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Rafael Lamelas
GRANADA
Miércoles, 8 de julio 2020, 00:59
Dicen que el fútbol tiene poco memoria y que ciertos aficionados se quedan con lo reciente. Por ello, hay un prejuicio a la hora de ... pensar en qué ocurriría si el Granada se clasificara para competiciones europeas de cara a la próxima temporada. El ejemplo actual del Espanyol resulta desolador. Un conjunto que accedió al torneo continental gracias a un excelente ejercicio la campaña pasada y que en esta se encuentra el último, virtualmente descendido. En los análisis, a veces se repara poco en las circunstancias ocurridas (marcha de Rubi, el entrenador que consiguió el hito; venta de futbolistas importantes en verano, como Borja Iglesias y Mario Hermoso, mal compensada con los fichajes, con una fuerte inversión invernal pero ya a marchas forzadas). Todo esto deriva hacia una conclusión nebulosa: para un modesto es malo colarse en la Europa League, le acaba diezmando en la Liga. Es cierto que hay otros ejemplos de desplome en la historia del fútbol español, incluso con descensos idénticos el curso siguiente a la proeza, pero también hay muchas experiencias que dictan lo contrario; clubes pequeños o con economías austeras que se relanzaron al pasear su nombre por otros países y abrieron algunas de las etapas más dulces en sus anales, las mejores en ciertas entidades.
Buceando en el pasado aparece el Racing de Santander de la temporada 2007-2008. Es cierto que lo del conjunto cántabro no llegó justo tras un ascenso. Recuperó sitio en Primera tras el curso 2001/02, con Quique Setién en el banquillo, y anduvo sesteando varios años en la máxima categoría con serios problemas económicos y aquel paso extravagante del empresario Dimitri Piterman por su dirección. Su situación experimentó un giro a raíz de la campaña 2006/07 con la llegada del delantero Zigic (que luego se marchó al Valencia) o la eclosión de un joven Ezequiel Garay en la defensa y un exrojiblanco en el banquillo, Miguel Ángel Portugal. El equipo quedó décimo. Pero fue con su sustituto, Marcelino García Toral, con quien el Racing se disparó. Terminó sexto y se metió en la Copa de la UEFA, siendo semifinalista en la Copa del Rey en la misma temporada –esto último, como el Granada actual–. Lo recuerda José María Gutiérrez, periodista del Diario Montañés. «Fue el mejor Racing. Con una plantilla supuestamente modesta, con gente veterana que parecía venir de vuelta, Marcelino sacó un jugo tremendo», rememora.
El gijonés se incorporó al Zaragoza y le sustituyó un paisano, Juan Ramón López Muñiz, que sería el que lideraría la experiencia europea. «Pasó una previa con el Honka finlandés y fue a una fase de grupos que no se disputaba a doble partido y que tenía al Twente, el Schalke 04, el PSG y el Manchester City. Muñiz tenía un carácter apocado y se centró en la permanencia. Sacaba a suplentes en Europa y eso no gustaba a la afición, que sabía que aquello seguramente era una vez en la vida y a lo mejor, nunca más. Se consideraba que había plantilla para los dos retos. Perdió en Holanda, empató en casa con los alemanes y fuera con los franceses y ganó a los ingleses en El Sardinero, cuando el City no era lo que es hoy. El Racing no pasó a dieciseisavos por la diferencia de goles», lamenta aún Gutiérrez.
El club cántabro acabó duodécimo en el torneo doméstico ese curso y ya no volvió a coquetear con la cabeza. Fue a menos hasta perder la categoría tres años después de la gesta, pero porque su cúpula de mando sesteó. «Los problemas vinieron por lo económico, no tanto por disputar la UEFA, sino por una mala gestión que abocó a una administración concursal. Los directivos despilfarraron. Terminó en la 11/12 con el descenso a Segunda, que posteriormente fue a Segunda B. Se volvió para de nuevo bajar y ahora ha pasado lo mismo. Aquella losa todavía se está pagando», corrobora, pues el equipo se ha venido abajo en LaLiga SmartBank.
Tras regresar a Primera en la temporada 10/11, el Levante alcanzó su cumbre como club la campaña siguiente, con un sexto puesto que le dio acceso a Europa. Como líder de su vestuario, Juan Ignacio Martínez. Como 'arquitecto' de aquella plantilla, Manolo Salvador, director deportivo nazarí no hace mucho en Segunda. Con poco dinero, logró un hazaña, con enorme acierto con los delanteros. Lo describió en Las Provincias el periodista Alberto Martínez. «Aquello sólo tuvo cosas positivas. De escaparate y para el crecimiento presupuestario. Tuvo hasta opciones de Champions ese año», rescata. «En los últimos partidos dejó de jugar Koné, el goleador (15 tantos en Liga, dos en Copa), porque si marcaba un tanto más, renovaba con el Sevilla, que lo había cedido aunque acabara contrato. Él no quería regresar. Amplió con el Levante pero ese mismo verano le vendió», describe. 5 millones le sacaron los granotas al Wigan.
Afrontó la Europa League el curso siguiente con teóricos suplentes. Aun así, le alcanzó para llegar a octavos y mantener la solidez en Liga. «La clave era el bloque. No se volvieron locos con los fichajes. Era un equipo seguro atrás, con las ideas claras», agrega Martínez. Todo se torció a raíz de un episodio en el que hubo acusaciones entre futbolistas de dejarse perder en un partido. «Barkero denunció a varios compañeros como Munúa, Ballesteros, Juanfran y Juanlu», señala. Acabó sin opciones de algo más, «pero asentado en la élite», alega. El terremoto extradeportivo sí partió la base. El Levante siguió salvándose bien, pero cayó en la 15/16 a Segunda, aunque volvió de inmediato a la máxima categoría. Hasta hoy.
En España, las plazas europeas suelen ser un coto privado. Madrid, Barcelona, Atlético y Sevilla suelen copar estas posiciones privilegiadas. Villarreal, Athletic y Real Sociedad también son habituales. Al resto le cuesta entrar en este selecto grupo. Lo ha invadido el Getafe, tanto en la etapa anterior en Primera como en la presente. Llegó a la élite por primera vez en 2004 y fue creciendo hasta disputar la final de la Copa en 2007, lo que le permitió disputar la UEFA aunque perdió con el Sevilla. Después de cargarse a grandes equipos, cayó en cuartos con el Bayern Munich, en una cruel eliminación. Repitió en la final de la Copa, cayendo con el Valencia. El curso 09/10, los azulones quedaron sextos, con Soldado de referencia. Fueron eliminados en la fase de grupos. Llegaron unos años de cierto estancamiento hasta precipitarse a Segunda en 2016, volviendo pronto y con ilusiones renovadas. «Con Bordalás no ha afectado el hecho de disputar ambas competiciones», expresa Gemma Santos, de la Cadena Cope. «Ni siquiera ha rotado. Lo hizo en la fase de grupos, en los que mantenía un equipo 'A' y 'B', pero cuando llegaron los encuentros duros mantuvo a los importantes», abunda. Santos lamenta que la pérdida de fuelle de la reanudación ha alejado al Getafe de la Champions. «Por presupuesto, es un logro, pero teniendo cerca esto...», se resigna.
El Celta es otro referente para el Granada. Rival rojiblanco en el 'play off' de ascenso en 2011, no se deprimió y logró subir el siguiente curso. En la máxima categoría tuvo dificultades al principio, pero luego adquirió firmeza, con buenas elecciones en el banquillo. Primero, Luis Enrique en la 13/14, con el que los celestes fueron novenos. Después, con Berizzo, quien fuera un ídolo en la entidad como central. Alumno aventajado de Bielsa, trajo alegrías y disputar la Europa League en la 15/16.
«El equipo encontró una combinación perfecta; todo fluyó. Era un grupo que creía en una idea, como ahora le pasa en el Granada. El entrenador les convencía. La comunión entre Berizzo, club, plantilla, grada... No hubo algo así ni con Víctor Fernández», asegura Juan Carlos Álvarez, del Faro de Vigo. Exrojiblancos como Nolito y Orellana se hicieron fuertes allí. «No hubo un gran gasto, pero sí se aprovechó bien a todos», incorpora. En 2017, llegó a semifinales, topando con un Manchester United que ganó por la mínima en Balaídos, seguido de un 1-1 en Old Trafford. «Se generó una atmósfera inolvidable y todavía hoy seguimos intentando retomar ese camino», aporta.
Pero también hay escuadras a las que les pasó como al Espanyol ahora. El Betis es una de ellas. Se metió en Europa en la 12/13 y se desinfló hasta bajar la temporada siguiente. Mejor le fue en la 17/18, con Quique Setién, aunque en la siguiente no pasó de la fase de grupos.
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