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CÉSAR COCA
Domingo, 5 de septiembre 2010, 06:14
Muy frágil. Muy lúcida. Mercedes Salisachs (Barcelona 1916) cruza la biblioteca de su casa ayudada por una persona del servicio que literalmente la coloca en un sillón. Le duele la espalda y tiene problemas de equilibrio. Hace unas semanas se cayó y sufrió la fractura de dos costillas. Un problema que añadir a un estado físico que ella misma califica de precario. Pero que no ha afectado para nada a su cabeza. Sus interlocutores lo perciben en el primer minuto de conversación: la autora de 'La gangrena', uno de los libros más vendidos de la historia editorial española, recuerda con precisión episodios de su infancia y adolescencia y es capaz de reproducir diálogos mantenidos hace medio siglo. Todo ello, sin que la sonrisa se borre de su boca. Solo se percibe una sombra en su mirada cuando habla de su hijo Miguel, muerto a los 21 años en un accidente. O cuando la conversación deriva hacia la política. Entonces no oculta su malestar con el rumbo adoptado por los gobiernos catalán y central. Salisachs, a punto de cumplir 94 años, sigue en activo.
Franquismo y censura
Su suegro nunca regresó a Barcelona. Murió antes de que pudieran volver a la ciudad en la que había transcurrido su vida. Antes, Mercedes Salisachs vivió un tiempo en San Sebastián, mientras su marido, oficial de complemento llamado a filas, combatía con el Ejército de Franco. Con sus tropas entró en Bilbao y más tarde participó en la batalla del Ebro. «Estuvo a punto de morir varias veces en los combates», recuerda la escritora. Cuando Barcelona pasó a ser zona 'nacional', la familia volvió a su casa. «Estaba destrozada», comenta y mira a su alrededor, hacia el techo de la biblioteca repleta de volúmenes antiguos en la que tiene lugar la conversación.
Salisachs tuvo un debut literario tardío. Tenía 39 años cuando publicó su primer libro e inició una carrera que se prolonga ya más de medio siglo. Sentada en un sillón, algo rígida por sus dolores de espalda y el cabestrillo que ha de llevar para sujetar su brazo izquierdo, se demora en los recuerdos de sus primeros libros y su pelea para conseguir la publicación. Eran los tiempos en que todavía no había hecho amistad con José Manuel Lara, el creador de Planeta.
La amistad con Lara
-Y de conocer a José Manuel Lara. ¿Le facilitó eso las cosas para publicar?
No fue lo peor que le pasó en esos primeros años de vida literaria. En octubre de 1958, su hijo Miguel, de 21 años, falleció en un accidente de tráfico cuando iba con su profesor de Pintura y unos compañeros a ver a Picasso. Ha pasado más de medio siglo, pero ese hijo sigue a su lado y aparece varias veces en la conversación.
Su carrera literaria se interrumpió durante diez años por la enfermedad de su esposo, José María Juncadella. Cuando este murió, en 1993, volvió a escribir. Y lo hizo con más intensidad si cabe, como si tuviera prisa por contar las historias que se habían ido acumulando en su cabeza y las vivencias que se habían sucedido.
Muerte y sueños
- La muerte de su hijo no le impidió escribir, pero sí la enfermedad de su esposo.
Lo dice una y otra vez, como si quisiera autoconvencerse. La precariedad de su salud y la muerte de amigos, compañeros de generación y allegados han acentuado en la escritora la sensación de estar casi fuera del tiempo. No hay en ella, sin embargo, prevención alguna ante las preguntas sobre la muerte. Incluso sonríe -aún más, ha sido su gesto casi continuo durante toda la conversación- cuando responde.
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