Yangel Herrera intenta progresar durante el partido en Butarque rodeado de adversarios. LOF
La Resaca

Un gran Granada en perspectiva

Este equipo ha pulverizado los registros de la etapa moderna en Primera, adaptado al ejercicio agonístico que ha supuesto esta reanudación sin mucho margen para el brillo

Miércoles, 24 de junio 2020, 01:00

1. Hace días, probablemente desde la victoria ante el Getafe, que el Granada ya se mide consigo mismo. Con su historia, ya sea la reciente o la pasada. Aquel triunfo en el primer partido de la reanudación prácticamente selló la salvación en la máxima categoría ... . Tres jornadas han pasado desde entonces que le han permitido sumar dos puntos más y preservar la amplia brecha con la zona de descenso. La permanencia matemática se firmará en las siguientes citas por pura inercia.

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2. Es un éxito mayúsculo para ser el ejercicio en el que regresó a la cúspide, tras un verano pasado delicado en lo económico con la merma que ejerció LaLiga en su tope salarial por el polémico 'caso' de Adrián Ramos. Partió con el tercer peor presupuesto del torneo y a día de hoy se sitúa como noveno en la clasificación, a falta de siete encuentros en su caso. La mejor optimización de recursos de todos los clubes, teniendo en cuenta la inversión realizada y el rendimiento obtenido.

3. Es este un equipo especial, en permanente búsqueda de nuevos desafíos, que deja pasajes para el recuerdo, como la victoria ante el Barça y la trayectoria en la Copa del Rey, rozando la final. Con su empate en Butarque, pulverizó los registros acumulados de la etapa moderna de la entidad en Primera, con 43 puntos. Aquel cercano sexenio en la élite cuyos mejores desenlaces llegaron siempre en las dos últimas citas de los campeonatos, generalmente en las de cierre, con mucha angustia.

4. Con 42 unidades, una menos, acabó aquel curso del regreso en el estadio de Vallecas, con una derrota que no fue funesta por la que sufrió el Villarreal en su campo ante el Atlético de Madrid. La misma suma hubo la campaña siguiente, con Lucas Alcaraz de entrenador durante toda la segunda vuelta, una de las pocas que cerró el broche de la continuidad antes de la fecha de finalización. La siguiente registró un punto menos y el asunto bajó a 35 en la 14/15, la del llamado 'milagro' de Sandoval, tras el fracaso de Joaquín Caparrós y la intentona frustrada de Abel Resino por reflotar a aquel conjunto. En la 15/16 llegó una leve mejoría, con 39, aunque le costó el cese a mitad de año a Sandoval, sustituido por Jose González. Tuvo una despedida insustancial en Los Cármenes, que sólo sirvió para que se proclamara campeón el Barcelona. La misión ya quedó cumplida una semana antes en el Sánchez Pizjuán. La etapa se cerró, tras la venta de la sociedad al chino John Jiang, con los escuálidos 20 puntos que consumaron el descenso.

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5. El Granada de Diego Martínez está en disposición de llegar mucho más allá que todos estos referentes y poner el listón a un nivel superlativo, que ya le compararía con la versión rojiblanca de los 70, aunque ni mucho menos la igualaría aún. Aquel conjunto, que en la 71/72 y la 73/74 atesoró 36 puntos, pugnaba en una etapa en la que el fútbol arrojaba dos unidades por ganar, en una máxima categoría con sólo 18 equipos.

6. Todo esto es pura aritmética, porque este deporte ha cambiado mucho desde entonces. Las distancias se agravan por el dinero y cada vez resulta más complicado que un cuadro menor pueda retener a sus mejores talentos ante la voracidad de los grandes. Por tanto, una temporada tan plácida, que ha dejado momentos tan importantes para que la hinchada se enorgullezca, no puede tener tachas por el juego que está dispensando en este extraño lapso tras el parón por la pandemia. Hay muchas justificaciones y eximentes.

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7. Si algo caracteriza a este Granada son dos aspectos. Uno, que su éxito es coral, con alguna individualidad destacada pero siempre supeditada al espíritu colectivo. Dos, su adaptación a todas las circunstancias, sin poner excusas, como está ocurriendo en esta fase agonística que concentra tantos encuentros y que obliga al reparto de minutos entre toda la plantilla. Probablemente, Diego Martínez sólo sacó su alineación ideal en el primer choque, y aun así ya estuvo condicionado por ser justo la vuelta tras tantos meses de atípica preparación. Desde entonces, imprime rectificaciones con fatiga encima y lesiones a cuestas, con las que tiene que armar formaciones competitivas para recolectar buenos resultados.

8. Es tentador para ciertos aficionados la sugerencia de que el Granada se tendría que quitar el corsé en lo que queda y actuar como si no hubiera marcador, afrontando cada partido con atrevimiento, dispuesto a dominar, sin meditar las consecuencias porque la renta es amplia y se podría permitir ese lujo, pero eso sería vulnerar la identidad de este vestuario. Nunca ha subestimado a nadie ni se ha relajado jamás en ninguna circunstancia, por lo que tampoco ocurrirá ahora. No propone de cara a la galería, sino bajo el modelo que considera mejor para vencer, minimizando errores, con consciencia de la debilidades. Las de base y las que suponen las ausencias y el cansancio.

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9. El problema para el entrenador es que para abundar en ciertas propuestas le hacen falta ciertos actores que se han caído del reparto. Sabe Diego Martínez que el Granada se aculó en exceso en el Villamarín. Aunque fueron accidentes ocasionales los que comprometieron el balance (un penalti real pero poco aparatoso y un genial latigazo de Tello), la disposición tan retrasada abría la posibilidad de la reacción bética. La falta de efectivos que dieran calma con la pelota en el centro del campo le obligó a una acumulación de tropas que se pudo pagar si no surge Soldado en aquel córner. La escuadra mutó con el Villarreal, más decidida acosando al contrario, pero le tocó reaccionar al gol de Gerard Moreno, un contratiempo ante un adversario potente y versátil. Sin Montoro ni Gonalons, la iniciativa con la pelota se ejerce con precariedad. Yangel Herrera hace todo lo que puede, pero ni Ramón Azeez ni Yan Eteki aguantan un pulso con la pelota.

10. En Butarque se puso fin al primer microciclo de esta vuelta a las batallas. Cuatro duelos en once días que arrojan cinco valiosos puntos. Desde el domingo arranca otro con tres compromisos en seis fechas. Las plazas europeas no se alejan demasiado aunque parece cosa de otros con más variados argumentos en campo y banquillo, pero nunca se sabe. Este Granada está diezmado y acusa el desgaste de algunos esenciales cuando encadenan esfuerzos. Quizás le falte el talento potencial que brotaba en el último periodo en Primera, aunque está por ver dónde llegan algunos valores actuales, pero lo que es seguro es que supera a lo anterior en todos los aspectos grupales. El equipo de antaño, el 'matagigantes', le queda aún lejos, pero nadie sabe qué puede deparar el tiempo si la alianza con Diego Martínez continúa y el grado de acierto de la dirección deportiva permanece. El Granada no mira ni al suelo ni al techo. Trata de avanzar, reptando, corriendo y andando. Se habitúa a todo y por eso, juegue más o menos bonito, siempre sale adelante. Esto tiene que ser un motivo de felicidad para sus seguidores. Nunca se sabe lo que durará. Conviene ponerlo en perspectiva. Vendrán tiempos peores en los que el recuerdo se endulzara y los que no lo disfrutaron en plenitud lo lamentarán.

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