, contamos ya con muchísimos años de experiencia para su puesta en marcha.
Aprovechando el cierre de los colegios, los patios de recreo se postulan como uno de los primeros potenciales espacios aprovechables, pues presentan numerosas ventajas con respecto a otras opciones. Se trata de espacios al aire libre acotados y con una entrada principal, lo que permite el control de los aforos y el establecimiento de requisitos sanitarios a la entrada. Además, su uso no tiene contrapartidas en la movilidad ciudadana pues se ocupan zonas actualmente restringidas al público. Adicionalmente, los colegios cuentan con la infraestructura necesaria como tomas de electricidad y agua para el establecimiento del equipamiento básico para un bar de campaña, como son grifos de cerveza y frigoríficos. Finalmente, los colegios a nivel urbanístico se encuadran en áreas donde la molestia acústica para los vecinos es inferior a la de calles y plazas.
Sin embargo, el establecimiento de estos bares de campaña no tiene por qué limitarse a estos espacios, sino que puede ser extensible a muchos otros. El conocido como Botellódromo, la Feria de Muestras, o el Parque de las Ciencias. En definitiva, la dea consiste en encontrar y habilitar cualquier potencial espacio, que permita a todos estos negocios desarrollar su actividad con las mayores garantías posibles, obteniendo la liquidez necesaria para su subsistencia.
Esta es una propuesta ambiciosa, poco convencional y probablemente con muchas posibles pegas y lagunas. Sin embargo, considero que se requieren medidas extraordinarias, para estos tiempos extraordinarios. Solo con nuestro ingenio y capacidad de adaptación lograremos superar esta pandemia. Está en nuestras manos salvar nuestros bares.
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