Manuel Martín posa en una calle céntrica de Granada ALFREDO AGUILAR

Una vacuna contra la indiferencia

Manuel Martín | Defensor de la Ciudadanía ·

Siempre dispuesto a escuchar, no da ninguna causa por perdida, nunca se rinde. Cualquiera que acuda a la oficina de este trabajador social puede estar seguro de que su caso será atendido

Jueves, 19 de noviembre 2020, 01:19

A Manuel Martín ningún problema le parece pequeño, ni da una solución por imposible. Incansable en su tarea de ayudar a los demás, no duda en encerrarse durante una semana durmiendo en el suelo para reclamar mejoras en el distrito Norte o en pedir, de forma insistente, que las rampas de los autobuses funcionen correctamente, porque la accesibilidad del transporte público es una necesidad para un gran número de personas. Pero en su oficina del Defensor del Ciudadano no hay asunto por el que no se tomen interés. Desde que empezó a ocupar el cargo, en el año 2012, su trabajo le ha valido el reconocimiento de los granadinos, y del Consejo de Redacción de IDEAL, que le distingue con el reconocimiento de este 2020.

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A todos atiende por igual este trabajador social, licenciado también en Antropología Social, máster en gerencia de Servicios Sociales y doctor en Derecho y Ciencias Sociales. De todos esos ámbitos puede hablar con soltura, porque lleva más de tres décadas en ese trabajo. Pero si hay algo en lo que Martín se doctora cada día es en la sociedad granadina, con sus defectos y virtudes.

«Esta oficina es un termómetro de la sociedad», explica Manolo, desde la humildad con la que impregna su trabajo. Si hay una falta de entendimiento entre instituciones, ahí está su oficina para intentar coser las distancias. En estos duros meses, en los que la pandemia del coronavirus lo ha infectado todo, ha tenido tiempo de reflexionar y hasta de escribir un nuevo libro, 'De la necesidad virtud', en el que recopila las enseñanzas que sacó de su abuela en su infancia.

«Esta oficina es un termómetro de la ciudad», asegura el Defensor del Ciudadano

«Estos meses han sido muy duros, ha llegado mucha gente con problemas muy gordos. Se han perdido muchos trabajos y la gente tiene mucho miedo», resume Martín, que explica que este libro ha sido casi una necesidad.

De hablar pausado y siempre dispuesto a escuchar, tampoco anda falto de valentía, cuando ha hecho frente a grandes empresas y hasta se ha zambullido en alguna que otra osadía. Martín recuerda, entre las grandes satisfacciones de su carrera, el tiempo que trabajó como director del centro cívico Norte. «Es, sin duda, la prioridad en asuntos sociales de esta ciudad. Norte vive en una emergencia social y humanitaria», resume, respecto a los cortes de luz y la proliferación de cultivos de marihuana gestionados por bandas del narcotráfico.

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Pero también le preocupan los mayores, que se están quedando muy aislados en estos meses de confinamientos y restricciones. Admite el Defensor del Ciudadano que no le ha quedado más remedio que zambullirse en las redes sociales, porque hay vecinos que sólo contactan con él por esa vía. A través de Twitter le escribió una mujer, que necesitaba ayuda porque su pareja la obligaba a prostituirse, a pesar de que estaba enferma y en silla de ruedas. Martín no dudó en hacerse pasar por un cliente para acceder hasta ella, conocer su caso, y dejarlo en manos de la Policía. Ella logró salir de ese círculo, y son muchos más los que pueden asegurar que el Defensor les echó una mano.

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