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El 25% de los voluntarios de Cáritas son mayores de 65 años. En otras organizaciones que tienen un carácter asistencial ocupan también un importante papel. Los jubilados pueden ser también destinatarios de la ayuda o de la compañía del voluntario pero hay muchos otros ... que prestan su tiempo, experiencia y conocimientos a trabajar por la comunidad. Como dice Antonio Gallardo, voluntario de Cáritas y funcionario jubilado de la Universidad de Granada, «en vez de 'vigilar' las obras que hacen en el barrio» invierte su tiempo en «hacer algo bueno para la comunidad, para su parroquia» y para sí mismo.
De 77 años, Gallardo recuerda su último día de trabajo. Al terminar la jornada se acercó a hablar con su párroco para saber cómo podía contribuir en su comunidad. Es una historia similar a la de Antonio Alonso, que se jubiló a los 70 como médico de familia. Tiene ahora 81 y, desde el día siguiente a su retiro, no ha dejado de trabajar en el comedor social de San Juan de Dios y en el Banco de Alimentos. Alonso recibe a IDEAL con los datos de marzo: ha atendido a los más necesitados en esas instalaciones los 31 días de ese mes. Aquí, se ocupa de hacer medicina de familia: «Vienen con diferentes afecciones, dolores de cabeza, úlceras de estómago, diabéticos, heridos por alguna pelea, bronquitis de vivir en la calle... Cuando la cosa es más compleja les damos una notificación y los derivamos a un centro según los síntomas que presente cada persona», explica el doctor.
También afeita y corta el pelo y habla con los usuarios. Su compañero en la consulta y botiquín de este comedor social, Miguel Cambil, señala que esa última función es muy importante porque «necesitan hablar, comprensión y ayuda». Él también es médico jubilado y voluntario porque asegura que no está cansado de trabajar: «Me jubilé hace 20 años y estoy en la gloria por poder ayudar a estas personas y servir de algo a la sociedad, que la vida nos ha dado mucho y hay que repartir un poquito», dice este hombre de 80 años.
Carmen Muñoz es voluntaria en Cáritas desde hace 31 años. Ella opina como sus compañeros. «Todos tenemos unas capacidades, una situación económica, cultura, cariño, empatía y Dios nos hace administradores de esos bienes para que los pongamos a trabajar; para mi fue hacer esta labor de voluntariado», afirma esta octogenaria. Cuando a los 50 años su marido cerró la farmacia en la que trabajaba, se inscribió en la organización. Al principio realizaba trabajos en la farmacia de Cáritas, pero después desempeñó otros cargos. «Empecé de forma vocacional, es normal que los voluntarios cuando llegamos aquí queramos mantener un trabajo que hemos realizado antes, hay puestos de trabajo que sí combinan con lo que hemos sido, hay otros que no, con lo cual hay que adaptarse a lo que la institución puede ofrecer», dice la ahora vicesecretaria de la entidad.
En estas tres décadas de voluntariado, Muñoz ha visto una evolución en las motivaciones y en el número de voluntarios de Granada. «A partir de la crisis mucha gente se concienció: algunos aportaron dinero que antes no aportaban y otros donaron su trabajo».
No duda en recomendar ser voluntario porque «llena la vida». «Pienso que cuando se llega a cierta edad, ya mayores, cuando los hijos ya no están en el hogar, cuando ya has terminado de trabajar, la persona se queda vacía y sola; en ese momento se pueden tener dos actitudes: una es pensar que 'ya se ha terminado ahora me siento y veo pasar la vida como una película, me convierto en espectadora'; la otra opción es la persona que, como yo, piensa que es importante seguir teniendo un papel en la vida, más grande o más pequeño pero que quiere seguir actuando en la vida en lugar de sentarnos a verla pasar».
Pese a todos los años de actividad ninguno de estos voluntarios se encuentra cansado. «Esto estimula más que el trabajo anterior, antes lo hacíamos por vocación y también porque nos pagaban, había una compensación económica; esto lo hacemos porque queremos y satisface muchísimo más», asegura Antonio Alonso.
Diferentes estudios referenciados en la tesis sobre el voluntariado en la provincia realizada por el profesor de Didáctica de las Ciencias Sociales de la Universidad de Granada (UGR), Vicente Ballesteros, defienden que el voluntariado tiene unas consecuencias positivas para la salud física y la situación social de las personas que participan de actividades altruistas de forma habitual. Una idea que también sugiere la teoría del Rol, aludida por el investigador en su tesis porque mantienen un papel productivo individual.
El experto afirma que en Granada los mayores de 65 años suponen el 25% de los voluntarios y distingue entre el voluntario intergeneracional -mayores que ayudan a personas de otras edades- e intrageneracional -mayores que ayudan a personas de su misma generación-. Vicente Ballesteros señala que este último es muy importante y se promueve porque supone «una toma de conciencia del colectivo y por supuesto, comprensión, solidaridad y empatía», explica Ballesteros
Según el doctor, no se puede decir que los jubilados aporten algo diferente a los voluntarios de otras edades pero sí defiende la importancia de que cada persona esté haciendo un trabajo voluntario con o para el colectivo adecuado, donde pueda desarrollar sus destrezas y competencias. Vicente Ballesteros coincide con Carmen Muñoz, de Cáritas, en la evolución en número y diversificación del voluntariado en Granada. Explica que en gran medida es porque han mejorado mucho las condiciones de vida: «La gente cuenta con mas tiempo libre y mejor salud, entre otros motivos». No obstante, Ballesteros se muestra cauto y cree que no hay que echar campanas al vuelo porque «aún hay muchas personas mayores que no saben como ocupar el tiempo libre y serían muy buenos voluntarios».
Vicente Ballesteros, de 59 años es voluntario desde los 16 años. Asegura que esta actividad es una forma de entender la vida, de generosidad, compartir y de tolerancia al diferente.
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