Un derbi en casa del Granada sin corazones divididos

El choque se calentó en el verde con el paso de los minutos y la tensión pasó a la grada, donde pequeños grupos de ambas aficiones se enzarzaron con cánticos lamentables. Una imagen al final anecdótica que no logró empañar el buen rollo de la previa. Zamarras rojiblancas y amarillas conquistaron el Zaidín en total armonía. Que se lo digan a Paula y a Miguel, aficionados rivales que comparten algo más importante que su pasión por la pelota.

«Somos pareja. Yo, del Granada. Él, del Cádiz. Llevamos la rivalidad lo mejor posible porque luego el partido sigue en casa», bromeó entre vasos de caña. «Estamos estudiando un máster. Ya le he dicho que como pierda mi equipo, me tiene que invitar a todo esta semana», sentenció la nazarí ante la resignación del cadista.

Otro caso curioso fue el de Álvaro, gaditano y granadinista de cuna. «Toda mi familia paterna es de Granada, así que me inculcaron la afición desde pequeño. Vengo con mi novia y mis amigos, que son del Cádiz. Así que espero poder restregarles el triunfo», espetó. Al corazón no se le engaña.

Unanimidad sí hubo en la familia de José Antonio, aunque con truco. Como él, su hermano, sus sobrinos y su cuñada portaban la piel rojiblanca en la 'fan zone' que instaló el club en la zona que separa al estadio del Palacio de Deportes. Un orgullo granadinista por un día, ya que su blanquiazul malaguista se quedó en el coche. «Los estoy 'granadinizando», rió el tito. «Son de Málaga, pero han venido a Granada para ver el partido en familia. Había buen horario y buen tiempo, así que nos hemos apuntado. Dan mucha caña con el Málaga ahora en Segunda, pero ya se saben el himno del Granada», añadió. Todo un logro del hermanamiento andaluz.