Fran Escribá se relame en en el banquillo. Pepe Marín
La resaca

Escribá transforma al Granada 28 días después

El técnico cambia la mentalidad rojiblanca y, tras el aumento de la solidez defensiva, estimula un ataque dormido

Rafael Lamelas

Granada

Domingo, 20 de octubre 2024, 18:30

1. '28 días después' es una película apocalíptica en la que la extensión de un virus experimental transforma a gran parte de la humanidad en zombis. Un inglés despierta de un coma tras casi un mes en el hospital, en el que cayó antes del ... incidente que desató todo, y se encuentra solo en un Londres desolado.

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2. Quizás, si un granadinista hubiera entrado en ese estado de inconsciencia tras el 2-2 con el Málaga y saliera ahora, se quedaría ojiplático al entrar en un quiosco y comprobar la portada de IDEAL y sus páginas de Deportes, 28 días después. No ha necesitado más tiempo Fran Escribá para que su transformación del equipo sea rotunda.

3. Pocas veces un entrenador revulsivo tiene un efecto tan terapéutico. De hecho, en la historia reciente del Granada, solo en la milagrosa primera etapa de José Ramón Sandoval se calcaron los resultados del valenciano, con un empate y tres triunfos, aunque la secuencia del de Humanes arrancara con los triunfos. A él le valió para una permanencia en Primera. A Escribá, para reclamar espacio entre los mejores conjuntos de Segunda división.

4. El diagnóstico no tuvo mucho misterio y la fórmula se basó en la sencillez, a veces lo más complejo en fútbol. Chequeó el estado anímico y percibió compromiso pese a los malos resultados. Bastaba con generar un entramado que diera confianza y repercutiera en la mentalidad de todos.

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5. Se centró en la mejora de solidez defensiva, con énfasis en el balón parado. Encajó dos goles en Burgos, pero ya desde ese primer partido se percibió una variación a mejor en la parte trasera. Desde entonces, el Granada no ha recibido ni una sola diana. Diego Mariño ha tenido paradas aisladas aunque brillantes. A su alrededor ha crecido una zaga jovencísima, con Ricard (24), Miguel Rubio (26), Loïc Williams (22) y Brau (22), este sin experiencia en la categoría.

6. Con la puerta a cero, los nazaríes recaudaron cuatro puntos en sus dos compromisos consecutivos lejos de Los Cármenes. Quedaba triunfar en casa, algo que se había resistido. El estadio, con un ambiente más positivo influido por la nueva grada de animación, contempló la victoria 'in extremis' con el Córdoba, aunque hubo ocasiones previas de sobra para adelantarse ante un rival que jugó más de 50 minutos con diez.

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7. Escribá, autocrítico siempre, otro contraste con su predecesor, lamentó la falta de fluidez en ataque y en ello se afanó durante la semana pasada, ya con la idea de colocar juntos a Uzuni y Boyé. El albanés no se desgastó con su selección y tenía ansia de gol. El argentino, todo derroche, no ha encontrado grandes tramos de felicidad como rojiblanco. El doblete al Tenerife, coronando una actuación impresionante erosionando a un rival diezmado, le revitaliza ante un Escribá que le entendió mejor que nadie en el Elche.

8. Todo es felicidad en el Granada, pero la competición no permite el recreo. Sobre todo, porque vienen dos semanas con encuentros cada pocos días, tres de ellos en Liga ante contrincantes que navegaban por la mitad alta de la clasificación. Castellón fuera, Levante en casa y Zaragoza de nuevo a domicilio, con el modesto Cortes en Copa antes de visitar La Romareda, no solo permitirán comprobar la fortaleza rojiblanca, sino la versatilidad de su banquillo.

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9. La metamorfosis del Granada no implica que se desprenda de todos sus defectos. Hubo un tramo inicial, con el Tenerife, en el que no tuvo la situación bajo control y permitió alguna llegada chicharrera. También generó ocasiones como para un resultado mayor, aunque Boyé al final lo adornara en los últimos minutos ante el decaimiento canario.

10. Escribá no se conforma y su discurso sensato gusta a una afición a la que siempre le han gustado los equipos de piel dura que de vez en cuando conceden alegrías como este 4-0 que nada tuvo que ver con el 2-2 que contagió desazón y le costó el finiquito a Guille Abascal.

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