Imagen del archivo familiar de Bacca en el que se le ve pescando sin perder de vista el balón. JUNIOR
Granada CF

Bacca, el pequeño pescador que se convirtió en un buque cañonero

El delantero colombiano tuvo una vida difícil ante la que sacó el mismo colmillo que le hace indetectable en el césped

Jueves, 15 de julio 2021, 00:51

Carlos Arturo Bacca Ahumada (1986, Puerto Colombia) jamás eligió el camino fácil, simple y llanamente porque nunca lo tuvo delante. Decir que su familia era humilde sería empequeñecer una historia de supervivencia que arranca con el nuevo delantero del Granada haciendo equilibrios sobre la cuerda ... floja que es la vida en ciertos puntos de Sudamérica. Desde joven, Bacca soñaba con anotar goles. Embobado en sus sueños, marcaba goles con Junior y la selección, pero eran las sirenas de los barcos pesqueros las que lo despertaban de sus ensoñaciones.

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Para que su familia pudiera seguir adelante, vendía el pescado por las calles, cargando kilos del regalo que el mar le brindaba. Pero no era su única 'posición'. Tan polivalente en el terreno de juego como en el campo laboral, a Bacca le tocaba quitarse de las manos las espinas y la sal para completar su jornal en una empresa de autobuses.

Todo ello le permitía, venciendo el cansancio del día, ir a entrenar con un equipo que montó en la misma empresa de transportes. Ahí sus sueños se cumplían, insaciable ante las humildes metas que poco a poco hicieron que se hablara de aquel joven pescador. Gracias a un contacto de su novia, una persona fundamental en su vida, fichó por el Barranquilla FC de Segunda colombiana, un paso previo a su llegada al Junior. Allí comenzó a ser el buque cañonero que ahora se conoce. Una explosión sin precedentes para un chico ya de 22 años. Debutó tarde pero de qué manera. En su primer encuentro, salió con empate a cero y anotó dos goles. No era la suerte del principiante. Dos campañas anotando 30 goles hicieron que el Brujas belga lo 'pescara'.

Europa cambió su vida y Monchi la reinventó abriéndole las puertas del Pizjuán. Allí se convirtió en héroe, alcanzó un nuevo registro con la selección –si bien ya había ido antes–. Ya no sabía si esperar o no a que las sirenas de los pesqueros le despertaran. Solo en dos años se convirtió en doble campeón de la Europa League con el Sevilla, anotó 49 goles y repartió 22 asistencias.

Y entonces apareció un camino aparentemente fácil que se acabó por torcer. Llamó a sus puertas un histórico del viejo continente. El Milan pagó por él 30 millones. «He dejado huella en Sevilla», se convenció para tomar una decisión que le puso ante San Siro cada dos domingos. El mal momento de los 'rossoneri' no ayudó a un Bacca que, a pesar de lo que se recuerde de su etapa en el 'Calcio', anotó 34 goles allí.

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Pero extrañaba España y apareció el Villarreal que consiguió su cesión y tras un primer año magnífico, ejecutó su compra. La felicidad le llegó de amarillo, donde a pesar de ir perdiendo protagonismo se despidió con su tercera Europa League. Ya es una leyenda de LaLiga pero sigue soñando con más, miedoso de que le despierten las sirenas. De aquel joven que vendía pescado queda una eterna humildad y el agradecimiento siempre a Dios, en quien ponía su fe cuando la red casi no traía goles. Ahora las recoge y cuenta, por centenares, goles de todos los colores.

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