PPLL
Domingo, 26 de diciembre 2010, 02:12
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Su primer recuerdo es de los 5 años. «Tenía heridas anales y vaginales. Mi padre me tocaba, me enseñaba sus partes, no me acuerdo de penetraciones. Mi madre lo sabía y no hacía nada». Hija de un murciano y una vizcaína, Charo Segura creció entre el acoso continuado de su progenitor y la pasividad «de quien tenía el deber de pararlo». Vivían en Bruselas. Después, la madre cogió a sus ocho hijos y se trasladó a Barcelona. «Entonces empezó mi hermano. Me violó hasta los 11 años. Si decía que no, me daba una hostia. Estaba aterrada». Charo se convirtió en una adolescente autodestructiva, perdida en las drogas. «Estaba enfadada con el mundo, hasta que vi cómo iban cayendo chicos a mi lado y me llegó una luz». Estudió contabilidad, trabajó de peluquera, alquiló hamacas, cuidó a una señora, fue pastelera y acabó sacándose el título de terapeuta, su trabajo actual. Tiene 39 años y dos hijos. «Ahora estoy bien, pero todo nunca se supera. Siempre te queda una tristeza. Yo pasé de las muñecas a otra cosa. No podía saltar a la goma porque me dolían las ingles de lo que me hacía mi padre. Él era muy educado y me decía: 'tú eres mi tesoro, mi princesita'. Quería que yo fuera exquisita. Fue horrible, pero hay que romper el silencio para superarlo. En cualquier caso, no recomiendo ir a juicio. Es muy difícil ganarlo».
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