Francisco Aguilar, en su rincón del regreso al pasado. Alfredo Aguilar

El vendedor de todos los santos de la Gran Vía

Personajes de barrio ·

Francisco Aguilar regenta el negocio que fundó su padre en pleno corazón de Granada. Son seis metros cuadrados que han pasado de tienda de fotos a una copistería 'vintage' para retratar

Yenalia Huertas

Granada

Sábado, 3 de octubre 2020, 00:56

Nunca en seis metros cuadrados había cabido tanta historia, cultura, música, fotografía y devoción. El negocio otrora llamado 'Foto Aguilar', situado al final –o al principio, según se mire– de la céntrica Gran Vía de la capital granadina, es hoy una copistería 'vintage' que ... exhibe auténticos tesoros para un coleccionista. Es como un pequeño desván a ras de acera.

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Estampitas del Santo Manuel, aparatos de radio con solera de la de verdad, cintas vírgenes de radiocasete, recortables del año catapún y vinilos de los complicados de encontrar. El dueño y vendedor de todos estas joyas a precios asequibles es Francisco Aguilar, uno de los seis hijos del ya desaparecido dueño de este miniestablecimiento: el fotógrafo y cantaor de flamenco Lucindo Aguilar.

Mientras Francisco, también llamado Fran, atiende con paciencia y un trato exquisito a su espaciada clientela (en el local no cabe más de un visitante si se respetan las recomendaciones sanitarias anticovid), su progenitora Teresa toma el agradable aire de la mañana otoñal sentada junto a la puerta.

La viuda de Lucindo, de mirada entrañable, que con su presencia custodia sin querer un expositor de postales de la ciudad colocado junto a la entrada del pequeño establecimiento, ve a los viandantes –y la vida– pasar por delante. La mujer, ya jubilada, acumula todos los recuerdos de casi un siglo en su ser, mientras sonríe afable y presume de años: «Voy a cumplir 90», indica coqueta. A continuación se señala sus piernas fatigadas. Han sido muchas las horas de pie tras el mostrador. Francisco la ha relevado con gusto. De eso hace ya casi tres lustros.

Esta histórica tienda de Gran Vía, situada junto al portal número 52 de la emblemática arteria de la urbe, lleva abierta desde el mes de febrero de 1970. Antaño estaba especializada en fotografía. De hecho, el padre de Fran era pariente del fotógrafo de este reportaje. «Yo tengo fotos de pequeño hechas aquí», desvela el fotoperiodista Alfredo Aguilar. Hoy, por esas vueltas que da la vida y el oficio, nuestro compañero se reencuentra con su infancia de esta manera. Porque este rincón en el que Francisco recibe al visitante es eso: una especie de regreso al pasado, un lugar casi museístico que conserva, junto a el espíritu de aquellos años de negativos y líquidos reveladores, valiosas máquinas fotográficas de la época, de las de guiñar el ojo antes de disparar. Están a la venta, claro está.

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«Originalmente esta tienda era de fotografía y, con lo digital, empezó a decaer el tipo analógico, pero ahora está de moda otra vez», explica Fran, que ha enfocado el comercio como copistería, si bien ha sumado a sus fotocopiadoras la recuperación del vinilo, lo añejo y el fervor a los santos.

De hecho, quien accede a su interior, además de fotocopiar un documento –abre de 09.00 a 14.00 horas porque es la franja que concentra la mayor parte de su actividad–, puede elegir entre llevarse un libro de 'El Coyote', un disco de Rosario o una foto religiosa.

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Estampas, postales y llaveros de unos 40 santos, beatos y curanderos decoran las paredes de la minitienda, junto a fundas de elepés de décadas pasadas. Lo de vender instantáneas de granadinos con leyendas milagrosas se debe a que una hermana suya tuvo otro estudio de fotografía en la calle que baja del Arco de Elvira y eran muy demandadas. Por eso él ha retomado el producto. Una de las más solicitadas era la de Custodio, de la zona del Noalejo.

La foto de González Sinde que Fran guarda como oro en paño.

José Manuel da los buenos días mientras se asoma al local. Es un vecino futbolero de Churriana de la Vega al que llaman 'Charly'. «Pero Charly con i griega», puntualiza. Viene a recoger una foto de Ronaldinho en un tamaño considerable. Es para la peña del Barcelona de su pueblo y él es uno de los clientes fieles de este negocio, donde el perfil es realmente gente de paso de fin de semana. «Me saca las fotos y le compro discos de vez en cuando», dice Charly, que presume de poseer «un tocadiscos bueno».

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La fachada de este singular reducto de lo analógico no escapa a la atención del paseante. Un sábado, un coche oficial paró frente a sus puertas. Era la ministra de Cultura durante el gobierno de Zapatero, la directora de cine Ángeles González Sinde. De aquel momento Francisco guarda y muestra orgulloso una instantánea en 10x15. «Vi el coche negro y de repente vino hacia mí, hizo fotos y me dijo 'me encanta esta tienda'».

En su interior entra minutos después de narrar esta anécdota una joven de 19 años. Se llama Mireya, es de Badajoz y va a hacer copias de unos apuntes. Se queda prendada mirando las cámaras antiguas que hay colgadas en la entrada. «Me gusta la fotografía analógica, creo que tiene mucha más magia. Ahora con los móviles sacas una foto y al final la olvidas en la galería», comenta.

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Fran compagina la tienda con su otra dedicación: es entrenador de calistenia por las tardes. Y es que la venta en este pequeño local, por el que paga un alquiler «razonable», da para vivir pero hay que completar la caja. «Me siento un privilegiado por estar aquí, aunque también un poco dejado por las administraciones. En 51 años que lleva esto abierto jamás nos han dado ninguna ayuda», se queja al despedirse de la informadora, que adquiere un llavero de Fray Leopoldo de Alpandeire para su abuela. ¿Por cuánto? 2,95 euros besados.

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