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David Tenorio posa mientras un grupo de niños juega a su espalda. Alfredo Aguilar
«La cultura del detalle es la que ahora marca la diferencia»
Entrevista a David Tenorio

«La cultura del detalle es la que ahora marca la diferencia»

Hombre para todo en el Granada hasta su cese al frente del filial, dos años después trató de salvar sin éxito al Badajoz en Primera RFEF y ahora quiere devolverlo a la categoría

Sábado, 1 de julio 2023, 20:10

David Tenorio (Granada, 1977) toma asiento en un aula del pabellón de Las Gabias, cuya escuela de fútbol municipal coordina desde hace 22 años, y avisa: «Soy un entrenador muy diferente al que era en el Granada». Cesado en febrero de 2021 al frente del Recreativo que asumió porque así se lo pidieron como hombre de club, tardó más de dos años en volver a entrenar. Aceptó el reto de salvar al Badajoz en Primera RFEF y, pese al descenso definitivo, mantuvo la confianza del club con el exfutbolista Guzmán Casaseca como principal valedor y pretende recuperar la categoría perdida el próximo curso. Un desafío personal, fuera de casa, sin olvidarse de las labores formativas y académicas que tanto le apasionan ni, por supuesto, del Granada que ama.

-¿Por qué se considera un entrenador diferente?

-Para empezar, porque yo no muero por ir a un banquillo; es lo que me diferencia. Otros quieren entrenar a toda costa y les da igual dónde, aunque les respeto. Ni tan siquiera tengo representante; quien me quiera, tiene que llamarme a mí. Si no entreno, me dedico a otras cosas como a dar clase a otros entrenadores o en la universidad europea del Real Madrid ahora. Como a esta escuela, en Las Gabias, a la que llegué gracias a mi amigo Francis Lozano, junto a quien luego creé el Ciudad de Granada.

-¿Aquí satisface esa vocación más allá de los banquillos?

-Sí, y es lo que me hace peor entrenador, probablemente, o al menos diferente, distinto a todos los demás. Ni mejor ni peor. Me apasiona el mundo profesional y me guía la competición, pero también vivo el fútbol formativo y disfruto tanto entrenando a los más pequeños como a los más grandes, porque me apasiona el juego. Esa ambivalencia es respetuosa conmigo mismo, con quien soy. No me han regalado ningún banquillo y vengo de entrenar aguiluchos y bebés en campos de tierra. Luego está la rama académica; llevo quince años dando cursos en la escuela de entrenadores y sigo deseando que me llamen de donde sea. Todo me enriquece muchísimo.

-¿Cuándo empezó a entrenar?

-Al curso me apunté al cumplir los 18 años, pero ya entrenaba entonces. Recuerdo el día que mi madre, doña Julia, me trajo un folleto y me animó... sabía que me encantaba. Siempre me han gustado absolutamente todos los deportes, y de hecho soy un enamorado de los Juegos Olímpicos, y siempre me noté dotes de líder como para dirigir un grupo a pesar de lo tímido que soy como persona luego. Me considero un pedagogo.

-¿Tuvo recorrido como jugador?

-Era mediocentro y me gustaba jugar, porque todos queremos ser jugadores, pero no tenía condiciones. Era vulgar. Me encantaba ver a Guardiola, lo posicional que era. El día que dirigí en el Vicente Calderón con Joseba Aguado (como interinos entre las etapas de Joaquín Caparrós y Abel Resino en enero de 2015), pensé en lo bueno que es un jugador profesional cuando recibe un balón y es capaz de reaccionar sin que le puedan la presión del ambiente ni las dos bestias que se le echan encima. Y los jugadores que me sorprendieron fueron los nuestros, los del Granada. Hicimos un partido más que digno, y con ocasiones como para haber ganado. Comprendí por qué los profesionales se aferran a ese mundillo. Vivir ese momento fue un antes y un después.

-¿Qué papel cree que ocupa en la escena de entrenadores granadinos?

-Tenemos una muy buena escuela y muy buenos referentes, y yo soy David Tenorio, simple y llanamente. He tenido la suerte de formar a muchísimos entrenadores en los últimos quince años y mucha gente me conoce por ello. Si les he podido aportar algo, que tengo la sensación que sí porque siempre me han dado una buena valoración... estaré feliz por ello. Como instructor procuro ser original y diferente, alejarme de lo convencional; solo pretendo que se diviertan, tanto con los entrenadores como con los jugadores. Al fútbol hay que darle vida, no ser aburridos. En los cursos de entrenadores suele malearse el fútbol; sabemos que quienes vienen ya saben de fútbol por sus experiencias, pero lo complicamos. Yo solo pretendo abrirles nuevas puertas y caminos, hacerles dudar. El entrenador tiene que dudar, porque el fútbol evoluciona cada día y lo que hiciste hace un año en un sitio no vale ahora en otro.

-Los entrenadores granadinos viven un gran momento, ¿no es así?

-Sin duda. Y hay muchos que no han llegado lejos y son tan buenos como los que sí. Hay mucha gente muy buena en formación, en fútbol base. Como Roberto Cuerva. Conozco a muchísimas personas muy preparadas.

-¿Hacia dónde evoluciona el fútbol?

-Creo que hay cuatro partes. La táctica, que evoluciona continuamente; la reglamentaria, que condiciona mucho la primera; la condicional, que se refiere a lo físico y al perfil de jugador que viene saliendo; y por último, y es en la que más estoy yo ahora, la emotiva-cognitiva que tiene que ver con la gestión de la frustración, la resistencia a la presión y el cambio de dinámica. Creo muchísimo en ello. El juego consiste en los minipartidos que hay en cada encuentro.

-Eso también forma parte de la 'cultura del detalle' que pregona.

-Sin lugar a dudas, y hacia eso vamos. Por ahí se tiene que descifrar el nuevo fútbol. Yo lo llamo así porque lo básico lo controla ya todo el mundo. ¡Todos los profesionales están ya preparadísimos! Los detalles que antes solo eran un extra, porque con el juego te daba para ganar, ahora son lo fundamental porque son lo que marcan la diferencia.

-En eso encajó perfectamente con Diego Martínez...

-Coincidimos en mil cosas, en casi todo. Habíamos bebido de fuentes muy parecidas y fue muy fácil trabajar con él. También se mueve mucho por lo psicológico y lo táctico. Lo del equipo camaleónico, el discurso unificado en un equipo... Monté muchas historietas con él en el vestuario, no solo la del 'rebaño unido que dejó al león sin cena' aunque fuera la que saliese. Me aportó muchísimo porque es un genio. He aprendido de todos los entrenadores con los que he coincidido, porque algunos me aportaron lo que no tenía que hacer.

-¿Cómo vivió el ascenso del Recreativo con Milla?

-Le tuve como alumno y me alegra que le diesen tiempo. Seguro que era tan buen entrenador cuando perdió siete partidos seguidos que cuando ascendió, aunque cambiara cosas. A los entrenadores no los reflejan los resultados, sino los procesos.

-¿Cuándo le dolió el cese al frente del filial?

-Infinitamente, hasta límites insospechados. No sabía que podía doler tanto algo. Sentía un respaldo absoluto de la plantilla, y de hecho me defendieron los capitanes. Sabía que el equipo iba a reaccionar. También me dolió que mucha gente me dijese luego que mi gran error fue no pensar en mí nunca, porque a lo mejor tenían razón, pero volvería a hacer lo mismo. Siempre me sentí una persona de club y antepuse al Granada sobre mí mismo. Nunca fui egoísta. Y quizás sea un problema para ser primer entrenador, porque limita.

-¿Tenía que ver con su lealtad profesional o con su sentimiento granadinista?

-Era una cuestión de mi educación, pero también porque siempre he querido lo mejor para el club porque soy granadinista. Aunque me fuese cesado, sentí que me iba con la puerta abierta y, para mí, por la puerta grande. Todos los trabajadores del club lloraron y se preocuparon por mí en los días siguientes. Fui muy, muy feliz en el Granada.

-¿Consideró inacabada su labor en el club?

-Planteamos ciertas cosas que el club no estaba aún preparado para afrontar, y lamentablemente no pudimos hacerlas. Se me quedaron en el tintero.

-¿Se plantea volver?

-Aún no se ha dado la opción, pero ahora tengo que estar fuera y verme en contextos diferentes. Badajoz es un reto profesional y también personal para mí. Me fui sin nadie para el cuerpo técnico, a la aventura total y absoluta. Irme así me ha demostrado que hay profesionales muy válidos en todos los sitios, solo hay que querer trabajar con ellos.

-¿Qué tal allí?

-Sentí una sintonía maravillosa desde el primer día, empatizamos muy rápido y enganché fácil con todos. Con todo, la permanencia era muy difícil y trato de no fustigarme por el descenso; cogí un equipo que no había ganado ni un partido de los ocho últimos y ganamos cuatro de diez sin que nos valiese. Todo lo que jugamos fueron finales y morimos en la orilla, pero el proceso fue muy bueno. Metimos 13.000 personas en el campo contra el Pontevedra. He llorado allí más que en toda mi vida; nunca lloré en el Granada. Sentí mucha responsabilidad y me reté a arreglarlo y a seguir siendo feliz allí el tiempo que me toque. El Badajoz va a ser un club importante y regresará donde tiene que estar, y quiero disfrutar esa etapa. Yo soy un entrenador de proceso y no puedo aplicarlo a todo el mundo menos a mí. Y siempre han querido que yo fuese su entrenador. ¿Cómo no iba a intentarlo con esa gente que ya siento como la mía? Pensaba que al salir de casa no iba a volver a sentir ese apego, pero lo encontré.

-¿Respalda lo que encontró allí que estuviese más de dos años sin entrenar tras el cese en el Recreativo?

-Sí, probablemente. Al menos, en cuanto a acertar donde ir. Quería salir al extranjero y no pude, pero el Badajoz es un club histórico. Me llenaba. Estoy viviendo historias personales con aficionados que me las llevaré para toda la vida. Todos, también los miembros de mi cuerpo técnico, me pedían que no me fuese y me quedara. Me emociona y me pone los pelos de punta, aunque me cesarán como a todos si encadeno malos resultados. La primera vez que lo vives es un bautizo doloroso, pero ya lo he vivido y lo tengo naturalizado.

-En Granada trabajó con muchos jóvenes prometedores. Entre ellos, Isma Ruiz. ¿Entiende que no vaya a seguir en el club?

-Qué difícil... Es muy buen jugador, pero el Granada tendrá sus motivos para no renovarle. No sé nada más, me pilla muy lejos. Independientemente de eso, me da pena porque es granadino y no vamos sobrados de granadinos. Me gustaría que se creyese más en el proceso que se hace desde abajo.

-Su caso es diferente al de Antonio Aranda, no obstante.

-Sí, claro. Antonio es un talento natural, una locura. ¿Cómo iba a decirle que no al Barça, igual que su hermano Óscar al irse al Real Madrid? Es muy difícil subir a sus primeros equipos, pero les abre mercado. Por supuesto, me apenan que no jueguen aquí. Creo que el club intentó apostar por Antonio, aunque no sé hasta dónde llegó ni qué pedía él. ¿Si se equivocaron? No sé cómo se puede medir, porque el fútbol cambia de un día para otro.

-¿Qué futuro les augura a Adri Butzke y Pepe Sánchez?

-Butzke es un delantero muy poco habitual, que no se encuentra fácil en el mercado, y creo que tendrá posibilidades para situarse en el mercado porque es apetecible, y Pepe es muy voluntarioso y se adapta a cualquier posición pero la élite es muy exigente, aunque estoy seguro de que volverá a tener oportunidades.

-Qué difícil es para los jóvenes llegar a lo más alto, ¿no?

-El fútbol profesional en España se entiende de una manera muy diferente al de Países Bajos, por ejemplo. He estado tres veces allí viendo academias y allí, además, no pueden firmar niños de fuera de su zona geográfica; aun así, sus clubes asumen que son fundamentalmente exportadores. Creen en sus jóvenes de verdad, los sacan de los colegios para entrenar por acuerdos deportivos de élite y se comprometen a devolverlos o a darles clase; aquí, en España, el fútbol formativo es todo mentira. Es otro universo. Todos los clubes compran jugadores para sus canteras; también el Granada. No se cree en los procesos. Las únicas excepciones están en el norte, con el ejemplo de la Real Sociedad. Por más que jueguen con la pequeña ventaja del País Vasco francés y la frontera, ¡Guipúzcoa es como Granada! El talento está en todos los sitios; la diferencia está en creer en él y fomentarlo o no. El fracaso es no crear futbolistas profesionales, no perder con el club de al lado.

-¿Hacia dónde camina el fútbol base granadino?

-Veo una deriva peligrosa hacia la competición y el mercadeo de niños. Solo importan los resultados. Los municipios deberían preocuparse más por tener escuelas deportivas en el plano puramente formativo, y darle fútbol a todos los niños, que por captar jugadores para tener los mejores equipos y ganar competiciones. Ves chavales que pasan por diez o doce clubes de la provincia y terminan retirándose como juveniles. En la base se compite para entrenar, mientras que en la élite se entrena para competir. No se pasa del Gabia al Real Madrid. Los niños de las escuelas merecen la misma atención que en los clubes profesionales, pero de distinta manera; que terminen sus procesos habiendo aprendido valores y siendo mejores futbolistas y mejores personas, contentos y felices porque se han divertido, no con un puñado de partidos ganados. Necesitamos adecuar las competiciones para que los niños que tengan deseo de jugar puedan hacerlo sin sentirse estresados y frustrados sino útiles y capaces para que no abandonen el fútbol. Y que jueguen cuantos más, mejor, y en los equipos de donde son. Luego, si alguno es muy bueno y tiene unas condiciones bárbaras y lo llama el Granada como club de referencia en la provincia u otra cantera importante como el Sevilla o el Betis, tiene que irse. En lo que estamos totalmente equivocados absolutamente todos es en el mercadeo de niños por el que un crío juega cada temporada en un equipo de la provincia. Deberíamos hacer una reflexión muy profunda y también muy difícil porque nadie quiere hacerla.

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