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Lluis Planaguma, en primer término, tuvo su oportunidad con el Leganés en casa. A. AGUILAR
Los consejos de otros interinos a Rubén Torrecilla
Granada CF

Los consejos de otros interinos a Rubén Torrecilla

Lluís Planagumà y Joseba Aguado ·

Los dos subieron del filial al primer equipo del Granada en sus etapas, pero dirigieron un partido solo en unas situaciones aún más complicadas

Rafael Lamelas

GRANADA

Martes, 8 de marzo 2022, 00:35

En la historia del Granada hay varios casos de entrenadores del filial que asumieron las riendas del primer equipo. Unos lo hicieron durante un mero partido y otros consiguieron alargar su estancia. Ejemplo emblemático de ello es Lucas Alcaraz en su primera etapa, pero la historia del club está salpicada por otros ejemplos. En el periodo más reciente, en el que los rojiblancos se instalaron en el llamado fútbol profesional (Primera y Segunda división), aparecen tres personas que tuvieron que asumir esta responsabilidad que ahora recae en Rubén Torrecilla. En la máxima categoría, Lluís Planagumà y Joseba Aguado afrontaron la interinidad como transición hasta la llegada de un sustituto al preparador destituido. Con el marco del tiempo como aliado, pueden aconsejar al que ahora asume el reto.

Planagumà es quien tuvo la experiencia más reciente, con algunos paralelismos con lo que sucede ahora. Fue en la temporada 2016-2017, la primera de la era china en la propiedad. Una etapa llena de incidencias que acabó con el descenso de categoría y que sufrió su primera hecatombe con el despido de Paco Jémez, la gran apuesta para el banquillo en aquel ejercicio. Solo duró seis jornadas. A Planagumà, que también había aterrizado ese mismo curso en el filial, le encomendaron la dirección del siguiente encuentro de los 'mayores', ante el Leganés. Atiende a IDEAL desde Japón, donde es segundo entrenador del Vissel Kobe, conjunto en el que juega Andrés Iniesta, además de trabajar en el desarrollo desu fútbol formativo.

«Aun con lo que se pueda pensar, creo que no se puede comparar lo mío con lo actual. Aquello era una ruina y empezó muy mal», se sincera. «Yo llevaba pocos partidos con el filial. Torrecilla es una persona que ha sido futbolista del club y que procede del fútbol base, que ya está en su segunda temporada en el Recreativo. La plantilla del primer equipo está muy bien, aunque ahora no pase por su mejor momento», expone. «Lo mío fue más extremo e incomprensible. Los años dan la perspectiva y aquella plantilla fue la peor del Granada en Primera división. A partir de ahí, mi interinidad fue una sorpresa. Era alguien de fuera, no afianzado, y era difícil que la gente se sintiera identificada con mi situación. No era mi momento, no fue normal», suelta rotundo.

Ese único encuentro a los mandos acabó con un 0-1 a favor del Leganés, tanto conseguido por Szymanowski. Los pepineros tenían en sus filas al actual capitán rojiblanco, Víctor Díaz y a Machís, que se quedó en el banquillo. También a un 'ex' que, entonces, estaba cedido por el Granada en el cuadro madrileño, al igual que el venezolano. «Fue un partido muy malo. El equipo venía de un inicio convulso, con muchas necesidades. Con un modelo de juego muy arriesgado que no ganaba. Había mucha presión y en esa plantilla nadie entendía nada. No hubo ni una semana de preparación porque el equipo jugó un lunes en Vitoria y apenas tuvimos tiempo para entrenar porque el encuentro con el Lega fue un sábado. En ningún momento estuvimos cerca de ganar, pero tampoco para perder. No lo recuerdo con cariño. Fue una experiencia más», prolonga.

Planagumà tuvo que mascar la derrota, aunque al menos encontró el arropo de la afición en los prolegómenos. «Siempre me he involucrado en los lugares en los que he estado. He intentado identificarme y conocer los valores de los clubes y su idiosincrasia. Aunque solo llevara un mes y medio en Granada, recibí mucho cariño. Conservo amigos de aquella época y sigo la actualidad del equipo. Quizás, si hubiera permanecido más tiempo en la entidad, habría disfrutado más», ahonda. Mantiene buena relación con Manolo Lucena, ahora delegado, y le tocaron los últimos coletazos de un filial plagado de jóvenes extranjeros ligados a los fondos de inversión vinculados a la familia Pozzo.

Tras esa cita, siguió en el entonces Granada B hasta final de campaña, aunque los que comandaban la gestión deportiva deportiva, Pere Guardiola y Javier Torralbo 'Piru', habían dudado con la posibilidad de dejarle más tiempo si la cosa cuajaba. Finalmente, se decantaron por entregar la batuta a Lucas Alcaraz. Planagumà estaba al tano, pero sabía que no era «el momento». «Las cosas no se hicieron bien desde un principio. Ese proyecto carecía de identidad, en todos los niveles. Aunque hubiéramos ganado dos partidos, en ese momento el entorno necesitaba a alguien como Lucas (Alcaraz) que, fuera como fuera, era alguien de allí al que esto le dolía, aunque a mí también me doliera», añade.

Desde fuera, analiza el ciclo de Robert Moreno, con el que coincidió hace más de 20 años en el curso de entrenadores. «Todos los clubes necesitan tener su sello. Que quien venga de fuera se adapte a lo que se pide. Uno de los pilares de Diego Martínez fue dar una identidad al Granada con los futbolistas que necesitaba el equipo y el entorno. Aparte de la capacidad que tiene como técnico, sabía lo que faltaba. Así vinieron los resultados. Cuando hay algo así, tan claro, no se puede cambiar tanto. Volvemos a 2016, al momento en el que se fueron varios jugadores, varió el cuerpo técnico, la dirección deportiva... La diferencia es que la base actual es tan sólida que, durante muchos momentos de este curso, no se ha rozado el desastre de entonces», apunta. «Quizás se necesitaba a alguien que no fuera tan diferente a Diego. Y no hablo de fútbol en sí, sino de cómo transmitir y encarar el pasado. Pongo el ejemplo de Sergio González con Álvaro Cervera en el Cádiz. También tenía una papeleta. Él ha roto con todo, pero no lo ha parecido», expresa sin ambages. «Torrecilla», agrega, «es alguien reconocido en la entidad, que ha ido subiendo con una buena hornada de futbolistas, que está con Mainz, que es otra institución. Conocen a muchos futbolistas y saben que los jóvenes tienen hambre», apostilla. «Ojalá les vaya bien», subraya.

Sobre si el Granada se salvará también se manifiesta. «Hay equipos en Primera que están en una situación difícil y otros que no se esperan estar ahí y que luego se complican. La dinámica es complicada tras tantas derrotas seguidas, pese a los empates recientes. No puedo opinar en profundidad porque no estoy lo suficientemente cerca. Habría que pulsar el estado anímico de la plantilla para ver qué decisiones se pueden tomar. Eso sí, el club necesita a su afición para que llene Los Cármenes y genere ese ambiente tan bonito», resalta.

Joseba Aguado sí conoce la situación de cerca pues es un habitual en el estadio, al ser comentarista en las retransmisiones de Radio Granada. Él vivió un instante único en la temporada 2014/15, cuando la directiva presidida por Quique Pina decidió prescindir de los servicios de Joaquín Caparrós. Mientras buscaba inquilino para cubrir sus funciones, Aguado, junto a su segundo David Tenorio, dirigió un encuentro del Granada en el Vicente Calderón frente al Atlético de Madrid. Fue una actuación bastante digna cerrada con un 2-0 para los locales. A Aguado le reemplazó Abel Resino, en su segunda etapa en el club, que luego cedería el sitio a José Ramón Sandoval, con el que se alcanzó una milagrosa permanencia.

«La diferencia con respecto a lo de Torrecilla es que debutamos fuera de casa, con el Atletico, y el equipo sí estaba en descenso», rememora Aguado. Lo suyo también fue una interinidad ceñida a ese encuentro. Preguntado sobre qué se puede hacer en apenas una semana, apunta a aspectos sencillos. «Hay que simplificar los conceptos tácticos. Creer en una idea y levantar el ánimo del grupo. Con el Valencia, al Granada se le vio quemado», considera. «Nadie se ha despedido públicamente de Robert y eso es un indicativo», remacha. «Supongo que Torrecilla habrá visto mucho al equipo y meditará su sistema y a qué jugadores les puede doler más este contexto, aunque en teoría debería ser a todo el mundo. Tiene que recuperarlos y establecer un criterio ofensivo y otro defensivo», pormenoriza. «No da mucho tiempo para más», asume.

Aguado espera que el cambio suponga «un balón de oxígeno» a nivel interno. «Los futbolistas pueden verse señalados. Hay algunos, a los que conocemos, cuyo rendimiento no puede ser normal. En ciertos casos, han pasado del 10 al 1», plasma, bajo la teoría de que hay un bloqueo mental. «Cualquier técnico le daría ahora reacción al equipo porque estaba perdido. Había jugadores despistados, como Luis Suárez, o pelotazos arriba, que no eran ataques directos como tal. Estaban ofuscados y faltaba concentración», disemina. «Torrecilla y Mainz tendrán que cuidar detalles internos para que todos se unan», desea.

Pidieron que siguiera

Aguado asegura que, tras el encuentro con el Atlético que dirigió, algunos futbolistas veían razonable que continuara y así se lo pidieron a Pina. «Veníamos de hacer un buen trabajo en el filial, con ascensos y luego permanencias en Segunda B. Intentamos instaurar el carácter ganador y cierta alegría. Mi cuerpo técnico era rojiblanco horizontal. A mí no me parecía que aquellos jugadores fueran malos, al igual que me pasa ahora. Estos futbolistas han estado en Europa, no se les puede olvidar su profesión. Son seres humanos en un mal momento anímico. Hay mucha frustración. Espero que la grada los saque de ello. Es bueno que no se juegue en Elche y ahora toca quitar presión», concreta. «Hay equipo para salvarse, pero sí pienso que la directiva ha tardado mucho en tomar la decisión del cese. Otros rivales han espabilado y lo van a poner duro. Conviene ponerse las pilas», cierra.

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