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Cada nueve años, los alcornoques se someten a la 'saca del corcho', la gruesa corteza que servirá para miles de aplicaciones industriales, entre ellas, los tapones de las botellas que se descorcharán la noche de Fin de Año. J. E. GÓMEZ
La última ruta del corcho

La última ruta del corcho

12 rutas en Navidad ·

En la cumbre de la Apujarra Baja sobrevive el único alcornocal del sureste ibérico, el punto final de un recorrido entre barrancos, almendrales y viñedos

Lunes, 31 de diciembre 2018, 17:20

Es una barrera natural para las nubes que desde Alborán se dirigen hacia el interior de la península Ibérica. Los grandes cerros de la Alpujarra Baja, precursores de la gran cordillera nevadense, mantienen las nubes durante el tiempo necesario para generar un nivel de humedad extraordinario en zonas del oriente andaluz, lo que permite el desarrollo de ecosistemas en los que pueden crecer especies que necesitan de ambientes mucho más húmedos, similares a los existentes en las sierras de Grazalema o las de Huelva e incluso Extremadura. Los montes comprendidos entre Órgiva y Albuñol, que al norte miran hacia la Alpujarra y al sur generan escarpadas laderas que caen sobre el mar, están coronados en su zona de mayor altitud, entre 1.280 y 1.545, entre un espacio conocido como Haza del Lino y el pico del cerro de la Salchicha. Es el paraje donde desde hace algo más de 150 años crece el alcornocal más alto del mundo y el que se encuentro situado más al oriente de Andalucía. Es un gran bosque de alcornoques de propiedad privada que desde el incendio que destruyó el alcornocal de la sierra de Lújar en julio de 2015, se ha convertido en el último alcornocal, el último lugar del sureste ibérico en el que es posible conocer las singularidades de un ecosistema singular, que se podría considerar como la última ruta del corcho.

Finca privada

El Haza del Lino es propiedad privada, lo que implica que los posibles recorridos tienen que ceñirse a zonas situadas junto a las carreteras que ascienden desde Órgiva o desde la Costa por La Rábita y Albuñol, además de la transversal que desde el Haza del Lino se adentra hacia el interior de la Alpujarra Baja, hacia Torvizcón, y a aquellas que no se encuentran valladas para evitar daños provocados por vandalismo, pero suficiente para apreciar la belleza de un paraje de densa vegetación natural muy bien conservada, donde los alcornoques, algunos de ellos originarios de este espacio, favorecen el mantenimiento de otras muchas especies típicas de bosque mediterráneo, arboledas y matorral en el que sobrevive una gran biodiversidad, desde grandes mamíferos como zorros, jinetas, cabras montesas y jabalíes, a conejos y micromamíferos como roedores que forman parte de la red trófica y, desde luego, una gran variedad de avifauna típica de zonas forestales y otras que utilizan el alcornocal como refugio para invernar.

Lo que podríamos considerar como la ruta del corcho es algo más que observar el alcornocal, es conocer un territorio que desde la costa oriental granadina hasta la máxima altitud de la Alpujarra Baja está cubierto de viñedos de características muy singulares, donde aún se conservan métodos de agricultura tradicional y disfrutar de la peculiar gastronomía de lo que fue el Gran Céhel nazarí.

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