El granadino Enrique Mirasol, licenciado en Administración y Dirección de Empresas, entró a trabajar como técnico de gestión en el área de Recursos Humanos del Ayuntamiento de Granada en el año 2011, vía bolsa de trabajo. Desde entonces ha ocupado de manera interina esta plaza, ... grupo A2, con la intranquilidad de que, en cualquier momento, podía salir a oposición libre. «Por supuesto que produce inquietud, he estado trece años de mi vida pendiente de si salía mi plaza en cada convocatoria, no he podido desconectar de estudiar la oposición. Ha sido una época de mucha inseguridad», esgrime.
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Su historia corre paralela a la de los de cerca de 270 interinos de larga duración del Ayuntamiento de Granada que vivían con miedo por la inestabilidad laboral y ahora han logrado su plaza vía concurso de méritos. En el caso de Enrique Mirasol, salían seis plazas de su categoría y él tenía la puntuación máxima en formación. Desde marzo de este año es funcionario con todas las de la ley. «Aunque permanezco en la misma concejalía, me voy a Innovación, un área nueva que tiene mucha proyección». esgrime satisfecho.
Mirasol no ve la plaza fija como una excusa para relajarse, de hecho le encanta estudiar y estando ya en la administración se licenció en Derecho, pero ahora podrá enfocarse en formación especializada para su puesto de trabajo y no en unas oposiciones. «Me gusta estar formado, me gusta mi trabajo y voy a ir con la misma actitud, pero la situación cambia por completo. No es lo mismo prepararte en un tema concreto que le hace falta a la organización y para tu día a día que estudiar porque necesitas sobrevivir», resume.
En estos años también se ha sentido «de segunda clase» a la hora de competir en procesos internos. «Si se presentaba un funcionario de carrera con cero puntos tú ya te quedas atrás. Ahora ya vives con otra tranquilidad y te puedes mover si no estás a gusto», añade. Y también, a sus 55 años, como sus compañeros se sentía en desventaja para competir en un proceso que no tenga en cuenta la experiencia. «Tienes obligaciones familiares y ya no es lo mismo que cuando tienes 25 años, que estás en otro momento y tienes toda la libertad para opositar, para estudiar», esgrime.
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Estabilizar su situación también le ha permitido pasar página de las preocupaciones y muchas veces sinsabores de la lucha que les llevó a reivindicar las plazas en los tribunales, de la mano de los compañeros del sindicato SITAG. «No es agradable tener que defender tus derechos en un juzgado», recuerda.
Al pesar de todo y aunque larga, siente que la lucha ha merecido la pena. «Pero no ha terminado para algunos compañeros. Las sentencias de la UE no dejan interpretaciones cerradas y es la administración la que tiene que cambiar el paradigma de los llamamientos de interinos y que éstos entren solo para necesidades puntuales o situaciones tasadas por la ley y el resto de necesidades se hagan vía convocatorias con procesos objetivos, claros y abiertos», concluye.
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