Viernes, 9 de agosto 2019, 12:15
A Salvador no le dio tiempo de reparar la ausencia de su padre. Desapareció cuando él tenía cuatro meses y nunca volvió a Cacín. Emilio Pérez Moreno nació el 11 de septiembre de 1909. Como tantos, tras la Guerra Civil, tuvo que abandonar su ... pueblo camino de Francia, desde donde mantuvo una correspondencia frecuente con su familia hasta un día en el que, sin previo aviso, se interrumpió. Durante más de veinte años, ni su mujer ni su hijo supieron nada de él. Permanecieron ajenos a las calamidades que sufrió entre 1940 y 1942 como preso del campo de concentración de Mauthausen donde los nazis le asesinaron.
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Su hijo lo recordaba para IDEAL a través de lo que le habían contado vecinos y familiares. «Tu padre era buena gente, nunca le había hecho nada a nadie», le decían. Su nombre es uno más de los 177 granadinos que fallecieron en el campo de exterminio austríaco. Uno más de los 4.427 nombres de españoles víctimas del genocidio nazi que forman parte de un listado que ayer viernes publicó el Boletín Oficial del Estado con un doble propósito. Por un lado, reconocer la responsabilidad del gobierno franquista en la barbarie y, por otro, permitir a las familias el registro de las víctimas como fallecidos. «Es un gesto, un avance», explica a IDEAL Fernando Alcalde, miembro de la Asociación Memorialista '14 de Abril' de la Costa Tropical. «Les da vigencia legal, algo que no tienen los españoles asesinados en la Guerra Civil y enterrados en las cunetas. Sus familiares pueden atestiguar que están muertos, hasta en este momento no podían».
Emilio, como la mayoría de los presos españoles, eran exiliados que habían abandonado España tras la Guerra Civil. Muchos de ellos contribuyeron a la defensa de Francia contra la Alemania nazi. Eran miembros activos de la resistencia. La derrota francesa llevó a miles de ellos a caer prisioneros del III Reich y fueron deportados a los campos de exterminio austriacos.
La iniciativa vino del gobierno español. En el año 1940 el régimen franquista negoció con el alemán que los prisioneros de guerra españoles fueran realojados en campos de trabajo. Mauthausen y Gusen fueron los dos únicos campos de toda Europa etiquetados como campos de 'Grado III', lo que significaba que eran los campos más duros para los «enemigos políticos incorregibles del Reich» como lo definió el escritor polaco Stanislaw Dobosiewic.
«El sistema represivo nazí creó diferentes símbolos para diferenciar a los prisioneros», explica Alcalde. Los judíos llevaban la estrella de David, el resto lucía un triángulo invertido que era rojo en el caso de los presos políticos. «Los republicanos españoles llevaban un triángulo azul que les distinguía como apátridas. Ni siquiera el gobierno español los reconocía como compatriotas», explica Alcalde. Dentro del triángulo aparecía escrita una 'S' de 'spanier'. Ellos eran los 'rotspanier', 'rojos españoles'.
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Para Rafael Gil Bracero, presidente de la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica, «con la publicación se consigue el reconocimiento como víctimas olvidadas, no para sus familiares, sino como víctimas de un régimen que quiso aniquilar su memoria», dice a IDEAL. «Demandamos la reparación pública en sus lugares de origen, que sea patrocinado e impulsado por los poderes públicos», concluye Gil Bracero.
El caso de Pinos Puente es singular. Un pueblo pequeño que, con doce víctimas, es uno de los municipios granadinos que más vecinos aporta a esta lista del horror. Uno de ellos fue Juan Gálvez Cervera. «No lo llegué a conocer porque tuvo que marcharse siendo yo muy pequeña, pero mi madre me contaba que estaba loquito con sus hijos, y que siempre me tenía en brazos». Son palabras que su hija, Lola Gálvez, de Zujaira, hizo a IDEAL en uno de los homenajes que la pedanía de Pinos Puente rinde cada año a la memoria de sus vecinos muertos en el holocausto. Juan, inscrito en el campo de Mauthausen el 14 de mayo de 1941 con la matrícula identificativa 3.354 fue trasladado al campo anexo de Gusen en el infausto día 18 de noviembre de ese año, fecha que fue también la de su muerte. Este año Zujaira faltó a su cita. Carmen Zafra, alcaldesa de la pedanía, dice que se debió a que la nueva corporación aún no había comenzado a ejercer.
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La historia va alejando en el tiempo estos sucesos. La víctimas se enfrentan al olvido. Al menos, desde ayer, se ha constatado su muerte.
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