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Cuatro minutos calamitosos descuartizaron al Granada en el Carlos Tartiere, donde el equipo derramó el crédito acumulado en Los Cármenes ante el líder. Partido plano de los rojiblancos, nulos en ataque, contemplativos en el resto de líneas, que parecía abocado al 0-0 hasta que ... el Oviedo encendió la pirotecnia ante dos graves desajustes de los visitantes, que no fueron los únicos en los que incurrieron, pero sí los más castigados. Aarón Escandell apenas tuvo trabajo. Luca tuvo una velada de perros en tierras asturianas; hizo un penalti debido a una indecisión de Insua y salió a por uvas en segundo tanto y definitivo.
Está el campeonato tan igualado que una mera derrota envió al Granada a la mitad de la tabla, en el pelotón que persigue la zona de promoción de ascenso. Le superó el conjunto carbayón, que tiene piezas similares a las de los rojiblancos, pero que se equivocó menos y tuvo ese arrojo del que juega en su hogar que a la postre fue decisivo.
Real Oviedo
Aarón; Luengo (Lucas Ahijado, m. 86), David Costas, Dani Calvo, Pomares; Sibo, Colombatto, Hassan (Paulino de la Fuente, m. 74), Ilyas Chaira (Sebas Moyano, m. 74); Santi Cazorla (Portillo, m. 65) y Viñas (Paraschiv, m. 65).
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Granada
Luca Zidane; Rubén Sánchez, Insua, Loïc Williams, Brau; Hongla (Sergio Ruiz, m. 74), Gonzalo Villar (Manu Trigueros, m. 84), Tsitaishvili (Weissman, m. 84), Rodelas (Józwiak, m. 74); Reinier (Pablo Sáenz, m. 92) y Uzuni.
GOLES: 1-0, m. 81: Colombatto, de penalti; 2-0, m. 85: Paraschiv.
ÁRBITRO: Palencia Caballero (comité vasco). Amonestó a los locales (David Costas, m. 22), Colombatto (m. 34) y Luengo (m. 73); y a los visitantes Loïc Williams (m. 32), Rodelas (m. 45+1) y Hongla (m. 70; acarrea suspensión).
INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 19 de LaLiga Hypermotion, disputado en el estadio Carlos Tartiere ante 17.421 espectadores.
Repetir alineación no es garantía de calcar las mismas impresiones de juego. Los mismos que apabullaron desde el inicio al Racing de Santander se enfundaron la rojiblanca en el Carlos Tartiere, pero en lugar de percutir con estruendo estuvieron mucho rato persiguiendo sombras.
Conserva el Oviedo un futbolista mítico que ha sabido envejecer como el buen vino, Santi Cazorla, a pesar de tener un tobillo remendado con jirones de su propia piel. El tiempo le ha alejado algo del área pero no de donde se encienden los fogones. Él provocaba una fluidez especial del balón entre sus compañeros y acrecentó la sensación de dominio de los azulones, aunque no se tradujera en ocasiones claras en el primer tiempo.
El Granada contenía más o menos bien, aunque Rubén Sánchez cometió alguna frivolidad con la pelota y se despistó en algún seguimiento, recordando al bueno de Foulquier en algunos gestos. Lo peor de los nazaríes estaba de la media en adelante. Nadie se sentía cómodo, cada vez más atrás tanto Hongla como Villar porque el esférico no llegaba depurado. A Rodelas le cortaron bien el paso y Tsitaishvili no progresaba mucho. Tuvo la mejor acción del primer acto a los pocos minutos, en un pase profundo de Rubén, que malogró al intentar rebasar a Aarón Escandell.
Reinier se quedó varado en tierra de nadie, incómodo cuando hay que ir a los duelos en lugar de a las acciones elaboradas. En este contexto, Uzuni se convertía en un espectador más. Apenas cambiaron la pose en todo el enfrentamiento.
Hasta Loïc Williams tuvo una torpeza que no salió cara porque Luca Zidane salió rápido al quite en un pase que se le quedó corto ante el hostigamiento de Viñas sobre él. El Oviedo llegó a acogotar a los visitantes, pero supieron sortear el peligro de los saques de esquina de los anfitriones. No había posesiones estables de los granadinistas y Villar se desgañitaba rogando por dar un impulso con el que robar más arriba.
El 0-0 a domicilio no parecía malo al descanso, pero la actitud conservadora se podía pagar ante el vértigo de los asturianos por las bandas, muy bailarines sus extremos en contraste con los del Granada.
Era un partido táctico hasta ese momento, que en román paladino significa más feo que Picio. La esperanza para el espectáculo se ceñía al cansancio, que provoca descuidos, incluso pifias groseras, para no creerlas. Cometió una Martin Hongla con un pase absurdo y manso en dirección a Luca cuando estaba Colombatto en la misma trayectoria. El fallo del argentino en la definición estuvo a la misma altura. Se quedó completamente solo, algo escorado, pero en lugar de chutar hacia la red buscó un pase definitivo sin que hubiera compañero alguno tan cerca.
Semejante sucesión de patochadas pareció detonar el control del encuentro y la pelota deambuló de campo a campo con algo más de ritmo, pero la rigidez de las pizarras de los técnicos se imponía. El Granada siguió sin tirar a puerta con propiedad y el Oviedo lo buscaba de cualquiera manera, en envíos cruzados que tampoco distorsionaron a Luca.
Calleja retiró a Cazorla y Viñas para colar a Portillo y Paraschiv. Loïc, valiente siempre, se dio un cabezazo fortuito con Aarón del que salió peor parado el meta, aunque no fue grave. Se sucedían los córners, pero las marcas no flojeaban. Hubo una rueda de cambios doble por ambos conjuntos. Józwiak y Sergio Ruiz a escena, también nuevos extremos en el Oviedo, como Paulino de la Fuente y Sebas Moyano, participativos. La controversia llegó en un centro peinado por el propio Paulino que mandó a la red Portillo, pero fue anulado por un fuera de juego de pocos centímetros.
Se le hacía largo el encuentro a los rojiblancos hasta que apareció otra acción nociva. Insua se confió dejando correr un balón hacia atrás pensando que llegaría antes Luca, pero el portero estaba aún lejos y se chocó con Sebas Moyano. Penalti para que Colombatto se resarciera del despropósito anterior.
Reinier se encontró con un balón de espaldas dentro del área, pero no fue capaz de bajarlo y girarse ante el acoso del contrario. A Escribá le tocaba encomendarse a Manu Trigueros y Weissman, pero lo que llegó fue el mazazo carbayón. Un envío largo, una mala salida de Luca y la solución de Paraschiv.
Del 81 al 85, los locales quebraron la maraña rojiblanca. Otra vez, dos dianas enemigas muy cercanas entre sí, letales. Acabó el Granada desesperado, todos con la boca seca. La intensa semana que despide el año arranca fatal.
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