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Dos caras y un empate indigerible en el derbi
El Granada estaba en la lona tras el triplete de su 'ex', Suárez, antes del descanso, pero el equipo se levanta en una segunda parte frenética, en la que llegó a acariciar la remontada completa
Quien viera el Granada por la tele, almorzando, difícilmente pudo asimilar lo ocurrido en el Power Horse Stadium, en un derbi que acabó en empate ... a tres, solo apto para estómagos fuertes. Hubo fases del partido sin conexión alguna entre ellas, más propias de las locuras de un guionista enajenado. Los nazaríes estaban besando la lona tras el triplete de su 'ex', Luis Suárez, justo antes del descanso, en cinco minutos en los que el colombiano rozó el nirvana. Pero el equipo se levantó en una segunda parte frenética, con cambios en todos los aspectos, de actitud y de jugadores, en la que se produjeron sus goles y hasta llegó a acariciar la remontada completa. Los postes se interpusieron, también en el camino del Almería. El autor del 'hat trick' se tuvo que ir gravemente lesionado.
Dos caras presenta este Granada, que intercambia en un parpadeo. Una, la del acto final, le hace capaz de cualquier cosa, con arrojo y talento. La otra, la del último tercio de la primera mitad sobre todo, es repulsiva, despistada, la de un pánfilo que se lleva todos los coscorrones. Estas dos almas conviven, pero no se puede alargar por más tiempo su alternancia por salud mental de sus seguidores. Necesita un exorcista que estirpe la más ridícula. Volver a concentrarse en la mejora atrás porque arriba sí tiene argumentos. Paco ha de cerrar el manicomio.
Almería
Maximiano; Arnau Puigmal (Pozo, m. 83), Kaiky, Chumi, Akieme; Edgar (Baba, m. 34), Lopy, Baptistao (Arribas, m. 49), Ramazani (Embarba, m. 49); Melero; y Luis Suárez (Kone, m. 83).
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Granada
André Ferreira; Ricard Sánchez, Ignasi Miquel (Miguel Rubio, m. 46), Raúl Torrente, Carlos Neva; Gumbau, Sergio Ruiz (Gonzalo Villar, m. 46), José Callejón (Álvaro Carreras, m. 46), Bryan Zaragoza; Antonio Puertas (Myrto Uzuni, m. 73) y Lucas Boyé (Weissman, m. 89).
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GOLES: 1-0, m. 41: Luis Suárez; 2-0, m. 44: Luis Suárez; 3-0, m. 45+2: Luis Suárez; 3-1, m. 66: Bryan Zaragoza, de penalti. 3-2, m. 72: Ricard Sánchez. 3-3, m. 86: Myrto Uzuni.
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ÁRBITRO: González Fuertes (comité asturiano). Amonestó a los locales Chumi (m. 65) y Akieme (m. 82); y a los visitantes Gonzalo Villar (m. 88); y a su entrenador, Paco López (m. 66).
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INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 8 de LaLiga EA Sports, disputado en el Power Horse Stadium, ante 14.264 espectadores.
Luis Suárez es, por naturaleza, un delantero furioso. Un coraje que a menudo le perjudica a la hora de precisar, pero que le da una energía inusitada. Él solo se bastó en la primera parte, indomable, para deshacer una defensa que parecía en vías de mejora pero que enseñó todas sus vergüenzas en cinco minutos que cuestionaron su valía en Primera división. El colombiano se sintió en estado de gracia, pero pocas veces encontrará tantas facilidades encadenándose una tras otra.
Fue sonrojante para la afición desplazada, aunque la metamorfosis posterior le supiera a miel. El caso es que había salido el equipo con arrestos, aplicando un dominio claro, con llegadas esporádicas pero incendiarias cuando las conducía Bryan Zaragoza, el auténtico agitador. Pero había un síntoma inequívoco en algunos futbolistas. Un cansancio que el calor podía incrementar. La defensa se fue ralentizando y los centrocampistas no tocaban con fluidez.
Antes de que Suárez ajusticiara, se contaron varias llegadas de los que actuaron de azul. A Bryan no tenía el Almería ninguna manera de meterlo en cintura. Lo sufrió Arnau Puigmal y Kaiky sobre todo, incapaces de cerrarle el paso. Maximiano sacó de puños un intento cerrado de Gumbau desde el córner y Bryan, de nuevo, se coló sin poder conectar bien con Boyé.
Volaba el malagueño, con pilas alcalinas. Fueron 20 minutos alentadores, con el Almería timorato, mal Edgar como pivote en lugar de central. Ese gobierno se empezó a desmoronar con una nueva pérdida de Torrente en salida que permitió una oleada local. André abortó el intento de Baptistao y en la suerte de rebotes que se formó, Egdar le dio un cabezazo fortuito a Ignasi, llevándose la peor parte el futbolista anfitrión, que acabó con turbante y gorro de natación.
No duró mucho más en el campo porque a Alberto Lasarte le preocupaba la insolvencia de los suyos en el centro del campo. Apareció Baba para atajar los problemas, pero ya el Almería le estaba dando vueltas a las cosas. Baptistao estrelló un balón en el poste justo antes del relevo. Bryan volvió a percutir sin descanso por la izquierda, pero Callejón fue incapaz de empalmar con la dirección adecuada su chut.
Hasta ahí llegó el fuelle rojiblanco, que inició su periodo de lamentaciones. Gumbau se durmió en una conducción y Melero le desvalijó. Se la dio a Lopy y este a Ramazani, que vio a Suárez al espacio, dispuesto a cruzar el tiro con fuego.
El cafetero incendió el sector nazarí cuando ya se acercaba la pausa. Llegó otra vez en una distracción infantil, en un saque de banda. Akieme la puso en juego para Ramazani, con Ricard en las musarañas, y Sergio Ruiz fue blando al quite ante el extremo del Almería, que halló a Suárez con el estoque.
Nueve minutos agregó González Fuertes en vista de las interrupciones y Suárez se siguió frotando las manos. Puertas regaló otro balón, aunque en campo contrario, y Ramazani lanzó en largo para que el colombiano volviera a ridiculizar a la retaguardia de azul. Panorama limpio para su triplete exprés.
El Granada sonaba a cristales rotos y al descanso a Paco López solo le quedó dar un giro copernicano a lo que el banquillo le dejó. Se cargó a Ignasi Miquel para rodar a Miguel Rubio, concedió la creación a Villar por Ruiz y lanzó a Álvaro Carreras como extremo zurdo, por delante de Neva, centrando a Bryan más cerca de Boyé. Todas las sustituciones tuvieron su efecto positivo, sobre todo el gallego, que se adaptó perfectamente a las necesidades.
El equipo intentó olvidarse del marcador, tratar de jugar con compostura. Pudo dejar de oler a habitación cerrada antes si Antonio Puertas hubiera aprovechado un penalti claro de Baba a Villar, pero el almeriense, capitán en su tierra, se encontró con otro viejo camarada que no estaba dispuesto a cederle el gusto.
Disfrutaron los nazaríes de otra pena máxima poco después, provocada por Bryan, al que empujó levemente Chumi metido por fuera del campo. Fueron varios a arrebatarle el esférico, pero decidió que tenía confianza suficiente para chutar y reducir la diferencia. No falló.
De repente, el viento roló a favor de los granadinos, una brisa en la popa del barco. En una contra, Puertas navegó mirando por el rabillo del ojo a Ricard, que al entrar al área sacó el fusil de precisión para superar a Maximiano.
Con 3-2 ingresó Uzuni y el partido se dispuso al frenesí. Suárez no cobró el cuarto en el saque de una falta y en el apoyo se rompió el peroné. Debió salir por la puerta grande y el balón bajo el brazo, como héroe, pero se tuvo que marchar sobre el coche-camilla, directo al hospital.
En una pelota huida, Boyé hizo de faro y Uzuni aceleró con rabia y convirtió su zurda en un cañón que limpió la escuadra. De repente, un empate que no rebajó el deseo de remontada, pasando Weissman al frente.
Pero el que tuvo la suya fue Arribas, aunque el poste le quitó la alegría. Tampoco pudo Melero en un chut rebotado, aunque no le dieron el córner. En el minuto 101, una prórroga, casi rompe la piñata Carreras, pero la cepa del palo lo evitó, en una carambola diabólica. Partidos así no se mastican; se rumian.
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