El italiano recibe el abrazo de Brahimi tras su único con gol G. M.

Floro Flores, el napolitano que fracasó en Los Cármenes

Exrojiblanco ·

Fue una de las grandes decepciones de la era Pina; un delantero más conocido por sus escándalos fuera del campo que por sus goles

Martes, 16 de febrero 2021, 00:43

Antonio Floro Flores fue presentado en olor de multitudes, pero fracasó con estrépito en el Granada. Se visibilizó como rojiblanco por primera vez un 2 de julio de 2012, luciendo la bufanda en una gala celebrada en la terraza-anfiteatro del Palacio de Congresos ... de la capital. Cerca de un millar de aficionados aplaudieron a rabiar la puesta en escena de él y el rumano Gabriel Torje, otro de los fichajes del segundo curso del Granada en Primera, dentro de la era Pina como presidente. El italiano era uno de los fichajes de relumbrón para aquella temporada de esperada consolidación en la élite. Un nuevo cedido por parte del Udinese de la familia Pozzo, dentro de los trasvases habituales entre ambos conjuntos desde que Gino, hijo del patriarca Giampaolo, apareció como inversor. Quizás Floro Flores, a sus 29 años, fuera el de mejor cartel hasta la fecha entre los muchos prestados. Finalmente, se convirtió en una de las mayores decepciones. El delantero acabó siendo más reconocido por los escándalos extradeportivos que por sus goles.

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El jueves se enfrentan el equipo en el que empezó su carrera deportiva y el único en el que se probó en el extranjero, con escaso rendimiento. Napolitano de cuna, el peculiar carácter partenopeo, de sangre caliente, se evidenció durante su estancia española. Tuvo varias meteduras de pata en redes sociales, como la de colgar su contrato (cobraba 600.000 euros; luego lo borró) o engancharse en una discusión con aficionados cuando le reprocharon que, durante un partido en el que no fue convocado, se fuera a Sierra Nevada para que su familia esquiara (él negó que practicara el deporte). Un problema íntimo en el que se involucró su compañero Diakhaté terminó de dinamitar su periplo, roto en diciembre, en cuanto se abrió el mercado de invierno.

Flores, canterano del Nápoles, llegó al primer equipo justo en la temporada que se produjo el descenso a la Serie B. Militó en la Segunda de su país antes de irse cedido a la Sampdoria. La crisis económica del equipo propietario aún de sus derechos provocó su salida al Perugia. Esta escuadra quebró también tras una temporada en la que hizo ocho goles y se enroló en el Arezzo, también de la 'B'. El equipo concluyó en descenso y fue entonces cuando se cruzó en su camino el Udinese, que apostó por él como si fuera un diamante por pulir. En la región de Friuli, con los Pozzo, se desarrolló como atacante, aunque con altibajos. Un préstamo en el Genoa le llevó hasta los diez goles, su mejor marca en la máxima categoría, pero en su retorno a Udine no cuajó entre los titulares. El Granada apareció como una válvula de escape para manejarse en otro fútbol distinto al más cerrado 'calcio', pero se estrelló.

Era una referencia de aquel equipo que dirigía Juan Antonio 'Anquela'. Provocó un penalti en la segunda jornada frente al Sevilla en Los Cármenes, salvando un empate, y materializó su primer tanto frente al Deportivo un par de semanas después, para rescatar otro punto. Los problemas empezaron entonces.

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Flores, con un aficionado en Sierra Nevada mientras el equipo jugaba. R. I.

Tuvo una leve lesión muscular que le apartó de los focos y le devolvió como suplente. La situación interna se empezó a enredar y se quedó fuera de la convocatoria para un encuentro con el Atlético de Madrid por decisión técnica. Su agente salió en la prensa de su país expresando su malestar y aireando que sopesaba cambiar de aires. Todo estalló cuando Floro Flores subió a Sierra Nevada mientras sus compañeros jugaban con el Espanyol. Se enzarzó con hinchas rojiblancos en Twitter. Luego pidió perdón en unas declaraciones exclusivas a IDEAL. «Siento mucho lo sucedido, de modo que quiero disculparme ante los aficionados», expresó. Al parecer, su hija había estado hospitalizada por una crisis de ansiedad y aprovechó que no estaba citado por el club para tener ese gesto, aludiendo que él solo la acompañó. «Me han puesto una sanción, tengo que pagarla y me callo. Yo lo asumo», asumió, antes de justificar sus reacciones. «Yo soy napolitano. Cualquier persona, la prensa o aficionados me pueden criticar por temas de fútbol, y como soy profesional no me voy a molestar (…). Pero cuando la gente me dijo que había ido a beber, me enfadé», concretó.

Tras entrenar aparte un tiempo, volvió a Italia. Pozzo le mandó al Genoa, allí donde mejor jugó, pero sufrió una lesión que también le impidió despegar. Luego pasó por el Sassuolo, el Chievo Verona o el Bari, antes de dejarlo en el Casernata. Retirado, mantiene actividad en la red social Instagram, donde se muestra muy familiar con los suyos, padre de cuatro hijos. Ahora es entrenador y dirige a la escuadra sub 17 del Paganese. El jueves seguro que va con la escuadra de su tierra, pero a lo mejor siente un pellizco al ver aquellas rayas rojiblancas horizontales con las que obtuvo muy pocas alegrías.

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