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Carlos Fernández y José Antonio Martínez atienden a la caída de un balón colgado al área. F. R.
La crónica

Goleada redonda del Granada para disipar dudas

El Granada se da un atracón ante el Alavés en una gran segunda parte, tras una primera mitad titubeante

Domingo, 8 de diciembre 2019, 02:09

Los tantos de los delanteros se desparraman como un bote de ketchup. O se atoran y no hay manera de que fluyan por mucho que se apriete o se esturrean sin ningún control. La teoría al respecto se la adjudican a Ruud Van Nistelrooy, ... artillero consumado, y ayer la comprobaron en carne –o más bien la saborearon– Carlos Fernández y Roberto Soldado, la dupla hambrienta de atacantes que congenió en la vanguardia del Granada. El equipo disipó cualquier duda tras cinco jornadas sin ganar. Los triunfos, se quiera o no ser resultadista, son un alivio aunque no se cuestione el plan.

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Granada CF

Rui Silva, Victor Díaz, Martínez, Duarte, Quini (Neva, m.36), Gonalons, Yangel Herrera, Puertas, Vadillo (Machís, m.81), Carlos Fernández y Soldado (Eteki, m.70).

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Deportivo Alavés

Pacheco; Ximo Navarro, Ely, Laguardia, Adrián Marín; Tomás Pina (Wakaso, m.36), Manu García, Aleix Vidal, Luis Rioja (Burke, m.59); Lucas Pérez (Pere Pons, m.69) y Joselu.

  • GOLES 1-0, m.48: Carlos Fernández; 2-0, m.58: Soldado (de penalti); 3-0, m.77: Yangel Herrera.

  • ÁRBITRO Gil Manzano (colegio extremeño). Expulsó a los visitante Wakaso (m.67) y Laguardia (m.90) con una doble amarilla y con roja directa, respectivamente. También amonestó al local Soldado así como a los visitantes Ximo Navarro y Manu García.

  • INCIDENCIAS Partido de Liga disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes ante 14.773 espectadores (cifra oficial). Antes del inicio se guardó un minuto de silencio en memoria de Maruja Almendros, peñista muy querida por la afición rojiblanca y popularmente conocida como 'la abuela del Granada'.

Los rojiblancos cuajaron una magnífica segunda parte ante el Alavés que hizo olvidar un inicio tembloroso. Los vitorianos se desinflaron tras el descanso después de que a Lucas Pérez, que ha disfrutado de la salsa del fútbol durante muchas jornadas, se le obstruyera el envase del condimento como pocas veces. Rui Silva lo puso a dieta y los colegas del portugués se atiborraron para culminar la mayor goleada de la temporada en Los Cármenes. Una victoria con un denominador común con las seis anteriores: el candado en la portería. Diego Martínez, que vio el espectáculo desde el palomar de Los Cármenes, volvía a tener razón en sus argumentos previos, aunque la voracidad de los suyos hizo más placentera la tarde. Por un día, nada de almuerzos frugales y sí un merecido banquete.

Hay también investigaciones que comparan la celebración de una diana con un orgasmo. Esos gestos de emoción en los futbolistas inducen a ello. Para los puntas, este clímax es básico, lo necesitan como una adicción. Ni Carlos Fernández ni Soldado se habían estrenado –ante la meta– en su estadio. El sevillano no anotaba desde hacía diez jornadas. El valenciano, desde la primera. El joven entró en éxtasis con el 1-0. Soldado estalló con un mero penalti. Fueron diez minutos intensos, exuberantes, que hicieron olvidar los decepcionantes preliminares.

La presencia de ambos supuso la modificación más profunda en el esquema local. La novedad de Carlos se acompañó de la de Vadillo en la izquierda. El entrenador consideró al gaditano una vez más pensando en el balón parado. Machís volvió al hangar.

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El Granada tuvo un arranque efervescente, con una aparición de Soldado por la derecha que no pudo encajar Puertas. El Alavés replicó con una oportunidad que heló la sangre del respetable. Un mero saque largo del portero comprometió el mecanismo defensivo, con protagonismo de las temibles referencias de los vascos. Joselu le dio con el flequillo al balón y Domingos Duarte se entretuvo en demasía ante un Lucas Pérez que no quiso bailar con él. Se fue solo a medirse con Rui y al luso le salió un tentáculo para impedir el gol del gallego en el mano a mano.

El susto pasó, pero el Alavés siguió soplando con llegadas por fuera, tensando los enredos. Muchas fricciones y poca elaboración, tendente todo a balones directos sin destino claro. La desgracia se cebó con dos futbolistas a la media hora. Primero cayó un visitante, Tomás Pina, al que se le enganchó la rodilla. Tuvo que irse en el coche camilla. Dos minutos después, cayó Quini, también en esa articulación, tras un intento de golpeo de zurda. Mala pinta. Volvió Carlos Neva al lateral izquierdo, que cumplió con eficiencia, como cuando se hizo con la titularidad. Entró el exrojiblanco Wakaso en el Alavés, entre aplausos de una grada que le tiene por uno de los suyos. Ante su sorpresiva suplencia, salió excitado de más. No llegó al entreacto sin amonestación y vio la segunda amarilla después, con 2-0 ya en el marcador, por un plantillazo a Neva. Se llevó otra ovación de la hinchada, algo sarcástica.

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Todo eso fue después de la pausa. Antes, Lucas Pérez mandó fuera otro lance para comprometer a Rui. El coruñés le amenazó hasta desde la esquina, con un envío cerrado que escupió con problemas y que Soldado, en el área pequeña, alejó del rancho. El panorama pintaba feo y en el ambiente se cuestionaba la imagen de los rojiblancos. Había que darle mérito al 'Glorioso', bien ubicado y chisposo.

Todo se alteró tras la reanudación, con el Granada entrando en fulgor. Avisó con una falta lateral a la que no llegó Soldado y concretó un poco después con el remate de Carlos Fernández, tras un centro de efecto sutil por parte de Víctor Díaz. El espigado se impuso a los contrarios en el salto.

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La intensidad se elevó y el Alavés vio que los locales iban como flechas. En un córner de Vadillo, Gonalons fue al primer palo pero dejó pasar el esférico. Manu García, incauto, lo rozó con el brazo. Gil Manzano vio el penalti sin necesidad de preguntar al VAR, que lo corroboró. Soldado lo reclamó ansioso y se quitó un lastre de encima.

El encuentro se reorientó. Wakaso vio la segunda tarjeta y Garitano retiró a Lucas Pérez para relajar a la zaga rojiblanca. Los demás, se desataron, intrépido Yangel para hacerse un autopase en el área y machacar a Pacheco. El Alavés se deshizo. Falló Puertas el cuarto y Laguardia se fue a la ducha antes de tiempo, en la prolongación, por golpear con los tacos a Carlos Fernández. Un epílogo triste para un adversario que compitió con entereza en el primer tiempo, al que después se zampó un Granada con el cuchillo afilado, esparciendo ketchup por encima.

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