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Bryan Zaragoza llevaba tiempo ya queriendo hablar largo y tendido sobre su salida del Granada. «Quiero agradecerle a su afición el cariño que me mantiene por cómo me sigue apoyando aunque siga lejos, tanto cuando voy con la Selección como ahora que estoy lesionado, y mostrarle el que yo le guardo también», justifica a IDEAL. El extremo malagueño, cedido por el Bayern de Múnich en Osasuna después de dejar cerca de 20 millones de euros en las arcas rojiblancas, confía en volver a jugar durante las primeras semanas de enero tras fracturarse el quinto hueso metatarsiano del pie derecho. «Se estaba volviendo a ver al Bryan de Granada», admite, feliz.
«Habrá quien lo crea y quien no», señala Bryan, «pero me fui de Granada llorando durante todo el camino al aeropuerto de Málaga para volar a Múnich; Granada era mi vida». «Desde niño había soñado con una oportunidad como la del Bayern, pero lo pasé muy mal durante esos primeros meses allí ya no por la adaptación sino por todo lo que dejé atrás y lo feliz que era entre todos los que me vieron crecer. Estaba casi que deprimido», recrea el exrojiblanco. «Quería quedarme hasta acabar la temporada, porque además ya pude irme antes, en verano, pero me pusieron entre la espada y la pared. No podía negarme», explica.
Bryan nunca olvidará cómo a dos días de una visita al Getafe le dijeron que aquel iba a ser su último partido con el Granada. «Hice todo lo que pude por cumplir mi promesa de quedarme, pero si dos partes se ponen de acuerdo... la tercera está obligada. Ya me habían vendido y yo me debía al Bayern, pero nunca forcé mi salida. Jamás abandoné al club, y seguí dándolo todo hasta el último día», asegura. El malagueño siente, sin embargo, que hubo quien no lo entendió y no olvida que incluso recibió mensajes llamándole 'rata': «Sé que hay desagradecidos en el club diciendo que fui yo quien pidió salir, con todo lo que dejé, pero prefiero no hablar de ellos».
Aquel descenso dolió a Bryan «como si siguiera en la plantilla». «Fue jodido vivirlo en la distancia porque me sentía partícipe. Creía que aún podíamos salvarnos, no lo veía tan mal; era un proceso de cambio todavía, pero veía opciones aunque no terminásemos de encajar bien del todo», rememora sobre aquellas semanas ya con Alexander Medina. Además, tampoco le iba mucho mejor a él en lo personal: «(Thomas) Tuchel me vendió una película que no existía. No sé qué fue lo que pasó, porque no me lo han dicho aún a la cara y me gustaría saberlo, pero lo del idioma era solo una excusa porque con las palabras no se juega a fútbol».
El día que el Bayern llamó a Bryan por primera vez, el malagueño estaba a punto de firmar por otro club alemán: el Leipzig. «Surgió mientras me trataban en una camilla y todos mis compañeros alucinaron. Cambiaba tanto mi vida como la de mi familia, y me enorgulleció que uno de los mejores equipos del mundo me viera estando en el Granada», presume. No tardó, sin embargo, en hacerse la idea a un nuevo cambio de aires... y entre las posibilidades surgió la del Barça incluso, pero «nunca se dieron las condiciones».
Aunque Vincent Kompany sí parecía contar con Bryan, el exrojiblanco tenía claro en qué clase de equipo quería jugar esta temporada: «No tenía muy claro si dejarme salir pero me senté con ellos y les dije que no aguantaba más porque no me sentía cómodo y que quería salir de Alemania y buscar un contexto lo más parecido posible al de Granada. No podía seguir igual; quería volver a sentirme el futbolista que fui allí, con un rol importante», subraya. «Me quisieron varios equipos grandes de Champions, también el Valencia, pero Osasuna apostó por mí con mucho interés y valorándome mucho y tardé diez minutos en decidirme. Estoy muy contento porque el ambiente es parecido», se congratula.
Por muy buenas tardes de fútbol que Bryan haya protagonizado ya en El Sadar, el exrojiblanco asume que le será difícil emular lo que le nacía por dentro al jugar en Los Cármenes. «No sé ni cómo explicarlo, pero allí entraba al campo y sentía que me comía a cualquiera. Era especial. Algo que no he vuelto a sentir nunca y que tengo claro que no volveré a sentir. Fuera, además, recibía tanto cariño que me sentía Messi», expresa. De ahí que se sienta «eternamente agradecido» por sus años de rojiblanco: «Soy quien soy por el Granada; por nadie más. Fue el único club que apostó por mí, y si no hubiera jugado allí, no sería futbolista y estaría trabajando de otra cosa. Me lo dio todo; llegué siendo un niñatillo y me fui como un hombre a uno de los mejores clubes del mundo».
Bryan recrea momentos como el del ascenso a Primera y sus dos goles al Barça pero también los partidos aún con el equipo juvenil. «Fueron años muy bonitos», se emociona. Muy agradecido a Paco López y a su segundo, su hermano Toni, el malagueño no se olvida tampoco de Aitor Karanka aunque por entonces conviviera con el debate de si le convenía el papel de revulsivo: «A veces me preguntaba qué más tenía que hacer si marcaba y asistía, pero los entrenadores ven otras cosas y yo aprendí muchísimo de ellos. Estaban muy encima de mí».
Otro de los grandes motivos de orgullo del malagueño fue acudir por primera vez a la Selección como futbolista del Granada. «Siempre quise y aún quiero representar al club en todas partes y dejarlo en lo más alto, como ellos hicieron conmigo. No me lo podía creer cuando me llamaron; es una de las cosas más grandes que puede vivir un futbolista, y allí llevaba 49 años sin pasar», comparte. Se quedó fuera, sin embargo, del grupo que acabó campeón de Europa: «Me dio coraje pero sabía que, sin continuidad, iba a ser complicado. Me alegré por todos y espero seguir yendo ahora, porque parte del éxito de Luis (de la Fuente) es que nos hace sentir a todos importantes; es un gran entrenador y una gran persona». En noviembre coincidió bajo su mando con el también exrojiblanco Samu: «Fue curioso y especial porque los dos trabajamos juntos desde el barro y solo habíamos jugado juntos antes en el Recreativo».
Ningún granadino debe extrañarse si se cruza alguna vez con Bryan por la ciudad. «Vuelvo siempre que puedo por mi pareja y mis amigos. Para mí es ya mi casa, y seguramente me vaya allí a vivir cuando me retire porque adoro a la gente, que es lo que más echo de menos. Ni cuando jugaba allí me iba a Málaga en mis días libres», desvela. Ve todos los partidos del equipo, y sigue «disfrutando como un 'cabrón' con todos los goles de Myrto (Uzuni)», como un hermano para él, al punto de pasar también un acusado duelo por su marcha. «Veo potencial para subir, pero hace falta tranquilidad y hacerse fuertes en Los Cármenes más allá de puntuar lo que se pueda fuera; como hace dos años», apunta.
Al malagueño le ilusiona especialmente la irrupción de Sergio Rodelas, a quien llegó a conocer y considera «un chico fenomenal». «Me alegra ver a un chico de abajo que tira para arriba. Es muy bueno y espero que siga así, porque va a dar muchas alegrías, aunque solo esté empezando», comenta, convencido de que lo de darle su dorsal, el '26', fue «con intención». «Puedo entender que nos comparen por nuestro tamaño y por la chispa por banda... porque la gente quiere chispita», bromea. «Eso es bueno, no creo que vaya a perjudicarle y supongo que le motivará. Tampoco soy Messi. Yo di buenas tardes y ahora le toca a él», le reta.
Bryan se despide con un deseo: «No puedo asegurar nada, pero intentaré volver y creo que lo haré. Ojalá, aunque no quiera ni imaginármelo y se me haría raro hacerlo en contra. Granada es mi vida». «Gracias a todos por apoyarme. Siento al Granada donde voy, y lo llevo conmigo. Siempre seré un granadino más», concluye.
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