

«De todos los que tengo vistos, este es el banco más bonico de Granada»
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La instalación por primera vez en la historia de un banco en la calle Molinos recuerda a los vecinos la necesidad de un barrio más tranquilo y silenciosoJavier F. Barrera
Granada
Domingo, 18 de diciembre 2022, 12:53
La calle Molinos del barrio del Realejo sufre una pequeña revolución. La instalaci dón de un banco con sus cuatro patas en la principal calle del barrio greñúo es la causa. Pese a ser el cauce comercial, la savia que da vida de día y de noche a este barrio, nunca había disfrutado de este mobiliario urbano, que tanto disfrute ofrece a vecinos y paseantes. Su instalación ha logrado convertir el banco en punto de encuentro matutino de vecinas que salen de los comercios de hacer la compra para compartir las batalllitas del día, para jóvenes que lo toman al asalto para echar un cigarrito y beberse una lata de birra, para madres con sus retoños que aprovechan el momento para sentirse juntos y felices. También da para preguntas y respuestas. Para reivindicaciones y esperanzas.
Por ejemplo. ¿Cómo se coloca un banco? ¿Cuál es su ubicación perfecta? ¿Quién lo decide? ¿Quién lo instala? ¿hacia dónde tiene que mirar? ¿Cuántos bancos hay en un barrio como el Realejo? ¿Será el principio de una oleada que llenará las calles y plazas del tan necesario mobiliario urbano? ¿Acarreará consecuencias como la limitación del tráfico? ¿Se peatonalizará la zona? ¿Será el Realejo más habitable como reivindica la asociación del mismo nombre? Vayamos por partes.
Alejandro Corral, presidente de la Asociación de Vecinos del Realejo, posee gran parte de las respuestas. «El banco lo solicitamos porque las vecinas mayores se quejan que no tienen lugar para sentarse en una calle tan larga». Ya tenemos el origen. «Lo segundo fue que me llamó el técnico municipal para preguntar que dónde lo colocaba, que ya estaba concedido. Le mandé una foto del lugar exacto donde pensé que sería más útil, en mitad de la parte más ancha de la calle Molinos. No tardaron ni una hora en dejarlo instalado». El hecho de que se haya instalado de espaldas a la calle, da lugar a todo tipo de controversias. «Pero eso lo decidieron los técnicos».
El presidente vecinal también ha confeccionado un censo de los bancos del barrio, para así reivindicar cuantos más bancos mejor. «De hecho, se han puesto dos bancos más en la plaza de los Girones. Hace un par de años, se pusieron un par más en la plaza Fortuny y otros dos en la plaza del Realejo».
Además, hay una treintena más de bancos modernos repartidos entre las diversas plazas del barrio –Santo Domingo, Carlos Cano, Virgen el carmen, Hospicio Viejo o Plaza de los Campos–. Y, por supuesto, los clásicos bancos de piedra frente al colegio mayor o los del Campo del Príncipe, que conviven con los modernos.
Pese a este crecimiento de la población de bancos greñúos, Alejandro Corral sostiene que «hacen falta más para cambiar la dinámica de las calles del barrio. Hay que terminar con las bullas y las prisas. Hay que sentarse y conversar mucho más».
Alejandro Corral
AAVVRealejo
Este discurso de cambiar el barrio se complementa con el de la asociación Por un Realejo Habitable. Margarita Arango explica que el espacio público lo utiliza todo el vecindario. «Por tanto, debe estar pensado y diseñado para el disfrute de las personas y no de los coches», critica. «Desde hace mas de cuatro años pedimos que el barrio del Realejo tenga mejor equipamiento, zonas verdes, mobiliario urbano, limpieza, rediseño del transito vehicular, seguridad para los peatones en definitiva una actuación integral».
La llegada de este banco permite sostener las críticas. «Si caminas por las calles vas a encontrar mayor número de espacio público destinado para los coches que para las personas, hitos mal distribuidos, bolardos que dificultan que sea un lugar propicio para caminar, ello sin dejar de lado el constante humo y contaminación que respiramos y el que nos mata lentamente».
Mientras tanto, el banco está ocupado por las mañanas, las tardes y las noches. Hay comentarios de todo tipo. El Niño de las Pinturas, cuyo negocio se encuentra a un puñado de metros de este banco, comenta que «sirve para ver cómo trabaja Esther en la peluquería», a un paso del banco, que mira hacia la acera en vez de hacia la calzada, lo que provoca chistes en el barrio.
Pedro de Dios, vecino de la calle Molinos, sentencia no sin retranca: «De todos los que tengo vistos, este es el banco más bonico», y se sienta, cruza las piernas, y se dispone a ver pasar la vida sin prisa. Es un principio.
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