Rubén Torrecilla, entrenador de fútbol, posa para IDEAL en el Municipal de Armilla. Pepe Marín
Entrevista a Rubén Torrecilla

«Bryan hace maravillas con 300 en la grada y con 15.000 en el estadio»

El técnico aplaude la personalidad de los canteranos que dirigió y han subido al primer equipo del Granada: «Creo que soy como un padre para ellos»

Viernes, 30 de junio 2023, 20:19

Rubén Torrecilla nació en Plasencia, pero se arraigó en Granada por amor tras cerrar su etapa como futbolista en la capital. Entró en la casa rojiblanca y pasó por el Juvenil Nacional y por el de División de Honor antes de recalar en el Recreativo ... Granada. Hace poco más de un año, tuvo un efímero salto al primer equipo. Después de pasar este curso por el Castellón, en el que sufrió un cese extraño, reflexiona sobre su profesión y aquella etapa como rojiblanco.

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–Su vida experimentó un cambio radical en la madrugada del 6 de marzo de 2022, cuando el Granada anuncia la destitución de Robert Moreno y su subida como técnico interino.

–Me sorprendió porque llevaba poco tiempo como entrenador. Empecé en el Alhendín juvenil, de ahí pasé al Cubillas y ya recalé en la cantera del Granada, en la que estuve cuatro años. En el filial no dirigí ni un curso completo. Me ascendieron, con el primer equipo en Primera, con la repercusión que tiene, la responsabilidad... No fue fácil. Pep Boada –entonces director deportivo– me llamó al filo de la medianoche. Éramos vecinos de edificio y me pasé por su piso. Imaginaba para qué era porque había oído el runrún, pero no esperaba que fuera tan inmediato. Entré con muchas ganas. Había algunos jugadores a los que conocía de mi etapa como auxiliar de José Luis Oltra. Tanto mi cuerpo técnico como yo estábamos seguros de que podíamos sacar la situación adelante.

–¿Qué habría cambiado de aquellos días?

–Hicimos todo lo posible. No quiero criticar a Robert Moreno, pero en mi forma de ver el fútbol vivo mucho de la intensidad y nos encontramos un equipo con un déficit importante en lo físico. Hay una anécdota; en la primera sesión, se nos 'rompieron' tres jugadores. Rochina, Raba y Montoro sufrieron roturas de fibras. Esto indicaba cómo estaba el equipo. En el tercer entreno, hablé con Diego Mainz, mi segundo, para rebajar la intensidad porque nos íbamos a quedar sin futbolistas. Creo que hubo un cambio, pero en cinco partidos todo no se puede variar. Tengo mensajes del 80% de la plantilla tras el cese; me decían que estaban contentos, que no entendían lo ocurrido. Nuestro método sí había funcionado en el filial porque los chavales eran aviones.

–Tácticamente, abogaba por un sistema de tres centrales.

–Nos había ido bien así en las inferiores. Confiamos en ese dibujo pensando en fortalecer la línea defensiva, pero con la mejor intención. El equipo estaba en una dinámica complicada y fue difícil levantarlo. Pienso que contribuimos a unir al grupo, a generar la posibilidad de creer en algo. Pienso que no merecimos perder con el Elche y que hicimos un gran encuentro en la remontada en Vitoria. Con el Sevilla, estuvimos con empate hasta el minuto 90. El día del Rayo, si Molina mete aquel remate de cabeza, ganas, pero pegó en el larguero. Son situaciones aisladas que pudieron inclinar la balanza a un lado u otro. Lo mismo, de otra manera, hoy en día sería el entrenador del Granada. El fútbol es así.

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–En general, fueron partidos muy abiertos. ¿Le faltó a su Granada contención, equilibrio emocional?

–Es posible. Cuando las dinámicas son malas repercute en lo físico y en lo mental. El equipo estaba tocado y las situaciones de peligro hacían daño. Al final, se vio un equipo que quería ganar. Encajábamos, pero también metíamos goles, generábamos ocasiones. Quería meter ritmo. Esos pequeños detalles no ayudaron.

–Debió ser duro aquel día después de la derrota con el Levante, su último encuentro al frente del equipo.

–Veníamos de hacer un partido digno en Sevilla y nos enfrentábamos a un rival directo. Fue un partido raro, con mucho calor. Empezamos bien, pero luego hubo un penalti, con la expulsión de Germán, que cambió todo. Luego, una mano en la otra área que no se pitó. Fueron muchos minutos con uno menos. Después de ese resultado, estuve muy mal, pero es que tengo que decir que en esas cinco semanas no dormía más de una hora al día. No sé ni cuántos kilos perdí. ¿Por qué? Porque te involucras. Era complicado, con un equipo no hecho por mí, en el que la exigencia era el resultado inmediato, bajo la etiqueta de interino, teniendo mucho que demostrar, más que nadie...

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–Al final, había un componente sentimental.

–Llevo quince años en Granada. Estoy empadronado aquí. Fue un cúmulo de cosas; era la oportunidad de mi vida como entrenador. Una ocasión de meterme en la élite tras estar en el barro cuatro días antes. Son situaciones que te sobrepasan por la repercusión, pero de todo se aprende.

–Fue llamativo que, tras el cese en el primer equipo, no volviera al filial.

–Nos reunimos con Patricia (Rodríguez), Pep (Boada) y David (Comamala). Nos dieron las gracias y nos ofrecieron recuperar el Recreativo Granada, pero yo no estaba para volver al filial. Los dos meses y pico en el primer equipo me habían afectado mucho; necesitaba descansar. No iba a dar el 100% en el filial y preferí apartarme. A mí me gusta mucho esto, me involucro, pero si no estoy a tope me aparto. Nos dejaron la puerta abierta y seguimos vinculados hasta final de temporada, pero ellos también salieron al final.

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–¿Llegó a hablar con Nico Rodríguez a su llegada?

–Sí. Nos conocemos desde hace muchos años porque jugamos en el Moralo. Me dejó la puerta abierta, pero yo pensaba que mi etapa en el Granada se había terminado, que había tocado techo. No quería volver al filial porque quería ser entrenador ya con adultos y era el momento de buscar un sitio para trabajar y mostrar mi valía.

–Se fue al Castellón, en el que parecía ir como un tiro, y tras unos partidos sin ganar pero en la parte alta fue destituido.

–Es largo de contar. Llegué con Vicente Montesinos como presidente, que todavía no había vendido el club a la empresa actual. Con quien compró la entidad se consensuó mi fichaje, pero la planificación se retrasó. Pienso que el trabajo fue bueno. Pronto nos metimos en 'play off' y luego nos pusimos primeros. Así, hasta Navidad. ¿Qué pasó? Habrá que preguntarle al presidente. De los últimos cuatro partidos, dos perdidos y dos empatados, pero seguíamos arriba.

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–¿Y ahora qué?

–Ahora, a seguir esperando. Hay clubes que han preguntado y algunos que han presentado propuestas, pero terminé tan quemado de lo Castellón que, donde firme, tengo que ir con las ideas muy claras. Que me guste el proyecto, me entienda con la propiedad y me dejen trabajar. Libertad. Y que donde vaya, que no me echen en 'play off'...

–Había mezclado lo emocional al estar en dos clubes en los que fue futbolista, ¿no?

–Sí, a ambos los llevo en el corazón e influyó en mis decisiones. Ya como entrenador tengo que mirar proyectos, personas...

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–¿A qué se ha dedicado estos meses?

–A terminar mi casa (risas). He visto mucho fútbol. He estado varias veces en Los Cármenes, gracias a la gestión de Nico (Rodríguez). También preparando mi campus veraniego. Estoy ideando un proyecto de escuela de tecnificación en Granada, que es algo de lo que la ciudad carece y sería bueno para los niños. A partir de ahí, a pensar en lo que venga y, si no, a descansar.

–¿Ha cambiado su visión del fútbol?

–La intensidad no se negocia, pero sí he cambiado otras cosas. En Castellón varié sistemas, jugando 4-3-3, 4-2-3-1 y 4-4-2. Probé variantes porque llevaba mucho tiempo de la otra manera. No me amoldo a una sola cosa. Sí me interesa que el equipo sea fuerte porque en el fútbol actual el físico es fundamental.

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–¿Hacia dónde evoluciona el juego?

–Lo primordial es la unión de un vestuario; de ahí vienen los resultados. Un buen ejemplo de ello es la época de Diego Martínez. Puede haber deficiencias, pero juntos el proyecto funciona. Traté de hacer lo mismo en el filial y en el Castellón. Sobre ello, la intensidad y que el equipo sepa a lo que juega. También, que te favorezcan los detalles.

–¿Por qué no se fue Mainz con usted a Castellón?

–Se lo propuse, pero su mujer está aquí en un negocio y él empezaba a estar en uno. Pasamos cinco años espectaculares, pero él ha preferido apartarse. No está ni en el Granada ni en otro club. Creo que también ha terminado quemadillo. Seguimos siendo amigos y hemos comido varias veces con el resto del cuerpo técnico.

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–¿Cómo ha visto al Granada?

–Muy bien. Sin que el equipo jugase un fútbol que pasara por encima de los rivales, Paco López sí ha logrado una unión que ha sacado a flote todo. Tácticamente sabía a lo que jugaba. Gente de dentro me hablan muy bien de él.

–Usted dirigió a Uzuni.

–Uzuni tiene unas condiciones físicas con las que puede jugar de extremo o delantero. Encima, este año estaba tocado por la varita y todo lo que tocaba, lo metía. Así es esto. Esperemos que su racha siga.

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–También se ha disfrutado de uno de sus 'cachorros', Bryan Zaragoza.

–Comiendo con él en el restaurante de mi mujer, hace poco, me recordó que yo le ponía hasta de carrilero. Pienso que he sido como un padre para él o para Torrente. Le he conocido de juvenil, he visto cómo es la persona, he tenido que enderezarlo, echarle broncas y castigarlo a veces. Le hemos tenido que hacer futbolistas para que, cuando llegara a la élite, estuviera preparado. No solo a él, sino también a Torrente, Aranda, Isma Ruiz... Con Bryan tengo muchas anécdotas. Un día, hablando con Luis Fradua –de la cantera–, me preguntaba si creía que sería capaz de desbordar igual en categorías superiores. Le dije que lo haría donde quisiera porque tiene personalidad. No le puede la presión. La pierde y lo intenta. Bryan hace maravillas con 300 en la grada de la Ciudad Deportiva y con 15.000 en Los Cármenes. Siempre le digo que siga haciendo lo que le hace bueno: intentarlo. También defender, que le tuve que apretar mucho con ello porque se olvidaba. Ahora se ha involucrado y en lo ofensivo te da lo que te da... Que haya tantos jugadores nuestros que han debutado con el primer equipo es otro premio.

–Se alegrará del ascenso del Recreativo también. Hay una parte suya.

–Muchos de la base estaban con nosotros: Martín Solar, Youness, Costa, Eu, Ángel, Raúl Castro... Una serie de jugadores con el que hemos trabajado tanto Milla como yo. Una progresión importante.

–¿Le gustaría volver algún día al Granada?

–Sí, ¿por qué no? Me he sentido a gusto y valorado, también fuera. Estoy haciendo mi carrera de entrenador, que por ahora es corta aunque parezca que llevo mucho tiempo. Si me lo gano, no me importaría regresar, como le ocurrió a Lucas Alcaraz.

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