Boyé, en una disputa del partido. Pepe Marín
La crónica

El Granada distrae pero tampoco gana

Los rojiblancos encadenan su quinta derrota seguida tras una primera parte prometedora que no se sostiene tras la pausa, cuando llegó el gol del Valencia

Rafael Lamelas

Granada

Jueves, 4 de abril 2024, 22:05

Quizás, esto es lo mejor que puede dar de sí este Granada, tristemente para su resignada afición. Un equipo que distrae pero que tampoco gana, que lo intenta pero no le llega para marcar. Tras una primera parte prometedora, se desmoronó después del descanso, cuando ... el Valencia adquirió la iniciativa y encontró su gol en un córner mal defendido por los rojiblancos. No necesitó mucho más el cuadro visitante. Los anfitriones se vinieron abajo solos. La hinchada lo asume y cantó a ratos en contra de los que confeccionaron este telar y siguen en el sector noble del estadio. Asoma un largo epílogo hasta que la situación del curso sea terminal.

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El Granada es un conjunto para ratos, suelto con el 0-0, pero sin la espada afilada. Poco a poco, se frustra hasta que el enemigo celebra y se sumerge en la impotencia, en la depresión. Un Valencia que sesteó mucho se llevó los puntos sin poner al máximo sus prestaciones. El Granada, como otras veces, fue de más a menos, sin argumentos revulsivos, a la intemperie en desventaja.

Granada

Augusto Batalla; Bruno Méndez (Ricard Sánchez, m. 65), Miguel Rubio, Ignasi Miquel, Carlos Neva; Sergio Ruiz (Gonzalo Villar, m. 79), Gumbau, Pellistri, Corbeanu (Józwiak, m. 57); Uzuni (Arezo, m. 79) y Lucas Boyé.

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Valencia

Mamardashvili; Thierry, Mosquera, Cenk, Foulquier (Jesús Vázquez, m. 57); Pepelu, Javi Guerra, Fran Pérez (Peter, m. 69), Canós (Almeida, m. 57); Diego López y Hugo Duro (Marí, m. 86).

  • GOL: 0-1, m. 77: Almeida.

  • ÁRBITRO: Hernández Hernández (comité de Las Palmas). Amonestó a los locales Lucas Boyé (m. 58), Józwiak, (m. 63) y Gonzalo Villar (m. 77); y al visitante Peter (m. 70).

  • INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 26 de LaLiga EA Sports (encuentro aplazado en su día), disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes, ante 15.107 espectadores.

Sandoval se dejó de inventos al menos. El 4-4-2 de toda la vida y los mejores pistoleros juntos hasta donde les llegaran las fuerzas, Uzuni y Boyé. No están para muchos trotes. Atrás, la corrección de Bruno en el lateral derecho. En el centro, Sergio Ruiz y Gumbau, jugadores con menos pajaritos en la cabeza que Hongla y Villar, visto lo del Nuevo Mirandilla. Son tiempos para estar menos dispersos.

El equipo salió resultón, como si la terapia motivacional del entrenador de Humanes cundiera. Los futbolistas, desprendidos de presión, seguramente ignorando lo clasificatorio, centrados en jugar, por dignidad y ganas. No salió mala fórmula al principio, en parte porque los rojiblancos mostraban determinación y también porque el Valencia se disfrazaba de perezoso, como si lo de que aconteciera lejos de Mestalla le importara menos.

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Sin tantas preocupaciones con la supervivencia aparentemente, el Granada se soltó algo y deparó una primera parte agradable, con llegadas frecuentes al cortijo contrario y varias ocasiones de mérito. Unas se marcharon fuera y en otras anduvo bien situado Mamardashvili, que siempre trae el recuerdo aquella eliminatoria de acceso a la Europa League, cuando se le descubrió en España.

Uzuni puso a prueba al georgiano y la cruceta le interpuso en un disparo combado de Gumbau, que fue el mejor del acto inicial, siempre atento y con criterio en la circulación. No le desmerecía Sergio Ruiz, muy ligero de piernas. Canós le hizo una persecución peligrosa que Hernández Hernández no amonestó en diferido.

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Pellistri sacaba a bailar a Foulquier, un 'ex' al que nunca le agradó mucho actuar de lateral zurdo, mientras que Boyé también se marcaba algún agarrado con cuanto defensor trató de detenerle. Pellistri estuvo en dos acciones claras más tarde. Una al bajar un envío al sector rival de Ignasi Miquel, en la que se durmió. En otra, una triangulación con Sergio Ruiz y Boyé con chut de zurda ante el que Mamardashvili tuvo que usar con firmeza sus guantes.

El Granada se sentía conforme, con sus limitaciones, pero como si hubiera venido relajado de una marcha de senderismo. La grada, a la expectativa, más sugestionada a pedir la dimisión de los del palco, reconocía el interés puesto por los suyos.

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Pero la segunda mitad se desdibujó. No es que los nazaríes renunciaran a su propuesta, pero dejaron de gotear con tanta intensidad en el entorno de Mamardashvili. No había filo por el lado de Corbeanu, más despistado que los demás, y Sandoval lo intentó con Józwiak, que tampoco le mejoró. Todo se volvía farragoso, con mayor querencia hacia el fútbol directo, con anticipación de los defensas sobre los atacantes.

El entrenador giraba con sencillez la manecilla de los cambios, uno a uno. Entró Ricard por Bruno, con afán de profundizar por la derecha, pero nada. Baraja también variaba cartas y entre ellas sacó a Peter, que marró otro gol cantado en una acción mal rechazada por el Granada. Por entonces, ya superado el ecuador del acto final, con el ritmo desplomándose, los locales se iban entumeciendo. Mamardashvili podía cortarse las uñas mientras esperaba que le perturbaran.

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El Valencia, sin despeinarse, puso a recaudo el balón, aunque poco apresurado. En un córner, sonó la campana de los visitantes. Boyé despejó hacia la corona, Pellistri no llegó para darle continuidad y terminar de alejar la pelota y Almeida, otro refresco, atento, empalmó hacia un rincón de Batalla.

El chasco derivó en la entrada de Arezo y Villar, tarjeteado el murciano nada más entrar, errando una ocasión clamorosa el charrúa.

Los centrales acabaron de arietes, pero ni con esas parecía posible un tanto nazarí. Es la misma historia de siempre, unas veces con golpes precoces y otras, tardíos como en esta ocasión, pero todo acaba parecido, hasta el desplome final.

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