Bryan, las alas del Granada

Sus cuatro cañones fueron los cuatro nombres frescos en la alineación titular, todos ellos en las bandas. Silva y Ricard en defensa por Quini y el tocado Neva;Puertas y Bryan tomando el relevo del sancionado Sergio Ruiz (Melendo pasó al centro en una clara apuesta ofensiva del técnico rojiblanco) y Callejón.

Y, aunque esta contracrónica pretendía hablar de las cuatro novedades por igual, me temo que del texto, como del partido y los focos, se apropiará Bryan Zaragoza. El malagueño está congraciado con una grada que ve en él el hambre, la frescura y el atrevimiento que en ciertas fases le ha podido faltar a alguno de sus compañeros. Su falta de experiencia y aplomo en defensa, pero también sus muchas virtudes, que se ven aumentadas cuando el cansancio ataca a los rivales, le hacían presa de una etiqueta:la de revulsivo.

Tampoco ayudaron sus primeras titularidades, en las que pasó algo desapercibido para ser de nuevo arrojado al banquillo. No era un castigo, sino parte de un aprendizaje que ayer llevó al malagueño a sacar matrícula de honor. Y, ojo, desde el silbatazo inicial. Porque ayer, Bryan Zaragoza incineró a la velocidad del rayo esa etiqueta de revulsivo.

Supo agitar desde el principio, quebrar cinturas y piernas que aún no sumaban fatiga. Tuvo su habitual atrevimiento, esa aceleración en sus arrancadas, pero también la serenidad para dar aire al equipo. Una madurez que se reflejó en su primera acción tras su gol. Recuperó un balón en campo propio y, en lugar de salir al galope, regresó la posesión a un lugar seguro, retrasándola a Miguel Rubio. El público supo aplaudirle esa bajada de pulsaciones.

No todo pueden ser fuegos artificiales si se quieren disputar 90 minutos al más alto nivel. Aunque, el disfrute pirotécnico del 2-0 eclipsa por sus propios méritos el resto de acciones. Fue el culmen de su fútbol. Ese que levanta del asiento a cualquiera. Seguro que algún aficionado del Lugo, ya anestesiado por el descenso, se llevó las manos a la cabeza con su gol tanto o más que el más acérrimo nazarí de Los Cármenes.

Silva le tiró el desmarque pero apenas consiguió quitarle vigilancias. Dio igual. Bryan encaró a tres, vio la rendija, lanzó el balón y se tiró tras él. Más que un regate, fue una suerte de puenting en horizontal. Lo metros no eran hacia el suelo, sino hacia la portería. Recortó y la puso en la escuadra. «Ha hecho uno de los goles de la jornada», gritaban los comentaristas de LaLiga. Se quedaron cortos. Entra en el mejor top de la temporada sin duda.

El Granada parecía no querer hacer sangre en el segundo tiempo, hasta que la redonda botaba cerca de los territorios de Bryan, siempre pegado a la cal. Él seguía queriendo más. Fue objeto de un penalti no pitado, regaló a Callejón una acción de 3-0, se vació en defensa. Bryan llegó al Granada procedente del Conejito. Pues sin duda este que lleva el '26' rojiblanco es de 'Duracell'. Dura y dura y dura y dura. Mucho más que un revulsivo.

Opacó la enésima cátedra de catapultas de Melendo, la reconciliación de Puertas y el gol, el comprometido desgaste de Jonathan Silva y la recuperación de un lateral tan especial como Ricard Sánchez. Paco López decidió revitalizar las bandas y acertó. Parece casi lógico. Si se quiere asaltar el cielo, solo hay que desplegar las alas del Granada. Y si alguien vuela, ese es Bryan.