Granada está atravesada por cuatro grandes cauces fluviales. El río Beiro al Norte; el Darro atravesando el centro de la ciudad hasta su confluencia con el río Genil; y en el límite sur del término municipal, cruzando por el barrio del Zaidín, el río Monachil. ... No es de extrañar, pues, que el riesgo de inundaciones provocado por las crecidas sea un factor importante a tener en cuenta.
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El servicio de Protección Civil del Ayuntamiento de Granada, con la colaboración de la Universidad de Granada (UGR), estudia el comportamiento de las cuencas con el fin de hacer incorporaciones a su plan de emergencia. Para ello, desarrollaron una simulación de cómo afectarían las riadas a la ciudad basándose en la probabilidad de que el fenómeno ocurra, al menos una vez en 100 y 500 años. Los resultados se encuentran publicados dentro del Plan de Actuación Municipal ante el Riesgo de Inundaciones en Granada (Plamigra), cuya última actualización se realizó en septiembre de 2023.
Los autores de este plan explican que, para realizar la simulación de cómo se produciría la inundación de estas cuatro cuencas a su paso por el entorno de la capital granadina, se ha utilizado un modelo, llamado del hidrograma unitario, «uno de los más usuales» y basado en la conversión de las precipitaciones en caudal fluvial.
Para ello, no solo se tiene en cuenta la cantidad de lluvia caída, sino también su «duración y distribución temporal». Sobre estos datos se aplican «modelos de propagación de caudales» que permiten estimar en mayor detalle cuál sería el recorrido de estas crecidas, así como las zonas de la ciudad que serían más afectadas por los mismos.
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El río Genil es el de mayor cuenca, con 430 kilómetros cuadrados, y caudal. No obstante, sus movimientos se encuentran bastante regulados por los embalses de Canales y Quéntar, además de por distintas presas distribuidas a lo largo de la ciudad.
En el Centro, el agua se esparcirá por las calles más cercanas al río Genil, como Arabial y Camino de Ronda, así como toda la extensión de la calle Recogidas y el barrio de la Magdalena. Sería una inundación extensa pero de poco calado.
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La crecida del río Monachil es la que más preocupa a los autores de este plan contra las inundaciones. Este se desbordaría en el punto en el que confluye con el Barranco Hondo, desde donde se extendería la inundación hacia el Zaidín, el Hospital Universitario San Cecilio y sus inmediaciones.
Además, las actuaciones en este sentido tendrían que ponerse en marcha con rapidez, ya que no habría un margen de tiempo muy amplio antes de que la situación se complicara. En apenas hora y media de intensa lluvia, el Monachil podría empezar a desbordarse; a las tres horas, el agua llegaría al Parque Tecnológico de la Salud (PTS). El agua circularía también hacia el centro comercial Nevada.
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Su cuenca alcanza los 82 kilómetros y carece de infraestructuras de regulación. Su tramo urbano está embovedado a lo largo de 1,2 kilómetros de distancia, lo que condiciona el riesgo de forma importante.
En la obra del encauzamiento del río Darro, el punto crítico es Puerta Real. El agua discurriría por las calles Acera del Darro, Recogidas, Mesones, Reyes Católicos y Ángel Ganivet, siendo esta última la que más agua recogería. Las rejillas que se instalaron en Puerta Real regularían el paso de aire para evitar que estalle el embovedado. Se tiene constancia de que cuando en 1951 este se rompió, minutos antes se habían producido salidas de aire y agua a presión en esta zona, llegando a alcanzar el agua los 10 metros de altura.
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Dentro del cauce del Beiro se han detectado varios puntos que los autores del estudio destacan como «conflictivos» por la presión del agua sobre el embovedado en una crecida. Todos ellos se situarían dentro del recorrido de la Ribera del Beiro y la calle del mismo nombre
El primero de ellos se situaría en la intersección con la Avenida de las Fuerzas Armadas. El segundo y el tercero, en el tramo entre la Avenida de Andalucía y la Avenida del Sur. Finalmente, también podrían presentarse problemas en la parte final del río, justo antes de que finalice el embovedado, a la altura del Camino de las Vacas, según esta simulación, y su peligro se debería sobre todo a «un cambio muy brusco de pendiente en el tramo final».
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Es importante recalcar que no son éstos los únicos cursos fluviales susceptibles de generar problemas, sino que son múltiples los barrancos de menor entidad que pueden afectar la ciudad, debido a las fuertes pendientes y al régimen extremadamente irregular de la pluviometría. Entre ellos destacan los del Teatino (primer afluente del Darro por su margen derecha), del Hornillo (segundo afluente del Darro por su margen derecha), de La Colorá o de San Jerónimo. A lo largo de la historia, todos ellos han dado lugar a inundaciones de mayor o menor intensidad.
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