«Lo que vimos aquel día no es lo normal, aunque uno nunca deja de sorprenderse«, señala un funcionario policial que formaba parte de la última inspección que se desarrolló en la capital para velar por el cumplimiento de las normas sanitarias en la restauración ... y la hostelería. Lo cuenta una semana después de que participara en el cierre de una decena de establecimientos, seis de comida china y cuatro 'shawarmas', en los que pudieron ver productos que llevaban caducados desde el año 2009, carnes podridas o incluso una habitación para el descanso del personal llena de basura, humedades o de muebles rotos.
«Este tipo de negocios engañan bastante, pues lo que ve el cliente está siempre limpio, pero luego por detrás es otra historia bien diferente», explica este hombre, que apunta que en la última inspección vieron cosas que no se les olvidará. «Algunos veterinarios municipales se llevaban las manos a la cabeza, y eso que están acostumbrados por su trabajo a ver este tipo de cosas. Lo que pasa es que cuando crees que no hay nada que te pueda sorprender más, llega una nueva y lo hace», señala él, que se quedó de piedra al ver, entre otras cosas, bolsas de productos caducados en el año 2009 o animales en salmuera que ni reconocía.
«Hay un dicho popular que dice que el fuego lo mata todo, pero no es verdad. Carne de la que vimos aquel día no era apta para el consumo humano por mucho que la cocines»
Detalla que en estos negocios se encontraron, en definitiva, comida en tan mal estado o cocinas tan sucias que llegó a inquietarles, dicen las fuentes consultadas. Este funcionario habla de carne podrida o mal congelada, de productos tirados en el suelo o de alimentos en contacto de mucha insalubridad tanto en los lugares de almacenaje como en los puntos de manipulado. «Algunos almacenes, donde había kilos y kilos de comida amontonada, eran auténticos estercoleros. Había cebollas o ajos tirados de cualquier forma; comida en cajas de cartón sin ningún control o productos fermentados», apunta este hombre, que dice que todos allí acabaron sorprendidos «por la cantidad tan grande de suciedad» que había en alguno de los restaurantes en los que entraron.
«Hay un dicho popular que dice que el fuego lo mata todo, pero no es verdad. Carne de la que vimos aquel día no era apta para el consumo humano por mucho que la cocines. El riesgo para la salud es total. Y no solo ocurre en restaurantes chinos o árabes, también en españoles o de comida tradicional hemos visto cosas fuertes», cuenta este servidor público, que cree que este tipo de controles deberían hacerse mucho más a menudo porque «funcionan».