
Aburridos y hartos del Granada
El 'doce' ·
El equipo no transmite ni una sola señal de mejoría desde hace jornadasEduardo Zurita
Granada
Lunes, 17 de marzo 2025, 12:42
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El 'doce' ·
El equipo no transmite ni una sola señal de mejoría desde hace jornadasEduardo Zurita
Granada
Lunes, 17 de marzo 2025, 12:42
Aburridos de ver una y otra vez el mismo partido indolente del Granada a domicilio. Hartos de que no se exploren soluciones. Aburridos de un ... equipo inocuo y sin alma. Hartos de una búsqueda de alternativas a destiempo y sin convicción desde el banquillo. El equipo no transmite ni una sola señal de mejoría desde hace jornadas, con actuaciones lamentables en las tres últimas jornadas, incluida la abultada y engañosa victoria ante el Racing del Ferrol en casa.
El mal guion se repite a domicilio. El equipo arranca el partido con cierta personalidad, que se diluye con la falta de acierto en ataque. En Cádiz la tuvo Boyé y luego Tsitaishvili, que se dio con el poste tras un rebote, pero ahí se acabaron los ímpetus del Granada, que se hundió con un nuevo error garrafal, esta vez de Hongla, en una cesión suicida a Mariño que este no acertó a despejar permitiendo el gol de Chris Ramos. Y se acabó el Granada, incapaz ni de inquietar en lo que quedó de encuentro, más de sesenta minutos todavía.
A los rivales les basta esperar, bien una falta inaceptable de concentración o un fallo grueso para decantar el marcador a su favor, porque los rojiblancos son incapaces de responder, como se demostró en una penosa segunda parte, en la que la única ocasión la desperdició esa sombra errante que es Reinier en un disparo franco tras un rebote en el área que envió muy alto. El Cádiz, un equipo limitado en la creación –confiado ofensivamente a la inspiración de Ontiveros, que debió ser expulsado tras una plancha infame al tobillo de Tsitaishvili, que el árbitro y la sala VOR se tragaron–, solamente tuvo que aprovechar el regalo del rival. No se acercó más que otra vez en la segunda parte en una jugada a balón parado, en la que Sobrino no llegó a tiempo para remachar en el segundo palo.
Las alternativas desde el banquillo se tornan inexplicables. Con el centro del campo perdido, con Hongla horroroso y Villar desaparecido, y una banda izquierda muy gris con Carlos Neva y Abde Rebbach, los primeros revulsivos a menos de veinte minutos para el final fueron Manu Trigueros y Reinier, cuyas participaciones mueven a la conmiseración. Se evitó usar a Sergio Ruiz, el mejor en la lucha en el centro del campo toda la temporada, y se postergó la opción de Rodelas a un cambio posterior, retrasándolo en banda izquierda para que centrase lo que pudiese. La ubicación juntos de Boyé, Weissman y Borja Bastón en los estertores del partido fueron prueba de que el pelotazo desde atrás era la única opción intuida desde el banquillo, obsoleta e inútil con balones frontales.
La derrota en Cádiz no solamente debe contar en el debe de Hongla, señor Escribá.
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