El general del Ejército Amador Enseñat en la sede del Madoc en Granada, en su primera visita como JEME. PEPE MARÍN
Amador Enseñat, Jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra (JEME)

«Vivimos un momento dulce en la relación de la sociedad española con su Ejército»

«Si alguien quisiese utilizarnos como arma arrojadiza en la lucha partidista es que no conoce la esencia ni la ética profesional de quienes prestamos servicio activo en las Fuerzas Armadas»

Quico Chirino

Granada

Sábado, 25 de diciembre 2021, 23:55

El general de Ejército Amador Enseñat (A Coruña, 1960) es, desde octubre, jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra (JEME), tras un breve paso por el gabinete técnico de la ministra de Defensa como director. Antes estuvo en el Mando de Adiestramiento y Doctrina ... del Ejército de Tierra (Madoc), donde fue secretario general y director de Enseñanza, Instrucción, Adiestramiento y Evaluación. De aquí surgió su vínculo con Granada, ciudad con la que sintonizó en el acto y a la que pretende regresar para vivir cuando pase a la reserva. Es uno de los militares españoles con más condecoraciones y premios. Y esta es su primera entrevista como JEME.

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–¿Tiene la sociedad una percepción real del Ejército de Tierra o, en parte, es todavía un gran desconocido?

–Es difícil que nuestros ciudadanos asocien la libertad y prosperidad de las que afortunadamente disfrutamos con la seguridad que proporcionan, entre otros, las Fuerzas Armadas. Por otra parte, la suspensión del servicio militar obligatorio ha traído muchos beneficios pero también un alejamiento de la realidad del Ejército. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a una situación crítica como la pandemia, el temporal Filomena o la erupción del volcán de La Palma, la sociedad percibe nuestra utilidad de forma directa, se acerca a nosotros y nos conoce mejor. Nos encontramos en un momento dulce de la sociedad española con su Ejército.

–¿Se ha percibido ese cariño?

–Las Fuerzas Armadas han respondido en los últimos tiempos a un estado de necesidad de la población que nos ha acercado a ella. Se han visto desbordadas las capacidades y han acudido todas las Fuerzas Armadas para reforzar. Tenemos dos hospitales que están integrados en el sistema de salud, en Madrid y Aragón, pero como hubo que incrementar el número de plazas de hospitalización tuvimos que reforzarlos con médicos que estaban en la reserva, duplicar o triplicar el personal de mantenimiento, los soldados hicieron de celadores o, incluso, trasladaban los cadáveres. Los féretros se acumulaban en el palacio de hielo porque los hornos crematorios no daban abasto. Nuestros soldados acompañaban a los cadáveres en representación de la familia. Recuerdo la anécdota de un soldado que lo mandaron a un hospital. Cuando vio el nombre se percató de que era donde estaba su padre. Entró a verlo, con todo el equipo de protección, y el padre no lo reconoció. El hombre le preguntó por qué sabía tanto de su vida. «Papá, que soy tu hijo». En Madrid la tormenta Filomena paró la vida durante una semana. Las ambulancias no llegaban a las casas y tuvieron que ir las unidades militares a recoger a enfermos que estaban en peligro de muerte. Nuestros hombres y mujeres se volcaron en ayudar a la sociedad. Hablamos de la satisfacción del deber cumplido, que es la máxima condecoración a la que puede aspirar un militar.

Conflictos

«Hoy más que nunca se ha desdibujado la frontera entre la paz y la guerra»

–¿Qué labor o tarea que realiza el Ejército cree que sorprendería al ciudadano si la conociera?

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–Precisamente, aquí en Granada, en el Mando de Adiestramiento y Doctrina (Madoc) se dirige una de las labores más desconocidas para el ciudadano: la investigación, que nos permite anticiparnos a los retos a los que nos podemos enfrentar en el futuro. Esa labor no la hacemos solos. Necesitamos la colaboración de los ejércitos aliados y amigos y la de los centros de investigación civiles, entre los que la Universidad de Granada desempeña un papel crucial. Siempre digo que el trabajo diario de preparación en nuestras unidades es fundamental. La instrucción y adiestramiento repite lo que ya conoces. Pero la formación te da criterios para afrontar lo desconocido.

–¿Qué transformación y retos afronta el Ejército de Tierra? Se fija el horizonte de 2035.

–El Ejército de Tierra 2035 está basado en tres pilares: la transformación digital, la Fuerza 35 y la Base Logística del Ejército que se ubicará en Córdoba. La transformación digital es un asunto transversal y de gran importancia, que consiste, no solo en adquirir y hacer uso de las nuevas tecnologías, sino en lograr una nueva mentalidad para organizar nuestro trabajo. Tendremos que participar en operaciones con la Armada y el Ejército del Aire, con las Fuerzas Armadas de nuestros aliados y amigos y en lo que se llama multidominio, porque a los dominios tradicionales (terrestre, marítimo y aéreo) se han unido el cibernético y el cognitivo. Las tendencias demográficas de nuestra sociedad dificultarán recurrir en masa a los recursos humanos, por lo que la calidad de la formación de nuestros hombres y mujeres será esencial. Hemos implantado un nuevo modelo de liderazgo, orientado a la misión, donde pretendemos aunar la iniciativa con la responsabilidad. Tenemos que dar más iniciativa a nuestros subordinados pero al mismo tiempo fomentar la responsabilidad de su trabajo.

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–Se lo puede preguntar algún ciudadano desde fuera: ¿por qué es necesario un Ejército sin guerra?

–La paz, la libertad y la prosperidad de las que disfrutamos están íntimamente vinculadas a la seguridad que contribuimos a proporcionar. El viejo adagio latino de 'si vis pacem, para bellum' [si quieres la paz, prepara la guerra] sigue tan en boga como siempre. Solo hay que hacer un recorrido por el mapamundi y veremos que la paz que disfrutan España y el resto de sociedades occidentales es más la excepción que la regla de la situación geoestratégica del mundo actual. Nuestra sociedad tiene que afrontar numerosos y diversos riesgos y desafíos a nuestra seguridad. Las Fuerzas Armadas somos una de las herramientas de las que dispone el Gobierno de la nación para mantener la seguridad que garantiza nuestra forma de vida.

Pandemia

«Activamos médicos que estaban en la reserva y los soldados hicieron de celadores y hasta trasladaban los cadáveres»

–¿Habrá guerras en el futuro en países occidentales o democráticos? ¿Cómo serán?

–Si algo nos enseña la historia es que nunca se puede descartar la posibilidad de que haya conflictos y enfrentamientos. Lo que sí parece claro es que los conflictos futuros no estarán orientados a la conquista o defensa de un determinado territorio, sino que se desarrollarán por, para y entre las personas, con un claro afán de dominar las percepciones y, en última instancia, las voluntades. Últimamente estamos asistiendo a conflictos en la llamada 'zona gris', algo intermedio entre el blanco de la paz y el negro de la guerra, donde se emplean estrategias híbridas con la utilización de unidades militares convencionales, grupos paramilitares o incluso utilizando a la propia población como arma de guerra. Hoy, más que nunca, se ha desdibujado la frontera entre la paz y la guerra.

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–¿Está suficientemente modernizado el Ejército de Tierra español? ¿Cómo se puede innovar? ¿Qué conocimientos puede aportar a otros países?

–Una de las características del siglo XXI es la velocidad vertiginosa con la que avanza la tecnología. Por tanto, se puede afirmar que nunca se va a estar suficientemente modernizado. Ahora bien, la transformación del Ejército implica un cambio de mentalidad y una predisposición constante para incorporar nuevas tecnologías que nos hagan ser competitivos. De ahí el papel crucial de la investigación para tener una permanente actitud prospectiva. El desarrollo de la Fuerza 2035 (con la Brigada Experimental en la que estamos trabajando) y el proyecto de Base Logística son dos ejemplos que ilustran la vocación de permanente modernización y transformación que preside el Ejército del futuro. Muchos ejércitos de países aliados y amigos se han interesado por ambos proyectos y en el poco tiempo que llevo al frente del Ejército de Tierra he recibido muchos juicios favorables sobre ellos.

–Y, ¿está atendido suficientemente en los Presupuestos? ¿O todavía se percibe con reticencias invertir en defensa o en armamento?

–Los militares formamos parte indisociable de la sociedad a la que servimos y, por tanto, debemos ser consecuentes con la situación que vivimos. En el Ministerio de Defensa se está realizando un enorme esfuerzo para incrementar el presupuesto, dentro de las limitaciones que impone la compleja situación económica. Hemos notado un claro cambio de tendencia. A nosotros nos corresponde obtener el máximo rendimiento de los recursos presupuestarios que los ciudadanos, con gran sacrificio, ponen a nuestra disposición. Seguimos aspirando a que, cuando la situación lo permita, se pueda establecer un sistema de financiación a medio plazo que nos posibilite abordar nuestros programas y proyectos dentro de un marco presupuestario predecible. La idea de que la defensa es una inversión y no un gasto está calando en nuestra sociedad.

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–¿Corre el riesgo de politizarse el Ejército? Se utiliza como arma arrojadiza entre partidos?

–Sinceramente, creo que el Ejército no corre riesgo de politizarse. Todos los miembros de las Fuerzas Armadas tenemos claro que la más exquisita neutralidad política y partidista es una seña esencial de nuestra identidad. Las simpatías partidistas o ideologías políticas que cada uno pueda tener como ciudadano no deben tener reflejo alguno cuando vestimos el uniforme. El Ejército está al servicio de España y de todos los españoles, sin distinción de ninguna clase. Si alguien quisiese utilizarnos como arma arrojadiza en la lucha partidista es que no conoce la esencia ni la ética profesional de quienes prestamos servicio activo en las Fuerzas Armadas.

Sangre y sudor

–Hoy día el Ejército está muy profesionalizado y es muy atractivo para muchos jóvenes. En su época, ¿por qué decidió dedicar su vida al Ejército?

–El Ejército de Tierra ha experimentado grandes cambios desde que salí de teniente de la Academia en 1983: el paso de un Ejército de guarnición a otro de proyección, la suspensión del servicio militar obligatorio y la constitución de unas Fuerzas Armadas enteramente profesionales, la incorporación de la mujer a la milicia en condiciones de plena igualdad, la integración de España en las organizaciones internacionales de seguridad y defensa, las operaciones llevadas a cabo durante más de treinta años en cuatro continentes … A su vez, la sociedad española ha sufrido una importante transformación. Los jóvenes que ingresan hoy en el Ejército no son, afortunadamente, iguales a nosotros cuarenta años atrás. Pero percibo en ellos la misma vocación que me llevó a mí a ser militar: el servicio a España y a los españoles sin regatear esfuerzos de ninguna clase. A mí me gusta decir que los que hemos comprometido la sangre, no podemos escatimar el sudor.

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Seguridad

«El viejo adagio latino de 'si quieres la paz, prepara la guerra' sigue tan en boga como siempre»

–En su amplia trayectoria militar, ¿qué le ha impactado o impresionado más?

–El sufrimiento causado por los horrores de la guerra entre la población civil: los refugiados y desplazados en los Balcanes y en el Líbano por la guerra en Siria. Gente que lo había perdido todo de un día para otro, que buscaban en nosotros su única esperanza para poder sobrevivir. Su utilización como objetivos de guerra en unos conflictos étnicos sin precedentes en nuestro continente. En orden doméstico, los estragos causados por la covid-19 en nuestros conciudadanos y los esfuerzos de los hombres y mujeres de nuestro Ejército, asumiendo toda clase de riesgos, para darles el apoyo que en cada momento necesitaban, llegando hasta el acompañamiento final por obligada ausencia de sus familiares.

«Echo mucho de menos Granada. Me considero, por decisión propia, un granadino de adopción»

–Y en clave más personal, para conocer algo más al JEME. ¿Echa de menos Granada?

–Es indudable que la echo mucho de menos, tras siete años viviendo en Granada como secretario general del Madoc y luego director de Enseñanza, Instrucción, Adiestramiento y Evaluación del Ejército de Tierra. Desde el primer momento traté de involucrarme de forma intensa, y creo que lo conseguí, en su vida institucional, social, cultural y deportiva. Disfruté mucho de Granada y de su gente y tengo siempre presente a Granada en mi pensamiento y en mi corazón. Me considero, por decisión propia, un granadino de adopción y a esa condición se refirió la ministra de Defensa cuando me entregó formalmente el mando del Ejército de Tierra. Es conocido que también existen circunstancias personales y tengo claro que fijaré mi residencia en esta ciudad cuando pase a la situación de reserva.

–Tantas ciudades y tantos países recorridos, ¿qué le llamó la atención de Granada?

–Su ambiente cultural y lúdico pero sobre todo su gente, abierta, sincera, acogedora, con su sentido del humor y con la capacidad que tenemos los gallegos de ser críticos y reírnos con nosotros mismos. No he percibido en modo alguno la malafollá que un ingrato o envidioso ha atribuido a los granadinos. Todos los días descubrí nuevos rincones que me enamoraron más de Granada, participé en tertulias en diferentes ambientes y aproveché su amplia oferta cultural y académica. Qué más se puede pedir que dar un paseo por la carrera del Darro, una inmersión en el Albaicín, una visita nocturna a la Alhambra, una cerveza en Bib–rambla o un café o una copa en Ganivet… Todo ello lo dije en una entrevista publicada en IDEAL en agosto de 2014. Más de siete años después, con mayor conocimiento de causa, me ratifico en todos sus términos.

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