El fútbol le brinda una oportunidad a Carlos Neva de reivindicarse sobre el campo tras unos meses duros por una grave lesión muscular que le ... obligó a pasar por el quirófano. Se recuperó hace pocas semanas y precisamente un problema físico de Miguel Ángel Brau le otorgó la ocasión de volver a jugar ante el Mirandés, tres meses y medio después de la última vez, que fue aquel partido contra el Málaga en el que su rotura de fibras no constituyó el único incidente de la velada. Marcó un gol en medio de un ambiente crispado por la trayectoria del equipo e hizo el gesto del silencio hacia la grada, un comportamiento absolutamente censurable por parte del capitán del Granada.
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La afición empezó a silbarle cada vez que tocaba el balón y en un lance posterior, notó un pinchazo en su pierna que forzó su relevo, sustituido entre el cabreo general. Fue, también, el último partido de Guillermo Abascal en el banquillo. Aunque unos días después Neva se disculpó en Instagram, vivió una recepción parcialmente hostil el sábado pasado, con pitos de bienvenida y en sus intervenciones posteriores, que fueron poco a poco aplacados por los crecientes aplausos en el estadio, que también los hubo cuando salió al césped. El clima se moderó aunque tal vez habría sido necesario que diera, en su día o antes del regreso, explicaciones en una rueda de prensa.
No lo hizo así, aunque todavía está a tiempo de manifestarse, pero sí compitió ya por lo de Brau. Sin ritmo óptimo aún, mantuvo la compostura en su posición, aunque sin la incidencia ofensiva que empezaba a garantizar el cartagenero, en un estado extraordinario hasta que le ocurrió el percance, algo parecido a lo sucedido en su día con Rodelas.
Como Brau y el propio Chiqui, Neva también se curtió en el Recreativo Granada. Llegó procedente del Marbella, entonces en Segunda B, tras pasar por las categorías inferiores del Sevilla, de las que salió sin hacer ruido, infravalorado por el que años más tarde sería uno de sus valedores, Diego Martínez, por aquel entonces en la casa hispalense.
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Cuando Neva llegó al filial rojiblanco, se topó con un lateral con mucho protagonismo, Adri Castellano, que dio el salto al primer equipo la temporada siguiente, justo a la llegada de Diego Martínez. Neva se mantuvo en el Recreativo y su oportunidad con los 'mayores' llegó en la última jornada, con el equipo ya ascendido a Primera.
Neva, con contrato todavía del 'B', fue citado para la pretemporada. Se preparó a conciencia. Castellano salió de la entidad, Álex Martínez seguía recuperándose de una lesión y Quini, en aquel momento, era la única alternativa en la izquierda de la defensa, siendo diestro. Fue un verano raro, en el que el Granada tuvo limitaciones económicas por una reducción en el tope salarial a raíz de una denuncia de Adrián Ramos, al que la propiedad china debía dinero. Llegó al cierre del mercado el turco Ismail Köybasi, pero bajo de forma. Neva adquirió la licencia con los 'mayores' trabajando con tesón y su estreno en la élite se precipitó antes de tiempo por un problema grave en la rodilla de Quini. Le llegó con el Barcelona, cuajando una gran actuación. Así empezó hasta hacerse indiscutible.
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La vida sonrío después a Neva, durante aquel periodo mágico del EuroGranada, aunque también tuvo un sobresalto con una lesión muscular en Nápoles. No jugó en los octavos con el Molde, pero sí los cuartos con el Manchester United. En la campaña de resaca de aquello, que culminó con el descenso, llegó a un punto negativo de inflexión. Una rotura del ligamento cruzado en Mendizorroza durante la segunda vuelta, que hizo que viera la tragedia de bajar a Segunda desde la grada.
Acortó plazos y pudo ponerse unos meses después a las órdenes de Paco López. Ya era un Neva distinto, más contenido en sus incorporaciones, no tan implacable atrás. Todo ello no se percibió tanto en Segunda, pero sí en la siguiente temporada.
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Neva, pese a todo, mantuvo su sitio, a pesar de que llegó un talento como Álvaro Carreras, quien jugó más como extremo que en su sitio. Neva le había ganado ese pulso sano a lo largo de los años a todas sus alternativas, desde Quini pasando por Adrián Marín, Sergio Escudero o Jonathan Silva. En el ejercicio pasado, cuando Carreras se marchó, llegó Maouassa, un jugador atolondrado que también jugó más adelantado porque a Neva no hubo quien le tosiera.
En el presente curso, apuntaba a seguir en el 'once', con Brau como solución coyuntural, tras volver también de una grave lesión y jugar con solvencia en los últimos partidos del Recreativo Granada en 1ª RFEF. Lo que no era previsible es que Neva se fuera a la enfermería tanto tiempo y que Brau experimentara una mejoría tan enorme. Ahora le toca de nuevo al capitán, con sus propias virtudes, sobre todo la de la experiencia. 165 partidos con la camiseta del Granada y 55 más con la del filial. 28 años, heredero del mejor equipo de todos los tiempos. Como varios de sus compañeros, acaba contrato en junio. Es su momento para dar un paso al frente y despejar dudas.
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